Al preguntarle a Carlos (nombre ficticio) sobre qué piensa de esta escalada de ataques contra parientes de policías, responde: “Están matando a gente indefensa, personas que no tienen nada que ver en esta violencia incomprensible que vive el país. Es injusto”, dice.
Carlos es un policía de los veteranos, de esos de carácter serio y de hablar suave. La noche del domingo se sumó a la larga lista de policías a quiénes les han asesinado un pariente en la última semana supuestos pandilleros, según las investigaciones de la Policía.
El policía era hijo de José Efraín, un anciano de 73 años, que se dedicaba a la agricultura y tenía experiencia en destazar reses. Era bueno, dadivoso, muchas veces repartía algunas libras de carne entre los más necesitados del pueblo de San Emigdio, La Paz.
El septuagenario fue asesinado en su modesta casa. Foto/ Lissette Lemus
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“Acá lo vamos a sentir a don José, era originario de este pueblo y muy querido. Es repudiable lo que le pasó” , relata una vecina que tenía más de 50 años de conocerlo.
Carlos relata que lo que más hubiera deseado en la vida, es haber estado en el momento que atacaron a su padre.
“Hubiera deseado estar acá en la casa para defender a mi viejo. Lo imagino y de seguro del primer golpe perdió el conocimiento. Uno se conforma cuando un pariente muere de una enfermedad natural o un accidente, pero de esta forma es difícil asimilarlo”.
El agente señala que los policías están preparados para morir, secunda con muchos de sus compañeros que señalan que “desde que se ponen el uniforme, la placa y la pistola, están listos para enfrentar al enemigo”.
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“Esto se debe de terminar, los buenos somos más en este país. El Salvador necesita cambiar de esta situación. No es justo que muera gente inocente. Yo estoy dispuesto a defender a cualquier persona en la calle y auxiliarla. Por eso soy policía”, afirma el agente.
Carlos sostiene que el Gobierno y todos los sectores del país deben de trabajar más por los buenos ciudadanos. Hacer un cambio de leyes y endurecerlas y no ir en contra de los buenos.
El policía narra que nunca la violencia le había hecho daño, pero sí a sus compañeros, a quiénes les había dado ánimo y apoyo espiritual.
Los amigos de don José llevaron ofrendas florales y dieron apoyo a la familia. Foto/ Lissette Lemus
El septuagenario fue atacado a machetazos a las 8:45 de la noche en una modesta casa del municipio de San Emigdio. Estaba solo y descansado. Varios sujetos entraron a la vivienda y lo atacaron a traición.
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La Policía fue alertada de inmediato pero tardaron en llegar. La patrulla más cercana se encuentra en Paraíso de Osorio, no tenía gasolina y los agentes se movieron en un carro particular, aseguran los testigos.
El cadáver fue trasladado a Medicina Legal de San Vicente y después de 24 horas, la familia le realizó una modesta vela en una de las principales calles del pueblo. Don José será enterrado este día en el cementerio municipal. Desde temprano amigos de la familia ya preparaban la bóveda dónde será sepultado.
San Emigdio es un pueblo colindante entre los departamentos de Cuscatlán y La Paz. Vive de la agricultura y pequeños comercios como tiendas y talleres. No hay mucho turismo ya solo está de paso para ir en la carretera Panorámica para llegar al lago de Ilopango.
Sus vecinos afirman “que en el pueblo no hay pandillas, pero hay sujetos que les colaboran para cometer delitos y por eso el lugar se está arruinando”.
Las fuentes señalan que los pandilleros de las riberas del lago suben hasta el pueblo para coordinar delitos. También llegan de San Miguel Tepezontes y los alrededores.