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Francesco Acerbi

La historia de Acerbi, de superar el cáncer, alcoholismo y depresión, a héroe del Inter

El defensor se fue a buscar el empate que obligara el tiempo extra ante el Barcelona en el 90+3' y le dio vida a su equipo, que luego se clasificó a la final de la Champions

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Por Internet / C. Najarro
Publicado el 07 de mayo de 2025


Corría el tercer minuto de añadido en el tiempo regular, el Barcelona ganaba en el estadio Giuseppe Meazza italiano al Inter por 2-3 y se clasificaba a la final de Champions League cuando Francesco Acerbi, un defensor, el último central, tomó una decisión que cambió para siempre la historia y marcó el fútbol europeo.

Contra todo pronóstico, sin que hubiese siquiera una tan sola vez en la que hubiera marcado gol, se lanzó al frente con toda la fe.

A sus 37 años, ya ha vivido de todo y ha caído al fondo, pero se ha levantado siempre. Como cuando joven, en los que pasó más en el fútbol amateur que en el profesional, pero en 2012, su padre falleció tras haber padecido 7 accidentes cerebrovasculares.

Era una relación de amor y odio que tenía con él, como contó al medio The Guardian. Nunca lo vio firmar un contrato con equipo de la Serie A, apenas 4 meses antes de su muerte, lo consiguió con el Milan y hasta le llevó el papel. "Extrañé sus desafíos. Le mostré el contrato como si dijera ‘¿Ves? Llegué", contó al medio.

Pero el fallecimiento de su progenitor, la presión de estar en un grande y de no ver los minutos que quería lo llevaron al alcoholismo, sumiéndose en la desesperanza.

"En esa etapa llegaba tarde de salir, casi sin dormir, y entrenaba todavía borracho. No tenía respeto por mí mismo ni por mi trabajo", dijo alguna vez al medio The Atlantic.

Finalmente, pasó al Sassuolo, donde en 2013, un chequeo médico reveló algo peor, cáncer testicular. Fue operado de emergencia, y cuando creía que ya estaba bien, un nuevo chequeo determinó que el cáncer había regresado.

Tuvo que pasar por quimioterapia y siguió luchando, pero también saliendo a bailar, muchas veces sin comer, o sin dormir. "Pensé en todo lo que le hice a mis padres, en las oportunidades perdidas, en las noches de excesos. Esa mañana tenía miedo hasta de mi sombra", narró Gazzetta dello Sport, a la que añadió: "Sin la enfermedad, habría terminado en la Serie B o me habría retirado. Alguien allá arriba me amaba y me envió el cáncer".

Fue a terapia, entendió que debía cambiar, cambió su vida y se convirtió en un fijo del Sassuolo. Hasta comenzó a hacer labor social al trabajar con discapacitados.

Eventualmente, fue llamado a la Selección de Italia, y en 2018, llegó a la Lazio y poco después al Inter.

Ayer, con 37 años, y tras haber vuelto en una carrera que parecía se acababa en múltiples ocasiones, dejó el fondo de la zaga, con fe se fue al frente y empató lo que parecía imposible, le dio vida a su equipo, al Inter, que terminó anotando el cuarto gol y eliminando al Barcelona.

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