El gran silencio del holocausto de la paz
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Ante el nuevo renacer de la Historia la civilización moderna enfrenta la decisión de elegir entre la paz o la guerra; el progreso o la miseria; la piedad o el odio; la concordia o el exterminio; la risa o el llanto; la vida o la muerte; prisión o libertad; evolución o involución. El gran silencio de la Humanidad ante el holocausto racial de la paz se vuelve cómplice del martirologio étnico, como ocurriera el siglo pasado en la edad sombría del nazismo. Ello da lugar a que se repita lo mismo en otras etnias y naciones, ante el drama de un mundo sin ley ni moral humana y divina. La Unión de Naciones; las Cortes internacionales de Justicia atadas de manos, no tienen el poder de condena o exoneración. Por más que denuncien el crimen racial sus veredictos no son “vinculatorios.” Es decir, no pueden generar justicia ni castigo; perdón o condena en sus edictos. El drama humanitario no sólo es político o expansionista, sino autodestructivo del orden social y humano de la civilización. En sus manifiestos públicos altos dignatarios se presentan como las mascaradas o “hipókritas” del teatro griego, sin expresar verdad, pudor ni piedad. Ante esta involución humana la revolución no tiene que ser producto del poder político sino del poder de amar y crear un mundo mejor.

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