¿Qué pensarán de nosotros en Japón-pon?

¿Qué pensarán de nosotros en Japón? Más que un verso de una pegajosa canción de Calle 13, es una pregunta que me he hecho estas últimas semanas en las que he experimentado un choque cultural como salvadoreña de visita en Japón. Camino por las calles de Japón mientras veo locales y me pregunto qué pensarán de mí, de mi familia, de mi país. Me surgen muchas dudas sobre la perspectiva japonesa en cuanto al contexto salvadoreño.

Y con estas dudas no me refiero a las típicas comparaciones y diferencias como la moneda local, la comida y las costumbres de las que nos advierten. Me refiero, en realidad, a un análisis más profundo y exhaustivo con diferencias más marcadas que solo pueden ser entendidas al experimentarlas en carne propia.

Creo que la primera duda que me ha mantenido inquieta desde que confirmé mi viaje fue la manera en la que está estructurada la sociedad en cada país. Por un lado, tenemos a la nación asiática con una estructura relativamente homogénea, donde más del 95% de la población es japonesa. Existe una predominancia de la clase media y un sentido de igualdad relativa, con sus dificultades, que condicionan el ascenso social. Por otro lado, como nación centroamericana somos mas diversos con mezcla de herencias indígenas, europeas y afrodescendientes. No es secreto para nadie que la desigualdad social en El Salvador es alta y gran parte de la población vive en condiciones precarias.

Además de ello, considero que un aspecto diferenciador entre ambos países son sus valores sociales y culturales. Mientras que los japoneses se mueven más hacia la armonía social, la autodisciplina, el concepto del deber y la armonía; los salvadoreños somos más individualistas particularmente en ciudades y nuestros valores se ven fuertemente dominados por la familia y la religión.

Todo esto me hizo cuestionarme por qué si la nación asiática cuida de la armonía y el respeto a la jerarquía, estuvo involucrada en conflictos bélicos tan trascendentales en la historia *tose en coreano, chino, alemán y otros…*. Para ello me tuve que remontar a la transformación histórica que suscitó en Japón. El periodo feudal y la era Meiji no fueron precisamente momentos en la historia de Japón donde la “armonía” era un valor fundamental. Cuando Japón se convirtió en potencia agresiva en Asia con el Imperio y su participación en la Segunda Guerra Mundial, dejó en claro su ambición imperial y el nacionalismo exacerbado que se vivía. Claramente el paso por la guerra dejó traumas y heridas en la sociedad japonesa creando una cultura pacifista resultado del sufrimiento de hechos como las bombas atómicas y miles de bajas durante los conflictos.

Me parece que esta es otra diferencia clave en comparación con El Salvador. Japón tiene una historia bélica relativamente reciente y transformó sus valores nacionales a raíz del sufrimiento del pueblo. Vale la pena preguntarnos: ¿qué valores nacionales han evolucionado en El Salvador después de la guerra civil? ¿Será que han cambiado o siguen siendo los mismos?

Siempre he pensado que la guerra civil salvadoreña sigue siendo, hasta la fecha, una herida abierta en nuestra sociedad. Mientras esa herida siga estando abierta será imposible cicatrizarla y evolucionar como población y sociedad. Japón nos lleva diferencias que no necesito escarbar tan profundamente para señalarlas: la educación y movilidad social, la economía informal y el acceso a trabajo, la tecnología y acceso digital, la cohesión social y la percepción del Estado…son solo algunos aspectos en los que Japón nos lleva ventaja. Con mejor confianza en las instituciones, una sociedad altamente tecnificada, un mercado laboral más y mejor regulado y educación estructurada con alta tasa de alfabetización.

Y claro, muchos podrían decir que Japón tiene desafíos como una alta presión social, el envejecimiento poblacional, la rigidez cultural y salud integral. Pero recordemos que esto no es una competencia, es una comparación generada por la curiosidad que nació de un viaje de ocio y una canción pegadiza.

La realidad es que lo que piensan de nosotros en Japón no es tan prominente como la que podrían tener hacia potencias o socios estratégicos. Sin embargo, los lazos de cooperación bilateral y la diplomacia positiva que ha caracterizado nuestra relación nos posicionan como una nación con valores diplomáticos, cooperación técnica y de asistencia para el desarrollo.

Miss Universo El Salvador y consultora política