Una periodista llamada Mercedes Madriz de Altamirano

Fue mucho más de lo que se ha dicho de ella en discursos, foros, artículos. Doña Mercedes fue empresaria, estratega, analista, periodista, hija, esposa, madre... una mujer empoderada que hizo historia en la Centroamérica del siglo XX.

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Foto: EDH / Archivo

Por Rosemarié Mixco

2021-05-02 7:34:45

No tuve el privilegio de conocerle en persona, pero me hubiese encantado escucharla. Atender sus recomendaciones literarias y aprender de su habilidad para tomar decisiones.

He escuchado tantísimo sobre Mercedes Madriz de Altamirano (1906-2006), que intuí saber lo suficiente. Pero si en vida no se alcanza a descubrir a una persona en su totalidad, menos después de su muerte.

Mucho se ha dicho de ella en discursos, foros, artículos, audiovisuales... pero aún falta por descubrir. Como una de la primeras mujeres periodistas de Centroamérica, su legado es esencial para todo aquel que nace con tal vocación.

La deuda con doña Mercedes es grande, sobre todo si se toma en cuenta que la historia del siglo pasado fue escrita por hombres.

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En la era del #MeToo, es imperante que académicas e historiadoras retomen su vida y la visibilicen desde un ángulo femenino. Desde la visión de una mujer.

Para escribir estas líneas, la leí, escuché, percibí su espíritu latente en cada rincón de su Diario y en ese ADN que heredó a su gran empresa.

A 85 años de que ella y su esposo fundaron un periódico independiente y propositivo el 2 de mayo de 1936, es ineludible recordar algunos de los hitos que la periodista Mercedes Madriz de Altamirano heredó a su amado El Salvador.

Doña Mercedes junto a su hijo Enrique Altamirano Madriz. Foto: EDH / Archivo

Nació de madrugada, el 19 de enero de 1906, en San Salvador. Su padre, el abogado y expresidente José Madriz, era nicaragüense y su madre, Hortensia Cobos, hondureña. Fue la tercera de cuatro hermanos y desde muy pequeña enfrentó grandes retos.

Luego de quedar huérfana y crecer con parientes cercanos, se enfocó en desarrollar sus aptitudes y vivir de acuerdo a los principios inculcados por sus padres.

En sus años escolares, destacó entre el alumnado del Liceo Francés como estudiante y deportista. Además, reafirmó su pasión por la lectura y asimiló cualquier cantidad de conocimientos. Construyó su espíritu intelectual e inquisitivo.

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A su esposo Napoleón Viera Altamirano, al que amó y admiró hasta el último día de sus 100 años, lo conoció a finales de los años 20, durante un viaje en lancha por los manglares del Estero de Jaltepeque. Descubrieron que ambos admiraban la obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, mientras comentaban sobre su libro “Al despertar de la muerte”.

Contrajeron matrimonio en 1930 y concibieron dos hijos: Enrique y Marina. Ella lo describió como su gran maestro de periodismo. “Yo recibí una verdadera educación universitaria en periodismo a su lado. A ello se agregaban mis propios conocimientos, mi deleite por la lectura que sigue siéndome fiel”, afirmó en su oportunidad.

En 1936 fundaron El Diario de Hoy, luego de ella gestionar el financiamiento necesario para echarlo andar. No tenían capital, pero sí muchos sueños y proyectos, que con los años fueron edificando uno de los periódicos independientes más audaces y propositivos del país y el istmo.

Fue una mujer emprendedora, valiente, curiosa, una apasionada de la lectura y gran conversadora. Foto: EDH / Archivo

Pero antes, conoció los horrores de la dictadura, la censura y el dolor más grande que una mujer puede padecer.

Todo llegó de golpe. Mientras tomaba las riendas de la dirección del diario, su esposo fue condenado al exilio en tres oportunidades, enfrentó el constante escrutinio de un censor dentro de la empresa y aunque la obligaron a suspender la distribución de los periódicos nunca se dejó vencer. Ni siquiera al sufrir la muerte repentina de su hija menor, de tan solo 6 años.

Apoyada en una plana de valientes periodistas, leales a los principios y convicciones de sus líderes, guio su empresa por el rumbo que ella y su esposo trazaron. Siempre al frente de su batallón. No fue una mujer dulce, más bien una emprendedora valiente, una apasionada lectora, curiosa y gran conversadora.

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Creció como periodista y empresaria junto a grandes talentos de la literatura nacional. Con ella, defendieron la libertad y la soberanía del país pensadores y escritores de la talla de Serafín Quiteño, Arturo Ambrogi, Alberto Guerra Trigueros, Claudia Lars, Raúl Contreras, Hugo Lindo, Luis Gallegos Valdés, Ricardo Trigueros de León y Antonio Rodríguez Porth.

Con los años, su sabiduría fue luz para muchos líderes nacionales y extranjeros, gozó del respeto y la admiración de varias generaciones.

Su pasión, su mística, su trabajo, la hicieron merecedora de un sinfín de premios y reconocimientos.Y como madre y abuela, supo mantener la unión familiar que le inculcaron sus padres.

En el marco de su centenario, en 2006, se publicó un especial sobre su vida. Foto: EDH / Archivo

“Estoy orgullosa de haber sido como soy”, expresó doña Mercedes, el día que recibió la Orden José Matías Delgado, convirtiéndose en la primera mujer salvadoreña en recibir tal distinción.

Siempre sugirió a quienes la rodeaban, aprovechar al máximo los beneficios de la lectura y fue una férrea defensora del idioma y las artes.

Nunca retrocedió ante sus enemigos y jamás desistió en su lucha por defender la independencia periodística y la libertad de las naciones. “Estuve 10 años con mamá y 90 años con doña Mercedes”, asegura su hijo Enrique Altamirano Madriz, quien siguió los pasos de sus padres desde la trinchera del periodismo.

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Dejó este mundo en 2006 convencida que en ningún tiempo, en ninguna época, hay que bajar la guardia ante los enemigos de la democracia y el desarrollo de un país.

Su legado sigue vivo y seguirá latente en cada página de la historia de El Diario de Hoy.