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El Salvador en la Filgua 2025

Poesía salvadoreña de posguerra se mostró y dialogó en la FILGUA 2025

Cinco poetas salvadoreños de la llamada generación de los noventa —marcada por la transición tras el conflicto armado— se reunieron este 10 de julio en la XXII Feria Internacional del Libro de Guatemala (FILGUA) para discutir, con espíritu crítico y memoria encendida, si existe una poesía de posguerra y cuál ha sido su legado literario y cultural.

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Por T. Estrada
Publicado el 11 de julio de 2025


Con el propósito de abrir un diálogo honesto y necesario sobre los derroteros de la poesía salvadoreña tras el fin del conflicto armado, cinco poetas que comenzaron a escribir en los años noventa se reunieron este 10 de julio en la XXII edición de la Feria Internacional del Libro de Guatemala (FILGUA).

La cita, que se celebró en el Fórum Majadas, fue uno de los encuentros significativos de la jornada y puso a dialogar diversas miradas sobre la literatura centroamericana contemporánea.

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Los autores Alfonso Fajardo, William Alfaro, Rainier Alfaro, Claudia Meyer y Carlos Clará representaron a una generación que creció bajo las secuelas de la guerra y se formó en un contexto cultural profundamente transformado. A través de sus voces, la poesía salvadoreña intentó responder preguntas complejas: ¿existió una poesía de posguerra?, ¿a qué cantó esa poesía?, ¿cómo se configuró el compromiso estético y político después del conflicto?

Carlos Clará, poeta y editor de Índole Editores, compartió en entrevista previa que este conversatorio buscó recuperar una memoria colectiva desde las experiencias íntimas: “Comenzamos a escribir sobre otras guerras: las personales, las íntimas. Estas tenían una épica más individual y no se basaban en nada externo, lo que generó una especie de soledad. El poeta se enfrentaba a la página, no a la multitud”.

La generación de los noventa heredó un país sin festivales multitudinarios ni estructuras culturales consolidadas como las que existieron durante la guerra, especialmente organizadas desde la izquierda. “Los megafestivales desaparecieron. En su lugar surgieron pequeños espacios alternativos como La Luna, el Bar de Fito, el Centro Cultural Sur o el Café Libre”, recordó Clará.

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Este nuevo contexto dio paso a una creación más introspectiva, marcada por la fragmentación, la incertidumbre y la búsqueda de nuevas formas de expresión.

También redefinió los talleres literarios: pasaron de ser colectivos numerosos a espacios pequeños donde predominaba la individualidad creativa. “En esos talleres, la voz de cada participante era única, ya no había una voz dominante como en décadas anteriores”, añadió el poeta.

Durante la conversación en FILGUA, también se abordaron temas estructurales del quehacer literario, como los premios nacionales, los derechos de autor, los procesos de formación literaria y el papel de los gestores culturales en el escenario posterior a la guerra.

El evento adquirió un valor especial por las múltiples visiones que confluyeron en él. “Tenemos coincidencias, pero no necesariamente en todo. Y eso es lo interesante y valioso”, afirmó Clará.

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Lejos de presentar una narrativa homogénea, los poetas expusieron las diferencias que los configuran como generación —si es que se acepta el concepto mismo de generación literaria— y reflexionaron sobre el peso (o la ausencia) del compromiso político en sus obras.

En un país donde el trauma colectivo de la guerra dejó huellas indelebles, la poesía emergió como un espacio para narrar lo que no cabe en los discursos oficiales. Este conversatorio fue una oportunidad para leer el pasado desde la palabra, trazar rutas hacia el porvenir y reconocer los silencios que la literatura ha sabido nombrar.

Como parte del programa de FILGUA 2025, y tras la breve suspensión de actividades por recientes sismos en Guatemala, el diálogo con los poetas salvadoreños se llevó a cabo en la sala Marilena López, a las 18:00 horas. La feria, que este año tuvo como país invitado a España, retomó con fuerza su agenda, reafirmando su compromiso con la diversidad de voces que definen la literatura iberoamericana.

La poesía salvadoreña, con sus preguntas, memorias y búsquedas, habló alto y claro. Y lo hizo, verso a verso, desde Guatemala.

(Artículo elaborado con asistencia de IA)

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