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Día del Médico: Celebrar pero también conmemorar

De ser una profesión culmen y en la cúspide de todas las profesiones, ahora no solo es momento de celebrar si no de conmemorar a quienes perdieron la vida.

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Por Ricardo Lara
Publicado el 13 de julio de 2024


Hoy el gremio médico parece estar de fiesta. Para muchos, esta fecha se debe celebrar yo era de esa opinión; sin embargo, más que celebrar creo se debe conmemorar después de la trágica pandemia que vivimos con el #COVID_19  es mi mismo gremio quien tiene el deber de no olvidar lo vivido quienes  lo sobrevivimos.

Si pensáramos la tragedia que sufrió el gremio médico quizá detuviéramos el tiempo y además de celebrar debemos conmemorar la memoria por los amigos médicos y por todo aquel que fue abatido  por el virus y por la indolencia del olvido no puede ser que quede como simple emoción del momento las despedidas de los ataúdes a la salida de los hospitales, los globos lanzados, las lágrimas en medio de la lluvia.

 No es fácil lo que el gremio médico vivió y me disculpo por las demás disciplinas del sector salud, pero es en contexto al Día del Médico Salvadoreño esta columna. Fue una pesadilla. Hogares destruidos que sabemos de esas familias desintegradas por la muerte de un médico que además era hijo, padre, esposo, hermano, amigo.

No es el Estado quien debe erigir un monumento a los médicos caídos en el frente de batalla, sino que es el mismo gremio médico que debe mantener vivo el recuerdo de lo vivido y de quienes pusieron su vida por delante debe existir una voz silente haciendo un monumento donde los niños de estos tiempos, sepan siquiera que en El Salvador hubo héroes. Sí, héroes llamados médicos.

De ser una profesión culmen y en la cúspide de todas las profesiones, ahora no solo es momento de celebrar si no de conmemorar a quienes perdieron la vida.

Dejamos de ser personas honorables. Se recibía un honorario; ahora, recibimos un salario, proveniente de la sal para llevar sustento a nuestra familia.

Todo médico es una persona que sirve a una comunidad, no somos enemigos de nadie. Solo nos interesa la salud del pueblo salvadoreño que merece la mejor atención y lo mismo merece el médico salvadoreño.

Ya todo pasó, todo es historia, todo es olvido; sin embargo, que sirvan estas líneas como un tributo a todos aquellos médicos que a pesar de saber el riesgo que se corría al enfrentar a un virus letal jamás se amilanaron, jamás dejaron abandonados a sus pacientes, sino que lucharon con denuedo, como verdaderos hombres de bien. Ahí la familia del médico pasaba a segundo plano. Solo importaba el paciente, salvar esa vida.

Realmente fue una batalla desigual; el virus era invisible; el médico, a pesar de la fatiga, no contar con todos los conocimientos necesarios hicimos camino al andar y en jornadas extenuantes, decidió que la pureza del blanco de su gabacha, derrotara al virus y sí que lo logró.

Cada quien tiene derecho a celebrar como mejor le plazca pues claro que lo merecemos. Este año es un día Domingo, tenemos la opción del resguardo espiritual y elevar una oración por todos los colegas, grandes médicos que dieron su vida por salvar la de sus pacientes. Decido elevar una plegaria por todos aquellos colegas que, deben ser recordados, hoy, mañana y siempre.

Una sugerencia al Colegio Médico: que sea la voz de la historia y que lo sucedido no se pierda en el tiempo para que sea recordado por las futuras generaciones; que entiendan que el Juramento Hipocrático no es algo del diente al labio sino que desde el momento en que escogimos tan noble profesión, básicamente nuestra vida ya no nos pertenece, pertenece al paciente: Nuestra razón de ser.

 “El Día del Médico” lo celebramos cada día, en cada consulta que atendemos a un paciente prodigándole nuestros conocimientos. Nuestro respeto y nuestro cariño en nuestros consultorios, somos hombre y mujeres de paz, que en el mayor anonimato, somos celosos con nuestra profesión, cuidamos a nuestros pacientes y a pesar de que ahora la tecnología está en la palma de nuestras manos, seguimos olfateando como los mejores sabuesos el dolor, la impotencia, el llanto y la felicidad del paciente.

 No somos seres de otro planeta. Nos hemos preparado con ahínco y agradecemos a todos nuestros maestros que fueron parte de nuestra formación, somos personas comunes y corrientes, con el único agravante, que estamos dispuestos a dar nuestra vida por otros. Algo muy propio del gremio médico. A pesar de que no pasan ni cinco años y ya se siente que la pandemia solo fue una historia más. Que este 14 de julio y todos los días del año Dios nos bendiga.

Médico.

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