Los lobotomizados y su papel en la política de tantas naciones

Los líderes populistas, los demagogos, despiertan el embrujo en “las masas” vendiendo promesas, futuro, dispensando atol con el dedo. Son los traficantes de ilusiones, una de las grandes plagas de todas las democracias

descripción de la imagen
Foto EDH / Archivo

Por El Diario de Hoy

2021-05-13 8:35:34

Lobotomizados es el término que nuestro columnista panameño Alonso Correa usa para describir el síndrome de la gente que sigue ciegamente a un líder político, como fue el caso del Duce Mussolini en los Años Treinta en Italia, de Hitler en Alemania, de Castro y Chávez hasta hace muy poco y de Donald Trump que, al tener casi hipnotizados a muchos de sus seguidores en el Partido Republicano, lo está destruyendo.
Que masas humanas sigan ciegamente a un líder sin cuestionar sus credenciales ni la validez de sus posturas es un fenómeno que se da en las sociedades abiertas, emulando la leyenda del flautista de Hammelin que primero llevó con sus embrujos a ratones a perecer y luego a niños, una leyenda que muchos padres narran a sus hijos pero sin que éstos necesariamente aprendan de la historia para no caer víctimas del síndrome.
Los líderes populistas, los demagogos, despiertan el embrujo en “las masas” vendiendo promesas, futuro, dispensando atol con el dedo. Son los traficantes de ilusiones, una de las grandes plagas de todas las democracias que además inventan a los “enemigos del pueblo” que el populista va a combatir, a vencer, como aniquiló San Jorge al dragón.
Ya hemos contado que entre las reliquias que Enrique IV, Sacro Emperador Romano Germánico, atesoraba estaba la cabeza de un cocodrilo con la que engatuzaron a su majestad haciéndole creer que era la cabeza del dragón que San Jorge había matado.
Los relicarios de reyes, ricos burgueses, obispos custodiaban dedos y huesos de santos, una práctica que el gran escritor lusitano Eca de Queiroz exhibe con sutil ironía en su novela “La Reliquia”, de un joven desvergonzado que convence a su piadosa tía de pagarle un viaje a Tierra Santa, de donde traerá una reliquia para ella...
Trump consiguió convencer a muchos de sus seguidores de que había sido víctima de un gran fraude, que había ganado la elección contra Biden, que muchas urnas fueron rellenadas con votos a favor de su contrincante procedentes de un país del Tercer Mundo, por lo que algunos de sus secuaces examinaron votos en busca de trazas de bagazo de caña en el papel sin lograrlo.

¿Logrará el Partido Republicano librarse de la nefasta herencia de Trump?

A causa de la “Gran Mentira” masas de lobotomizados leales a Trump asaltaron el Congreso de los Estados Unidos con la intención de matar a algunos congresistas y dar fuego o dinamitar el Gran Palacio símbolo de la democracia, lo que estuvieron muy cerca de lograr.
El asalto al Capitolio se planificó desde el momento en que Trump perdió la elección....
Contra la gran mentira del fraude se manifestó Liz Cheney, una senadora republicana hija del exvicepresidente Dick Cheney y quien sostiene que hay que limpiar al Partido Republicano de la obsesión por Trump, una hipnosis que afecta a muchos políticos que además temen que Trump movilice a sus lobotomizados para impedir que aquéllos sean reelectos o ganen en las primarias del partido.
Liz Cheney era la congresista republicana líder de los conservadores, pero que los lobotomizados de Trump o los que temen sus represalias quitaron de su posición como coordinadora para colocar en su lugar a una congresista que se dice que destaca por oportunista y que no siempre ha votado con los conservadores, lo que es una vergüenza para el partido.
La interrogante es si la gran mentira del fraude continuará enlodando la democracia estadounidense, o si lograrán superarla...