Entre la vocación y los desafíos, la maestra Norma dedicó su vida a las aulas
Tenacidad, entrega y compromiso son cualidades que mejor la definen. Norma es una maestra en retiro quien recibe las muestras de cariño de padres de familia y quienes fueron sus alumnos en Apopa.
Por más de tres décadas, la maestra Norma Ortiz, ahora en retiro, formó a generaciones de estudiantes entre la vocación, los desafíos y su amor por la enseñanza.
Sus inicios en las aulas se remontan a 1987, cuando aún cursaba sus estudios en la Universidad de El Salvador (UES), momentos en los que el país atravesaba los años más crudos del conflicto armado.
Desde entonces, dedicó 36 años de su vida a la docencia, combinando labores en el sector público (28 años) y privado (8 años) con una entrega inquebrantable que sin duda marcó la vida de muchos de sus estudiantes.
Sus inicios estuvieron motivados por la necesidad y el compromiso. Mientras estudiaba daba clases en un colegio privado, más tarde, mediante equivalencias se pudo graduar también en una universidad privada.
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Pocos años después logró una plaza en una escuela, inició como maestra de primer ciclo en el Centro Escolar Benjamín Bloom y el Complejo Educativo Iván Alexander Burgos, ambos en el distrito de Apopa. Durante varios años de su ejercicio trabajó doble turno para poder generar mejores ingresos para su hogar.
Esta tarea ocupaba casi por completo su tiempo. "No se trata solo de las clases y atender a los niños en el salón, un maestro también tiene que ver la parte administrativa, sacar promedios, actualizar libros, preparar las clases", acota.
Y continúa: "Trabajaba dos turnos, no llegaba con ánimos de estar preparando clases, no lo iba hacer en la noche; lo hacía sábado y domingo, ¿y la familia, y mi descanso, y mi recreación? prácticamente no había tiempo para eso".
Durante varios años en el ejercicio señala que atendió salones de más de 55 estudiantes, un reto que implicó entrega, sacrificio y una gran espíritu de amor y servicio.
El reto de la pandemia
Norma resalta la falta de recursos suficientes y el apoyo limitado del Estado en las aulas, no obstante, apunta que un maestro siempre debe encontrar las maneras de superar los obstáculos; y superarlos con creatividad sin duda fue una de sus cualidades.
El reciclaje de materiales, colaboración de padres de familia y hasta donaciones de exalumnos desde el extranjero para compra de materiales y refrigerios para sus estudiantes fueron acciones que le ayudaron a cubrir las necesidades con las que llegan muchos de los niños y niñas a la escuela.
La pandemia de COVID-19 fue uno de los momentos más difíciles en su trayectoria.
“Se me salieron las lágrimas. Extrañaba la escuela, a los niños… uno se alimenta de su alegría”, expresó al recordar el encierro y el cambio radical hacia la educación virtual.
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En 2014, la maestra Norma también asumió el reto como directora del Centro Escolar Benjamín Bloom, un cargo que aceptó con el objetivo de mejorar la gestión institucional.
Durante cuatro años se enfrentó a las limitaciones del sistema desde otro rol, hasta que las afectaciones a su salud la llevaron a dejar el puesto.
“Era una carga muy pesada, ya no solo eran 40 estudiantes, era toda la institución”, explicó.

Amor por los niños
Al hablar sobre qué la motivó a dedicarse a la docencia dice que descubrió su vocación en la iglesia, al trabajar con niños; inicialmente quería estudiar administración de empresas; un deseo que no salió por completo de sus ideales, pues de manera paralela a la Licenciatura en Ciencias de la Educación obtuvo un título de Profesorado en Administración de la Educación.
La maestra también es crítica del estado del sistema educativo salvadoreño, considera que si bien hay avances, también se ha perdido la exigencia en el aula y la importancia del acompañamiento familiar.
“El estudiante sabe que va a pasar aunque no aprenda. Eso afecta su esfuerzo”, afirma al referirse a la promoción automática de los estudiantes, considera que priorizaba la evaluación rigurosa y la repetición del año cuando el estudiante no alcanzaba los resultados esperados son importantes.
El exceso de tecnología mal utilizada y la reducción del hábito de lectura son aspectos que a su juicio interfieren con el aprendizaje. Asimismo considera clave el acompañamiento de los padres y destaca la importancia del maestro como orientador de talentos y habilidades individuales, más allá del currículo oficial.
La maestra resalta además condiciones laborales difíciles para los docentes, señala el estrés, las enfermedades y el exceso de carga como retos importantes para los docentes.
Se refiere además a la exigencia de la docencia, y aboga por una mayor valoración y remuneración del profesorado por parte de las autoridades y el Estado.
Al hablar de las mayores satisfacciones que se tiene como maestro dice que es, con el tiempo, encontrar a los jóvenes ya como profesionales y que le recuerden y saluden con cariño. Asimismo, en los más pequeños el poder escucharlos leyendo, tras el esfuerzo que como docente se ha depositado en ellos.
Ya retirada, Norma Ortiz sigue recibiendo muestras de cariño de sus antiguos estudiantes, por donde quiera que va en Apopa es reconocida y recordada como una maestra exigente, cariñosa y comprometida, a la que todos quieren saludar.

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