Cómo saber si las rabietas de tu hijo son en realidad un Trastorno de Oposición Desafiante

El Trastorno Opositivo Desafiante (TOD) afecta a niños y adolescentes, quienes no atienden a ninguna autoridad. En el marco de la ponencia “Hijos desafiantes”, el psiquiatra Otto Castro brindó confianza a los padres de que sí puede existir un cambio positivo.

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elsalvador.com

Por Sara Castro

2018-06-09 6:21:25

Una tranquila comida entre familia puede tornarse hostil por el mal comportamiento de un hijo, un capricho que altera el día, una orden no atendido que desencaja a los progenitores, una respuesta desafiante ante ese mandato o la irritabilidad frecuente en un niño o adolescente pueden originar una disfuncionalidad en el hogar cuando se vuelve un patrón de comportamiento. La desobediencia o rebeldía es parte del desarrollo de un infante, pero ¿cuándo llega a ser considerado un Trastorno de Oposición Desafiante (TOD)?

El TOD es un trastorno “de conducta disruptiva (que causa molestia), caracterizado de un patrón de enojo o ánimo irritable”, de acuerdo con el psiquiatra infanto-juvenil, Otto Moisés Castro. Diferenciarlo de una desobediencia “típica” de la edad es una compleja situación para algunos padres de familia, pues no existe una “difusión adecuada de información sobre los comportamientos infantiles”. Según Castro, el comportamiento que caracteriza a un niño con este trastorno podría conllevar a problemas más profundos en la adolescencia o, incluso, en la adultez.

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Con mucha frecuencia, lo que el niño necesita es consistencia en las normas, las reglas, los límites y las consecuencias de no respetarlos.

Pero para entender la diferencia entre una rabieta o enfado dentro de un marco de “comportamiento común” a un carácter irritable, desafiante o argumentativo, propios del TOD, hay que hacer una clara distinción entre temperamento y carácter. Según el psiquiatra de adolescentes José Miguel Fortín, todo ser humano nace con un temperamento, que lo acompaña toda la vida, pero es el carácter el que se forja por medio de los círculos sociales (padres, maestros, entorno social), el que “moldearán” a un niño o adolescente y construirán la personalidad.

Un pequeño con una tendencia a la discusión, con un comportamiento hostil hacia las figuras de autoridad, vengativo, con poca tolerancia a la frustración, con rabia o rencor, que no obedece a las órdenes de los adultos y con pocos o ningún amigo, claramente es un chico que sufre este trastorno.

Foto retomada de media1.popsugar-assets.com.

Para Castro hay tres factores de riesgo claves en los niños que padecen el Trastorno de Oposición Desafiante: los biológicos, los psicológicos y los sociales. “Los factores biológicos se refiere a la herencia, si hay padres que han tenido ese comportamiento habrá hijos iguales; también están relacionadas las deficiencias nutricionales y el mínimo cuidado durante el embarazo, ya que en esta etapa puede haber alteraciones en algunas estructuras cerebrales que están relacionadas con el control del impulso”, explicó el especialista.

Los factores psicológicos radicarán en el tipo de crianza, el involucramiento de los padres en el desarrollo de los hijos, en la congruencia de la educación, si existen abusos, madres o padres agresivos o con dificultades de apego. Y los sociales surgen a raíz de la pobreza, el rechazo social, la marginación y la exclusión social. Todo ello “genera resentimiento y comportamiento oposicional”, indicó Castro.

El TOD se vuelve más difícil cuando los rasgos o características de otros trastornos se mezclan, como el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno bipolar, la depresión y los trastornos relacionados con el aprendizaje.

Para algunos progenitores el panorama puede ser desesperanzador, pues los castigos, las órdenes y las pláticas mesuradas no tienen ningún efecto positivo: la conducta sigue siendo desafiante y la personalidad de “pequeño tirano” se reafirma.

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A pesar de ello, la psicología tiene soluciones para abordar este trastorno que es detectado, mayormente, en niños y niñas de entre 5 a 10 años, y que sin ninguna atención podría conllevar, incluso, al abuso de sustancias y a problemas sociales en la adultez.

De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el primer paso para afrontar el TOD es que el niño sea evaluado por un especialista luego de que los padres hayan identificado que el patrón de desafío ha durado “al menos seis meses”, y que haya traspasado los límites del mal comportamiento normal de la infancia.

Para Castro, el equilibrio en los padres de familia o tutores será clave para manejar el TOD diagnosticado en el niño o adolescente.

“La familia debe lograr encausar. Cuando tengo tantas cosas debo priorizar: dar importancia a los hijos, tal vez no podrá hacer todo lo que él quiera, pero cinco o diez minutos de plática con el niño, ir al parque para jugar con él unos minutos no es algo que vaya a afectar la vida”, expresó Castro.

Y es que ante el TOD, madre y padre deberán criar con amor, de acuerdo con el psiquiatra salvadoreño, ello implica no solo el apego al hijo;si no, también, el establecimiento de límites desde que están pequeños.

Educar a los hijos sin golpes

“La crianza tiene que ver con las cosas que sí puede hacer y las que no. Tengo que ser un padre congruente: ¿cómo es mi hijo? Si es inquieto o impulsivo no le voy a aplicar una situación muy rígida porque sé que no la va a poder sostener, pero no me iré al extremo de la violencia”, agregó el especialista.

Cuando los progenitores logren trabajar en conjunto, estableciendo el control de las respuestas negativas, los ajusten de las normas, el desarrollo social positivo y el desarrollo del lenguaje (especialmente en la expresión de emociones y sentimientos) serán eficaces y la disfuncionalidad en el hogar será remota.

A continuación, compartimos algunas recomendaciones que los especialistas en psicología y psiquiatría brindan a los padres de niños diagnosticados con un Trastorno de Oposición Desafiante:

1) Aprender a prestar atención al hijo: la cercanía y el acompañamiento será importante para el niño con TOD. Con una significativa comprensión las respuestas negativas se verán minimizadas. Platicar, jugar juntos, la colaboración compartida en tareas domésticas son acciones que le ayudarán.

2) Terapia familiar: no solo el niño deberá asistir al psicólogo, también los padres deberán tener un entrenamiento y una guía profesional para saber cómo abordar al chico en casa. La orientación contribuirá con resolución de problemas o situaciones conflictivas, así como el manejo del enojo.

3) Órdenes de manera eficaz: una de las características de este trastorno es la desobediencia insistente, ante ello, el padre deberá explicar las órdenes de manera concisa y tranquila, sin perder la paciencia. Si el chico obedece, pero de mala gana, deberá valorar más la conducta positiva: “ha acatado”.

4) Aprende a castigar: los castigos deberán ser congruentes con las faltas cometidas y deben ser constructivos. No se recomienda el castigo físico, pues el niño se volverá rencoroso. En caso de que sea aplicado, este deberá tener un rasgo específico:el padre de familia no debe estar enojado.