El informe MAHA y su impacto en la seguridad nacional de Los Estados Unidos: La Torre en el tablero
El informe Make America Healthy Again no solo ha señalado una crisis de salud pública, sino que ha dejado entrever un problema más profundo: el deterioro de las condiciones físicas y mentales de la juventud estadounidense y su impacto en la capacidad militar del país.
Los datos no son nuevos. Desde 2016-2017 se ha advertido que el 75% de los jóvenes estadounidenses entre 17 y 24 años no cumplen los requisitos físicos para el servicio militar, ya sea por obesidad, condiciones médicas, falta de aptitud física, o incluso alteraciones emocionales y conductuales. Aunque al parecer alguna información científica de respaldo, citada en el mencionado informe, no existe, o al menos fue, en palabras de una funcionaria de La Casa Blanca, un “error de formato”.
Sin embargo, lo interesante de este informe es cómo trae nuevamente el tema al centro del debate, incorporándolo en una narrativa de urgencia nacional. Lo cual debe llevar a su vez a un cuestionamiento básico: ¿Qué pesará más, el discurso ideológico o las contradicciones científicas?
Aquí es donde la Torre, como metáfora de las fuerzas armadas, cobra un papel esencial en el tablero. En ajedrez, la Torre representa solidez, estrategia y protección, cualidades que resuenan profundamente con el imaginario colectivo estadounidense sobre sus militares: un ejército fuerte, capaz, heroico, el mismo que levantó la bandera en Iwo Jima, cuya imagen se convirtió en símbolo del sacrificio y la fuerza nacional.
Este vínculo entre salud pública y capacidad militar refuerza un discurso profundamente ideológico, pues apela directamente a la nostalgia y el deseo de grandeza implícitos en el AGAIN de MAGA. En esta lógica, la crisis de salud infantil y juvenil no es solo un problema médico, sino un símbolo de la decadencia versus tiempos mejores, cuando EE.UU. tenía soldados formidables que aseguraban victorias en guerras clave y sostenían el liderazgo mundial.
Pero la alimentación no es el único factor en juego. El informe MAHA también señala la sobreprescripción de medicamentos (donde se sitúan las contradicciones con la información señalada) en niños y jóvenes, lo que puede afectar el desarrollo físico y la capacidad de resistencia de futuras generaciones. Además, destaca el riesgo de exposición a contaminantes como los PFAS, sustancias químicas que permanecen en el cuerpo y pueden afectar sistemas metabólicos, hormonales y de resistencia física. Todo esto se suma a un cuadro preocupante que impacta la capacidad de EE.UU. para mantener una fuerza militar óptima.
El informe toca una fibra emocional poderosa, porque no solo habla de números, sino de los hijos de la nación. En EE.UU., el respeto por las fuerzas armadas está profundamente arraigado en la identidad nacional: las banderas ondean en las casas, los veteranos son públicamente agradecidos, y la imagen del soldado heroico sigue siendo un pilar del discurso patriótico. ¡Si la Torre está en peligro, todo el castillo tambalea!
El planteamiento del informe sigue un modelo clásico de construcción de crisis política:
Se insinúa una amenaza (el debilitamiento del ejército por problemas de salud juvenil).
Se señalan causas (mala alimentación, sobreprescripción de medicamentos, exposición a contaminantes como los PFAS).
Se identifican responsables (las corporaciones que han condicionado el acceso a productos poco saludables, promovido el uso excesivo de fármacos, y contribuido a la contaminación).
Esta estructura deja la mesa puesta para medidas correctivas, generando una expectativa de acción por parte del gobierno. La cuestión es que, más allá de lo sanitario, lo que realmente subyace es una crisis de identidad nacional, que en términos de comunicación política puede ser aún más poderosa que el debate técnico sobre nutrición, conducta médica, utilidad de los fármacos, sustancias peligrosas, validez o existencia de evidencia científica, etc.
Pero en ajedrez, un solo movimiento no define el juego. Se han movido unas piezas, y como respuesta, otro grupo de piezas está obligado a moverse. La industria alimentaria y farmacéutica, los reguladores y el propio gobierno no pueden quedarse inmóviles en el tablero. Cada acción genera una reacción, y el informe MAHA ha colocado a estos actores en una posición donde deben decidir su próximo movimiento.
Si el alfil (MAHA/crisis sanitaria) ya se ha alineado con la Torre (seguridad nacional/fuerzas armadas), la industria alimentaria y farmacéutica enfrenta un dilema: control de daños o transformación estratégica.
Opción 1: Control de daños con el discurso tradicional
La respuesta más básica sería la misma de siempre: “Somos responsables con nuestros productos y cumplimos la normativa.” “Hemos hecho esfuerzos de reformulación y transparencia en el etiquetado.” “Apoyamos programas de educación nutricional.” “Nuestros medicamentos cumplen estrictos controles de calidad y seguridad.”
Sin embargo, este enfoque podría ser insuficiente, ya que la naturaleza del debate ha cambiado. No se trata solo de salud pública, sino de seguridad nacional, identidad y patriotismo, lo que hace que las reglas del juego ya no sean las mismas.
Opción 2: Adoptar un discurso más ideológico y transformador
Si la industria entiende que este no es solo un ajuste en regulaciones, sino una reconstrucción del imaginario colectivo, podría buscar una reconexión con la narrativa patriótica. En lugar de limitarse a argumentar responsabilidad, podría generar una propuesta más ambiciosa, alineándose con el AGAIN de MAGA/MAHA:
Vinculación directa con la recuperación de la fuerza nacional: “Nos comprometemos con la salud de la próxima generación de líderes de EE.UU.” Educación nutricional y sanitaria como herramienta de soberanía: Presentar programas de formación alimentaria y sobre uso responsable de medicamentos no como regulaciones, sino como una estrategia para fortalecer la nación. Innovación alineada con la grandeza histórica del país: Impulsar un cambio en la oferta de productos y tratamientos bajo una visión de restauración nacional, en lugar de un mero cumplimiento de normativas. Compromiso ambiental: No solo reformular productos, sino garantizar procesos de manufactura que reduzcan la exposición de la población a contaminantes como los PFAS…todo lo que toca un alimento, debe considerarse como tal.
Si la industria adopta este enfoque, podría pasar de ser el enemigo señalado en el informe MAHA, a convertirse en parte de la solución, participando activamente en la reconstrucción del discurso sobre salud y seguridad nacional.
Cabe, en este punto, preguntarse si lo anterior aplica solo a industrias y productos estadounidenses, incluye a los que exportan a ese país, afectará las políticas sanitarias de América Latina. ¿Hasta dónde llegará su efecto? De eso, hablaremos en el siguiente artículo.
Médico, nutriólogo y abogado

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