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El último viaje de la risa obra

“El último viaje de la risa”, una obra que lucha contra el olvido con risas y tragedia

Una troupe de comediantes revive la lucha entre la risa y el vacío en la obra teatral dirigida por Enrique Valencia, que se estrenará en el Teatro Luis Poma.

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Por Adalberto Granados
Publicado el 23 de junio de 2025


Del 26 al 29 de junio, el Teatro Luis Poma abrirá sus puertas a una obra que promete remover las fibras más profundas del espectador: “El último viaje de la risa”, escrita y dirigida por Enrique Valencia y producida por la compañía Acento Escénica. Más que un montaje teatral, esta propuesta es un ejercicio poético que desarma la comedia para desnudar lo trágico de la existencia humana.

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Teatro que se ríe del olvido

En la superficie, la historia parece sencilla: una troupe de comediantes ambulantes llega por error a un pueblo llamado “Rojo”, donde las risas desaparecen y el público ha dejado de responder. Sin embargo, muy pronto se revela que Rojo no es solo un pueblo sombrío, sino una especie de limbo o purgatorio en el que los protagonistas —muertos, pero aún actuando— continúan su oficio como si aferrarse al humor fuera la única forma de sobrevivir a la eternidad.

Acento Escénica obra
La obra "El último viaje de la risa" utiliza la comedia como un medio para aferrarse a seguir existiendo aunque ya no haya nada. Foto: cortesía de Acento Escénica

Valencia construyó una obra que no se limita a entretener. A través de diálogos que rozan lo absurdo y escenas que oscilan entre lo hilarante y lo angustiante, el autor desafía al espectador a confrontar su propia relación con el arte, la muerte y el sentido de la vida. La farsa se convierte en un espejo de lo humano: risible, trágico, repetitivo y desesperado.

“El último viaje de la risa” se aleja del teatro tradicional y abraza una estructura no lineal, donde la sátira convive con la poesía visual. Las referencias a la comedia del arte medieval, al teatro clásico y a la literatura de autores como Cervantes y Agustín de Rojas, enriquecen la propuesta sin alejarla del público contemporáneo. Al contrario: la obra dialoga con quienes aún creen en el poder del escenario para hacer pensar.

Acento Escénica "El último viaje de la risa"
Los personajes de la obra ya están muertos y se encuentran en una especie de limbo que se ilustra como un pueblo llamado "Rojo". Foto: cortesía de Acento Escénica

Una de las claves para entender la profundidad de esta pieza radica en la reflexión sobre el rol del artista. Los personajes, aunque ya sin vida, no pueden dejar de actuar. El escenario se vuelve su única razón de ser, y el acto de hacer reír —aunque inútil ante un público ausente o indiferente—, su última forma de resistencia. La comedia, entonces, no es una vía de escape, sino una trinchera desde la cual pelean contra el olvido.

Esta dimensión metafísica no impide que la obra tenga momentos de humor auténtico. Las rutinas, los juegos de palabras, los enredos escénicos y las coreografías cuidadosamente ejecutadas despiertan risas que luego se transforman en preguntas. ¿De qué nos reímos cuando el mundo se desmorona? ¿Qué queda del arte cuando nadie lo escucha? ¿Vale la pena seguir actuando si ya estamos muertos?

Obra teatral Acento Escénica
En la obra hay apariciones de los “maledetti”, unas figuras omnipresentes que representan la opresión, la censura o, tal vez, la indiferencia. Foto: cortesía de Acento Escénica

Crítica de experto

La crítica teatral no ha pasado por alto esta propuesta. El académico y crítico David Rocha destaca varios aspectos que hacen de “El último viaje de la risa” un montaje relevante dentro del teatro salvadoreño actual. En sus palabras: “'El último viaje de la risa' nos lleva a través de una serie de peripecias, de acontecimientos, de acciones, contadas por un grupo de cómicos itinerantes que nos recuerdan a los cómicos de la lengua, del teatro clásico pero también a los hacedores de la comedia del arte medieval”, describió la obra el crítico salvadoreño.

