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Nuestro tráfico y nosotros

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Por Pedro Roque
Publicado el 29 de junio de 2025


Revisando las versiones de este periódico de hace 25 y 50 años, vemos que el caos del tráfico en San Salvador no lo hemos resuelto y cada día se complica más. Y tampoco se ha reconceptualizado y modernizado el transporte público. 

Los señores, buseros y microbuseros, continúan entendiendo el sistema de tráfico, seguramente con la autorización de los propietarios, de manejar acelerando y frenando para sobrepasar al que va adelante y que no les sobrepase el que viene atrás, sin respetar la secuencia, irrespetando las reglas más básicas del reglamento de tránsito. 

Observando nuestro tráfico, persisten y vamos a más: el desorden generalizado y la agresividad, el irrespeto al reglamento de tránsito, el crecimiento descontrolado del parque vehicular, la importación de carros chocados, los accidentes con heridos y fallecidos, la falta de educación vial de los motociclistas, las distancias del lugar de trabajo y la casa, las trabazones a cualquier hora, la cultura de primero yo, después yo y por último yo, los cuellos de botella en las entradas y salidas a las nuevas zonas urbanizadas.

Para entrar a Santa Elena, viniendo de San Salvador, el bulevar Santa Elena, solo tiene dos carriles y como en los últimos diez años se han construido cientos de casas y apartamentos, cada día se tarda más para entrar y salir, y todos los días, tenemos embotellamientos en las entradas y salidas de San Salvador.  

¿Y quiénes son los protagonistas del caos de nuestro tráfico? Sin excepción, todos los que manejamos cualquier tipo de vehículos de dos, cuatro y más ruedas, como usuarios y como ciudadanos que no cumplimos las leyes de tránsito. Y como no las cumplimos, ni pensamos en requerir que se respeten, sencillamente, asumimos la situación con más o menos estrés. 

Desde el punto de vista “conductual y cultural”, aquí también funciona ser el “listo de la película” y salirse con las suyas. Si en un cruce con semáforo, se da cuenta que se quedará en medio,  “taponando” la calle y la cola en la otra dirección, intencionadamente se mete donde sabe que no cabe y creará problemas. Si el semáforo está cambiando de verde a amarillo, el lugar de frenar acelera y pasa al límite del rojo. Si en la carretera de la Libertad a San Salvador hay una cola en los dos carriles, el listo avanza por el carril de la derecha y detrás de él otros muchos y al final de la cola se meten como sea a la carretera.

El parque vehicular, según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, terminó el 2024 con 1.874.301 unidades, (42.41% carros y 13,19% pick ups y 33.04 % motocicletas) entretanto y a finales de junio 2025, la cifra habrá crecido a 2 millones. 

Si cada vehículo según tamaño requieren unos 20 metros cuadrados donde esté, en un garaje, un parqueo o como la mayoría en las calles, hemos perdido 40 millones de metros cuadrados de terreno, que en lugar de para las personas, lo tiene ocupado los vehículos, principalmente en las calles y así entre la deforestación para construir viviendas y el crecimiento del parque vehicular, disponemos cada día de menos espacio para las personas.  

La situación es tan grave en mi entorno, que por ejemplo, en la Avenida El Espino, en Santa Elena, uno se pregunta, ¿De quién son las calles? Pues los carros de no se sabe de quién, parquean sobre los andenes y los pasos de peatones.

Otro asunto, si se está promocionando el turismo internacional, el desorden en el tráfico no ayuda a generar una buena impresión, como tampoco la inmensidad de chatarra a la orilla de las carreteras.

Está muy bien que los gestores de tráfico del VMT ayuden mucho, principalmente en el ordenamiento y orientación del tráfico.

¿Y qué podemos hacer si todo ciudadano tiene derecho y no se le puede prohibir que compré un carro o una motocicleta? 

Pues… Habilitar más espacios públicos para parquear los vehículos.  Mejorar el transporte público para que las personas viajen a sus trabajos en transporte público y al mismo tiempo, reducir el estrés, los accidentes y la polución.  Implantar horarios flexibles para descongestionar las calles. Más educación vial y multas para quienes se arriesgan y arriesgan a otros. Prohibir que buses y microbuses se sobrepasan y que circulen solo por el carril derecho. Reordenar el transporte público y que funcione gratuito o a muy bajo precio. 

En Luxemburgo desde 2020 es gratuito y en Alemania por 9.00 Euros se compra un boleto mensual. Reducar a los empresarios y motoristas sobre la explotación rentable y ordenada de una empresa de transporte. Replantear el sistema de mantenimiento, de correctivo a preventivo. Supervisión oficial de funcionamiento y seguridad de los vehículos y desarrollar una estrategia nacional de reordenamiento del tráfico, promover el cambio cultural empresarial y ciudadano, educación vial y construcción de carreteras y espacios de parqueo.

En Europa y EEUU ya comenzó la transición energética hacia la movilidad eléctrica y seguramente se incrementará la importación de carros nuevos y usados hacia Latinoamérica y El Salvador.

Pues bien… Seguro que los planificadores del VMT, además de las expuestas que son las que veo en otros países, pueden desarrollar y proponer más soluciones técnicas y cambios culturales para ordenar el tráfico y hacerlo más fácil, más seguro y más económico.

Pedro Roque, ingeniero /Todo es más fácil y más sencillo con sentido común

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