Un noble ensayo en África para superar hambrunas bíblicas

Los recursos son limitados pero la imaginación es ilimitada. Y la imaginación del padre Nzamujo es lo que puede vencer el hambre no solo en África, sino en toda región que padece carencias similares

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Todos los días se ve una gran cantidad de obreros en la construcción de Cifco. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por El Diario de Hoy

2020-06-25 9:47:24

La agricultura de “cero desperdicio”, donde todo se recicla y en la que los insumos naturales reemplazan fertilizantes fabricados, hormonas para animales y semillas genéticamente alteradas, está abriendo nuevos horizontes para África, donde las hambrunas, producciones insuficientes de alimentos y desempleo son una especie de maldición bíblica, muy similar a la situación que abrumaba a Europa antes de la revolución capitalista que puso en marcha Adam Smith a mediados del Siglo XVIII.
Para usar un ejemplo clásico: se dice que en los mataderos y desde hace décadas, todo lo del cerdo se utiliza, menos el chillido cuando lo sacrifican.
La agricultura de “cero desperdicio” es como las peceras selladas donde pececitos y plantas conviven gracias a la luz que dinamiza el conjunto: el pez come las plantas y éstas se nutren de sus defecaciones, manteniendo el sistema en movimiento.
Hace treinta y cinco años un científico y religioso nigeriano, Godfrey Nzamujo, profesor de la Universidad de California en Irvine, se conmovía profundamente de las hambrunas y las arcaicas modalidades de cultivar la tierra en la mayor parte de África, por lo que dispuso trasladarse a Benin para poner en practica el esquema que había ideado.
En África redescubrió un vasto territorio ecológicamente rico, diversificado y capaz de producir todos los alimentos que necesitaba.
El padre Nzamujo inició en Benin, donde el gobierno le dio media hectárea de terreno, que él denominó Songhai.
La idea que comenzó a desarrollar fue muy similar a la pecera: se sembrarían plantas diversas, instaló un gallinero del cual se obtenían huevos, usando el estiércol de las gallinas como fertilizante y como combustible.
El padre Nzamujo formó lo que denominó un anillo regenerativo, donde los desperdicios de una parte se usan como insumos en otras. No hay desperdicios.
Es muy importante, se nos dice, que no se utilizan ni insumos químicos ni combustibles de origen fósil como petróleo.
Rápidamente el esquema fue creciendo hasta que cientos de personas laboran en los campos, al mismo tiempo que diversos grupos se capacitan para repetir la experiencia en sus propios países y regiones.
En esto vale el eslogan de la gran fábrica de acero surcoreana: los recursos son limitados pero la imaginación es ilimitada. Y la imaginación del padre Nzamujo es lo que puede vencer el hambre no solo en África, sino en toda región que padece carencias similares, como en la India y muchas regiones de Hispanoamérica.

Los buenos, honestos y capaces salvadoreños deben rescatar del lodazal esta noble tierra

Lo realizado por el padre Nzamujo establece un nuevo paradigma o modelo para la agricultura en aquellos países deficitarios en producción de alimentos, pero asimismo en otras áreas productivas. Un buen ejemplo es el de un agricultor de una región casi desértica al sur del Sahara, que logra condensar agua del rocío nocturno y en tal forma ha transformado grandes áreas de terreno antes estéril, en sembrados de productos comestibles.
El Salvador, nuestro saqueado país que en un momento, antes de Saca y los efemelenistas logró alcanzar la posición de Segundo Mundo y que actualmente enfrenta la amenaza del autoritarismo sin escrúpulos, necesita que sus mejores hijos, la gente honesta y patriótica, inicien el rescate, combatan el saqueo y las malas ocurrencias, saquen a esta noble tierra del fango en que por ahora se encuentra.