Ahora resulta que es pecado ir a la Asamblea a rendir cuentas

“Rendir cuentas” es no solo normal sino obligatorio para todo funcionario, productor, ejecutivo y hasta empleados; va desde “estimado gerente, la Junta Directiva...” hasta “Juan, por favor, informame de lo hecho esta semana como encargado de la limpieza...”.

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El perro que era aparentemente sano, en abril comenzó a presentar mucosidad espesa en la nariz y dificultad para respirar. Foto de referencia Poxabay.

Por El Diario de Hoy

2020-07-29 8:55:36

Nelson Fuentes, ministro de Hacienda hasta el martes y considerado uno de los técnicos en el gabinete, fue prácticamente obligado a renunciar, según se dice, después de presentarse a la Asamblea a rendir cuentas, un imperdonable acto frente a un régimen que rehúsa sistemáticamente justificar gastos, detallar erogaciones, aclarar cuestionamientos…
Su sustituto es el que fungía como viceministro de Ingresos, José Alejandro Zelaya Villalobo, pese a que ha sido demandado en el Tribunal de Ética Gubernamental por la compra con sobreprecio de protectores faciales para el Ministerio de Salud a una empresa fundada por el funcionario.
“Rendir cuentas” es no solo normal sino obligatorio para todo funcionario, productor, ejecutivo y hasta empleados; va desde “estimado gerente, la Junta Directiva…” hasta “Juan, por favor, informame de lo hecho esta semana como encargado de la limpieza…”.
Pero eso no se tolera por el actual desgobernante, que cree estar en su derecho divino de gastar sin ocuparse de detallarle a nadie en qué se usó y cómo se usó el dinero, pues “papá sabe lo que hace”.
Y lo que se hace es dar negocios a la parentela y la cherada, comprarle insumos al primo del ministro (pero a mayor precio que los de mercado), adquirir granos en Sinaloa a un sobreprecio de más de dos millones de dólares pese a que los había disponibles en plaza, negarse a rendir cuentas a la Asamblea “pues creo estar infectado de COVID-19”…
Esto incluye la comparecencia en la Asamblea de funcionarios que rehúsan responder preguntas además de hacer señales injuriosas con las manos y defender públicamente a individuos que descaradamente se niegan a justificar millones de origen desconocido en su patrimonio.
La empleada de una dependencia se indignó porque la llamaran así “pues era faltarle el respeto”. ¡Vaya cristal que se rompe con solo mirarlo…!
“Si yo quiero que este personaje amoral y soez sea diputado, pues diputado será; alguien tiene que insultar a los diputados que rehúsan domesticarse, que se resisten a reconocer la condición divina del Gran Hermano”… Como Stalin, Hitler, Putin, Xi Jinping, Erdogan y los Castro entre muchos otros…
El “Gran Hermano” se siente muy protegido por el Visitador de la Real Audiencia…
No se puede engañar a toda la gente todo el tiempo, aunque algunos sigan embobados
El “pequeño problemita” en todo esto es que los fondos que tan despreocupadamente se mal usan, se despilfarran, se hacen desaparecer en bolsillos privados no son dineros enviados a El Salvador por los obispos holandeses o donativos ordenados por el Presidente Trump, sino dinero de la gente de este país, fondos que se generan con el sudor, la inventiva y los sacrificios de los salvadoreños de toda condición, que los pagan a través de impuestos o de los precios de su comida.
Esto vale tanto para las recaudaciones fiscales que manejó Nelson Fuentes como para los préstamos que se reciben y que, de una forma u otra, tendremos que pagar todos los pobladores de este victimizado suelo.
¿El secreto detrás de esa actitud?
Pues que las Fuerzas Armadas están a su servicio, no al servicio de la República sino al servicio del señor presidente… Como en tiempos del señor presidente general Hernández Martínez, la variante salvadoreña de la guardia pretoriana de los emperadores romanos.
El creciente descontento ante tal estado de cosas, el rechazo a imposiciones sin sentido, los pésimos efectos de medidas arbitrarias en los contagios y la falta de protección a médicos y personal de salud son más palpables día a día, pues “se puede engañar a toda la gente parte del tiempo, o a parte de la gente todo el tiempo, pero no a toda la gente todo el tiempo…”.