¿Qué gusanera halló el presidente de la CEL que prefirió renunciar?

Halló un estercolero o no se sintió capaz de enfrentar el reto de erradicarlo. Lo cierto es que poner orden no es tarea para nadie, por lo que la Presidencia debe contratar una firma de auditores foránea que analice el estado financiero, ponga las cosas en orden, deduzca responsabilidades y, al estar todo clarificado, se incorpore a la marcha normal de las instituciones clave del país.

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Foto: Edwin García

Por El Diario de Hoy

2019-07-16 6:09:53

La enorme gusanera que probablemente encontró don William Granadino, nombrado presidente de CEL, causó que a los 45 días renunciara del cargo, lo más seguro para no exponerse a que más adelante lo estuvieran culpando de robos y desórdenes ajenos, pues hartamente se ha denunciado que en esta última década perdida los efemelenistas hicieron de la entidad una suculenta “caja chica”.

Sólo hay que ver el caso de El Chaparral, por el que le pagaron 108 millones de dólares a una empresa italiana por dejar tirada la construcción de la represa, o el pago de más de siete millones de dólares a una empresa brasileña por diseños inútiles y quién sabe cuántos despilfarros multimillonarios más hubo, avalados por esa entidad autónoma.

Falta ver también qué más hicieron con la expansión de la 5 de Noviembre, con LaGeo y las misteriosas y abultadas arcas de la INE —que ni la Corte de Cuentas puede fiscalizar—, así como con los demás componentes de lo que llegaron a llamar el “Grupo CEL”.

Halló un estercolero o no se sintió capaz de enfrentar el reto de erradicarlo. Lo cierto es que poner orden no es tarea para nadie, por lo que la Presidencia debe contratar una firma de auditores foránea que analice el estado financiero, ponga las cosas en orden, deduzca responsabilidades y, al estar todo clarificado, se incorpore a la marcha normal de las instituciones clave del país.

El manoseo de la CEL por los pícaros es el principal motivo por el cual los precios de la electricidad son de los más altos de la región, lo cual afecta la competitividad de nuestros productos y retrasa la normalización de la economía.
La población no ha tenido un respiro desde hace más de quince años para tomar control de sus asuntos, acabar con el saqueo fiscal y disponer con amplitud del fruto de sus esfuerzos.

El país no acaba de reponerse y ya hablan de otra alza al salario mínimo

Desplumar a los salvadoreños parece ser la consigna, incluyendo la de elevar el salario mínimo sin pensar en las consecuencias que tal cosa acarrea al empleo.

El mito de que los salarios mínimos elevan la calidad de vida de un conglomerado se viene martillando desde hace tiempo, lo que hace que grupos sindicales presionen para establecerlos y elevarlos cada cierto tiempo, sin reflexionar que son espejismos sin base, sueños de opio.

Es obvio que si los salarios pudieran establecerse por decreto sin efectos negativos, habrá que fijarlos de inmediato en unos cinco mil dólares para cada trabajador en esta tierra.

Tal superstición económica llevó al gran experimento castrista con los salarios: como “todos somos iguales” pues todos deben devengar lo mismo; en Cuba la idea llevó a fijar un salario general de entre treinta y cuarenta dólares, lo que es causa de la terrible pobreza que afecta la Isla, forzada a vivir del tráfico de drogas suministradas por la narcodictadura venezolana.

No es casual que por no pensar haya tantos en España y Europa que no se explican por qué un taxista no devenga lo mismo que un ejecutivo de empresa, o un connotado cirujano, o un experto ingeniero estructural.

El problema es que aquí caigamos en el mismo espejismo…