¿Por qué hay tantas películas de terror?

Es el género cinematográfico que más ha crecido en los últimos años. Detrás del fenómeno hay toda una explicación.

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elsalvador.com

Por Claudio Martínez

2016-11-09 6:51:00

Cuando se analiza la cartelera de cine, tanto aquí como en cualquier otra parte del mundo, podrás ver que en el menú de opciones nunca falta una película de terror. Es más, a veces hay más de una. Y ni hablar si se accede a Netflix, donde la oferta se multiplica hasta límites insospechados. Entonces surge la pregunta: ¿por qué hay tantas películas de terror? Una simple búsqueda en IMDB –la Biblia en consultas sobre películas– arroja una cifra interesante: en 2016 se produjeron 1,814 diferentes películas de terror en todo el mundo: unas 896 se estrenaron y otras están en etapa de rodaje o postproducción. 
¿Tan exitoso es este género para producir semejante cantidad? Hay siete razones para pensar que sí.

 

Bajos costos

Hacer una película de terror no es algo caro, sobre todo si se lo compara con cintas de cualquier otro género. Así ha sido desde los tiempos de La masacre de Texas, de 1974, que costó apenas $140,000 y recaudó $26 millones. Mientras que en la actualidad producir una película normal de Hollywood requiere de 70 millones más otros 30 para marketing (hay superproducciones de 200 y 300 millones), al género de terror le bastan con un par de millones, y a veces menos. Un ejemplo es Jason Blum, uno de los padres del cine de terror moderno y que se dio a conocer con Paranormal Activity (2009), filme que se produjo por 15,000 dólares y llegó a recaudar $200 millones. “¿Qué haría si me dieran 100 millones para una cinta? Con eso yo hago 35 películas…”, respondió Blum.

Alta rentabilidad 
Con costos tan bajos, las posibilidades de rentabilidad son muchas. No en vano Paranormal Activity es la película más redituable en la historia del cine: recuperó la inversión en un 434,000 %. La segunda también es de terror: The Blair Witch Project (1999), que se produjo por $ 60,000 y obtuvo en taquilla $250 millones. Si una película no funciona, el riesgo es mínimo; y si tiene éxito, todo lo que viene es 
ganancia. Hace unas semanas, la cinta de terror Don’t Breathe -que costó $10 millones- recaudó en su primera semana $26 millones y ya lleva $89 millones, unos 8 millones más que Teenage Mutant Ninja Turtles, cuyo rodaje costó $135 millones. 

Universalidad
A diferencia de otras películas con muchos diálogos o humor que se pierde en las traducciones, el género de terror no tiene barreras. El miedo es universal, está en la misma condición humana. Eso también explica por qué son tan fáciles de adaptar películas de terror asiáticas y por qué cintas como El Conjuro 2 (costó $40 millones) y ya ha duplicado internacionalmente ($217 millones) lo que cosechó en Estados Unidos ($102 millones). 

Audiencia fiel 
Si bien los estudios dicen que en el rango de los jóvenes,  especialmente los que están entre los 18 y los 24 años, es donde más ha caído la asistencia a los cines en los Estados Unidos, esa tendencia no la han sufrido las películas de terror. 
Es más, “la experiencia del miedo” hace que ese tipo de filmes sean vistos en una sala de cine y no en casa. 
La audiencia típica de estas cintas es un grupo de amigos, preferentemente hombres, pero también es común en parejas, sobre todo si es en la primera cita. 

Proclive a secuelas

El negocio de una película de terror lleva implícita sus respectivas secuelas. Pero mientras que en el Hollywood tradicional hacer una segunda parte de un éxito conlleva a elevar peligrosamente el presupuesto al doble o triple, aquí no ocurre eso. Y si bien las continuaciones de las películas de terror también elevan su costo (Paranormal Activity 2 se hizo por $3 millones y la 3 y la 4 subieron a $5 millones) no desequilibran el modelo de negocio. Además, ya con el suceso de la primera el resto son más fáciles de mercadear. Eso sí, las secuelas en este género llegan año a año y no cada dos, como en otro tipo de franquicias. “Vivimos en una cultura del ADD. Si algo tiene éxito, hay que actuar rápido”, asegura Phil Contrino, de BoxOffice.com

 

 

No requiere estrellas
Gran parte del secreto del bajo presupuesto es que estas películas no necesitan actores famosos en el elenco, de esos como Tom Cruise y Ryan Gossling que pueden llegar a cobrar $20 millones. “Aquí no hay actores de renombre, tampoco explosiones enormes”, explica Bruce Nash, del sitio The Numbers. De hecho, el productor Jason Blum, revela “su” método para pagar al director y actores de sus películas: le da una participación en las ganancias del filme en vez de un gran salario. “El actor apuesta por el proyecto, y si nos va bien todos ganamos. Cuando tienes gente que solo cobra si la película hace dinero, todos están alineados…”. Además, siempre está la posibilidad de que entre esos jóvenes actores desconocidos haya un potencial movie star y la cinta se convierta años después en algo de culto. Leo DiCaprio, por ejemplo, hizo Critters 3 cuando tenía 17 y nadie sabía de él. Bradley Cooper participó de My Little Eye, una cinta inglesa de terror. Jennifer Aniston, Johnny Depp, Brad Pitt y muchos más se suman a esa lista. 

Fáciles de filmar 
En  la mitad de los años 90 se produjo una alza importante en las películas del género, incremento que ha ido en ascenso año tras año. ¿La clave? Este fenómeno empezó en 1997, cuando el formato DVD empezó a hacerse popular y apareció la tecnología digital. A partir de entonces, cualquiera con una simple cámara podía rodar una película por poco dinero y distribuirla haciendo copias en un disco. El dinero dejó de ser un obstáculo para hacer este tipo de filme.  Hasta se puede hacer con un teléfono móvil.