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Si usted es fan de Star Wars…

En medio del huracán que atraviesan El Salvador y el mundo en los recientes días, podría parecer inoportuno dedicarle palabras a un cuento espacial sobre luces y estrellas. Pero no confundir: ante la escalada de los emperadores, toda Alianza Rebelde es urgente. Y si usted es fan de Star Wars debe saber bastante bien que todas las rebeliones empiezan con esperanza.

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Por Ramiro Navas
Publicado el 09 de mayo de 2025


Es bastante probable que usted, que lee en este momento estas palabras, no necesite mayor contexto para conectar de qué le están hablando si le hablan de “La Guerra de las Galaxias”. No sé si es usted un espectador ocasional, si es conocedor de toda la saga, si tiene alguna decoración de Grogu (el “baby Yoda”) o si caso contrario ha visto poco o nada y no le interesa verlo. En todos los casos, es casi seguro que distinguiría la escena de un enmascarado robótico de traje negro pronunciando quizás la frase más icónica del cine pop: “No, Luke, yo soy tu padre”.

La saga creada por George Lucas es indudablemente un fenómeno global, de masas. La premisa es bastante simple: una galaxia muy muy lejana que sufre constantes amenazas de las fuerzas del mal que pretenden apoderarse de todo y son derrotados por la valentía de unos héroes que ganaron contra todo pronóstico. El sello visual de la historia está en los célebres sables láser, los viajes por el espacio y los sabios magos galácticos capaces de mover objetos con la mente. Y hasta ahí termina el conocimiento universal sobre la saga.

Estas palabras no pretenden ser una reseña de cine ni nada semejante. Las comparto desde mi confesa admiración por la obra de Lucas, y fuertemente impulsado por la vigencia y la brillantez con la que en días estos vale la pena revisar los mensajes entre líneas de una obra que, más allá de las espadas y las naves, esconde una poderosa crítica a los autoritarismos y una firme inspiración en la esperanza, las alianzas y la materialización histórica de la justicia.

En la última serie live-action, producida por Tony Gilroy y protagonizada por el mexicano Diego Luna, su personaje (Cassian Andor) es un agente de la rebelión contra el Imperio que se dedica básicamente al trabajo duro y complejo de construir una fuerza organizada sólida que cuente con las condiciones para construir un orden alternativo desde la clandestinidad y la persecución. La serie, dirigida a un público adulto y maduro, retrata las complejidades que existen, tanto en las aún tempranas “células rebeldes” como en los aparatos de inteligencia del gobierno imperial, en la búsqueda de llegar a sus objetivos a pesar de los costos humanos que implican para los involucrados. Desde ambos bandos, Rebelión e Imperio, seres reales, con sus propios sistemas de creencias y sus propias contradicciones morales, aportan para lo que cada quien cree que es “el bien mayor” que justifica las decisiones que van tomando mientras más se acercan al inevitable conflicto bélico que el mundo conoció en los cines en 1977.

La serie de Andor retrata de una manera bastante gráfica la crudeza de un gobierno totalitario. La manipulación de la verdad, la persecución del pensamiento disidente, la exaltación de los aparatos militares, la negación de toda verdad que no sea la del grupo que ejerce el poder, la búsqueda interminable de “enemigos internos” que deben ser aplastados para alcanzar ese “bien mayor” que solo el supremo líder podrá garantizar. Y también retrata que hasta la Alianza Rebelde más famosa de nuestra cultura popular se construyó sobre decisiones duras, sobre renuncias individuales, sobre alianzas incómodas, sobre pérdidas que ni siquiera la victoria de la causa misma pudo reparar nunca.

Creo que la decisión del director de la serie, de retratar con tanta crudeza un genocidio en una saga que globalmente es asociada como “infantil”, ha sido condicionada por la urgencia de la época. Cuando esos regímenes autoritarios y militaristas abandonan la ficción y se convierten en la realidad de miles de personas en el mundo, hay que recurrir a todas las historias imaginarias que puedan ayudar a narrar la historia verdadera.

Los fanáticos de Star Wars son tantos y tantos en el mundo, que su composición es tan variada como la humanidad misma. Es comprensible, pues, que haya fans de todas las creencias y colores. Ahora bien: no puede evitarse decir que admirar una oda fantasiosa hacia la libertad y la lucha de los oprimidos es radicalmente incompatible con la admiración hacia los regímenes que en el mundo de la realidad representan justo lo contrario. No se puede exaltar en lo ficticio a figuras rebeldes como Luke, Leia, Kenobi, Andor, Yoda, si en el día a día pareciéramos cómodos con el yugo de cualquier Emperador que nos divide y censura a cambio de una idea añeja y cuestionada de “orden y seguridad”. Es radicalmente incompatible.

En medio del huracán que atraviesan El Salvador y el mundo en los recientes días, podría parecer inoportuno dedicarle palabras a un cuento espacial sobre luces y estrellas. Pero no confundir: ante la escalada de los emperadores, toda Alianza Rebelde es urgente. Y si usted es fan de Star Wars debe saber bastante bien que todas las rebeliones empiezan con esperanza.

Analista político.

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