“Esto está encarnado por una troupe, por un grupo de actores de primer orden, capitaneados por dos actores que me parecen fantásticos: Leandro Sánchez y Juan Barrera Salinas. Ellos son los que le imprimen a la obra un timing, un ritmo, un tiempo, acompañados en esta treada por Luis Lozano y otros compañeros dentro de la troupe”, añadió el académico sobre los actores de la obra.

El académico e investigador David Rocha invita al público a dejarse conquistar por "El último viaje de la risa" de Acento Escénica. VIDEO: cortesía de Acento Escénica

Rocha también resalta el contenido simbólico de la obra: “Hay algo a destacar también dentro del espectáculo y es la metáfora que construyen sobre la realidad. La risa en distintos momentos de la historia occidental ha sido perseguida por fuerzas extrañas y en este caso la obra nos cuenta un poco de eso. No les digo más para que vayan a verla al teatro”, dijo.

El académico no pasa por alto la puesta en escena y ambientación: “Otra cosa que a mí me llama la atención o que me parece relevante destacar dentro del espectáculo es el uso del espacio. Vemos un espacio limpio donde a través de una carreta y el uso de las luces nos van metiendo en una atmósfera visual que es también otra capa de producción poética dentro del espectáculo”, concluyó Rocha.

Obra teatral
La escenografía de la obra es simple, pero significativa: una carreta y un juego de luces que transforma el escenario según las emociones de la obra. Foto: cortesía de Acento Escénica

Elementos protagonistas

En efecto, el montaje destaca por su sobriedad visual. Un escenario casi vacío, dominado por una carreta itinerante, se transforma con cada escena gracias al manejo preciso de la luz y la sombra. Cada cambio lumínico es una transición emocional que acompaña al espectador desde la risa ligera hasta la angustia existencial.

El elenco, conformado por Leandro Sánchez, Juan Barrera, Marvin Pleitéz, Roberto Martínez y Luis Lozano, muestra una química evidente. Sus cuerpos son herramientas expresivas que cuentan más de lo que dicen las palabras. Cada gesto, cada mirada, cada silencio está cargado de intención. Esta fisicalidad refuerza la idea de que, en un mundo donde el lenguaje ha perdido su valor, el cuerpo es el último refugio del arte.

Actores de "El último viaje de la risa"
El elenco está conformado por cinco actores: Leandro Sánchez, Juan Barrera, Marvin Pleitéz, Roberto Martínez y Luis Lozano. Foto: cortesía de Acento Escénica

La obra también introduce a los “maledetti”, figuras sin rostro ni forma definida, que representan la opresión, la censura, o tal vez la indiferencia de un mundo que ya no se ríe. Estos seres misteriosos no tienen líneas, pero su presencia pesa en cada escena. Son símbolo del vacío que se cierne sobre los artistas, de ese olvido al que parece condenada toda creación.

La risa abre el telón

“El último viaje de la risa” es, al mismo tiempo, una elegía y una celebración. Llora por un arte que muere en cada función, pero también aplaude a quienes insisten en hacerlo vivir. Como lo resume la campaña promocional: “Una obra que se ríe del olvido”. Porque si algo demuestra esta puesta en escena es que la risa puede ser un acto de resistencia, una forma de enfrentar la oscuridad, de gritarle al abismo que aún estamos aquí, actuando, aunque nadie aplauda.

La temporada será breve: del 26 al 29 de junio, con funciones a las 8:00 p.m. los días jueves y viernes; a las 5:00 p.m. y 8:00 p.m. el sábado; y a las 5:00 p.m. el domingo. Las entradas están disponibles a un costo de $10. Es una cita imperdible para los amantes del teatro que buscan algo más que entretenimiento: una experiencia estética, emocional y filosófica.

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Bajo la dirección de Enrique Valencia y con la producción de Acento Escénica, esta obra se posiciona como una de las propuestas más ambiciosas del año. No por su espectacularidad escénica, sino por su valentía al abordar preguntas incómodas desde un escenario desnudo y una comedia que no teme al silencio.

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