Bukele pretende reelegirse, efecto de su egolatría, mesianismo

Evitar que un país se quede inerte en el tiempo, que no se paralice la evolución natural que va transformando las sociedades, es la principal razón por la cual toda democracia rechaza las dictaduras, se trate la de enajenados como Hitler, Putin, los talibanes o Donald Trump y, en nuestro caso, Hernández Martínez

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Por El Diario de Hoy

2022-01-25 9:17:45

Echando mano de un fallo judicial espurio, está claro que Bukele pretende reelegirse pese a la norma constitucional de que deben transcurrir dos periodos de cinco años antes que un presidente pueda optar a un segundo mandato.
Evitar que un país se quede inerte en el tiempo, que no se paralice la evolución natural que va transformando las sociedades, es la principal razón por la cual toda democracia rechaza las dictaduras, se trate la de enajenados como Hitler, Putin, los talibanes o Donald Trump y, en nuestro caso, Hernández Martínez, el de las “aguas ashules” y la persecución contra toda iniciativa, propuesta o postura contraria a la suya.

Las dictaduras invariablemente generan graves males, entre ellos:

—El nepotismo. En el caso salvadoreño, además de concentrar las decisiones importantes, al igual que el inagotable torrente de ocurrencias y atropellos en los seis hermanos, son incontables los casos de que se otorga a parentelas y amigatelas beneficios diversos, como el del carcelero mayor con su madre, la Colocha con sus familiares... es de suponer que al construirse el elefante blanco del estadio chino, que no necesitamos, su manejo, mantenimiento, venta de entradas, etcétera, estará en manos de ligados al régimen.

Como decimos, los conquistadores españoles cambiaban espejitos por oro; hoy en día la moneda de cambio usada por China son los estadios, con el terrible agravante de que vale más lo que están y van a destruir, que lo que luego construirán.

—Las argollas. Las dictaduras siempre generan argollas, grupos que están al acecho de resquicios o puertas abiertas donde lucrarse, valiéndose de los contactos y lisonjas que prodigan a los ligados al régimen, sino a los “meros meros”.

Ejemplos abundan, no hay que buscar mucho para encontrarlos. Se cuenta, como ejemplo de tal sobalevismo —valga la expresión— que al otrora dictador de Guatemala, Jorge Ubico, le gustaba la cacería pese a no ser precisamente un diestro tirador. En una ocasión disparó varias veces contra un jabalí, que de inmediato corrió como alma que se lleva el diablo.

El sobalevas que acampañaba al general de inmediato dijo: “Va muerto, mi general, va muerto”, pues muy “muerto” el jabalí desapareció en la espesura.

Los genuflexos, los que hasta buscan oportunidad para hincarse frente a los dictadores, abundan en toda latitud...
—Renovar políticas, ir desechando lo inútil, lo que no encaja con el paso del tiempo, no se da bajo las dictaduras, pues el dictador, que es siempre un caso de narcisismo extremo, de megalomanía, simplemente no concibe que sus ocurrencias no son lo apropiado para el país bajo la bota.

Narciso, según la leyenda griega, pasaba contemplando su imagen en el agua de arroyos, hasta que los dioses lo transformaron en la clase de sauces que crecen a lo largo de ríos.

No se debe descartar que con frecuencia todo dictador pase largos ratos frente a los espejos, embelesado con su efigie...

El régimen se cierra en ignorar el permanente cambio del mundo

—Bajo las dictaduras los cuadros de funcionarios se petrifican, son reacios a todo lo que sea cambio y, por lo mismo, no hay innovación en cómo se maneja la cosa pública, la Res publica.

Finalmente las dictaduras no logran adaptarse a las cambiantes condiciones sociales, técnicas, culturales, políticas, cierran los ojos ante lo que es el inexorable cambio del mundo, están encadenados a la enorme roca de su egolatría y tontería...

Se dice que vamos camino a una teocracia en la que el dictador es el ídolo totémico, el partido es la secta, y los ciegos fanáticos, los que le aplauden y someten a las masas.