El ministro rehúsa certificar bajo juramento un presupuesto dudoso

Mucha gente en esta tierra comulga con adobes, se deja dar atol con el dedo. Valiéndose del apoyo de los incautos el desgobierno embiste contra la democracia, el orden de leyes, la decencia, la racionalidad.

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El negocio ya había cerrado en diciembre de 2020, sin embargo, el propietario no acató la orden. Foto EDH / archivo

Por El Diario de Hoy

2020-10-21 6:00:05

Era más que predecible que el ministro de Hacienda, al que han puesto al frente de la cartera, se negara a entregar información jurada sobre los distintos rubros del presupuesto para el próximo año, pues sabe, según dicen los diputados, que las cifras son maquilladas, que no responden ni al origen de los recursos ni al destino que se dará a ellos.

Y caer en perjurio lleva a la cárcel.

Los juglares de la Edad Media lanzaban al aire pelotas, boliches, objetos diversos para atraparlos en su caída y volverlos a tirar… a falta de lo que ahora enriquece nuestras vidas: información, cine, música, vídeos, teléfonos inteligentes.

Las cortes reales y nobiliarias, los pueblos, se entretenían con actos de magia, canciones, historias reales o inventadas de gestas y vidas de santos… por eso algunas misas en catedrales y parroquias eran “la gran divierta”, aunque fuera menester quemar mucho incienso para mitigar los olores de los congregados.

El actual desgobierno se las pasa montando esos espectáculos, confundiendo, creando cortinas de humo, pasando rápidamente de un entuerto a otro…

Pero la más maligna es insistir en la “necesidad” de reformar la Constitución, meter puercas manos en un documento que protege nuestras libertades, cuida el derecho de las minorías, impide que se instale en el poder una cleptocracia voraz cuyas tragaderas no tienen fondo.

La más reciente patraña es decir que los veinticinco millones de dólares que una exdirectora del Seguro Social tomó para entregarlos a los caprichos de Bukele se van a devolver “en servicios”, pese a que es imposible poner precio a tales servicios, contabilizarlos… poco faltó para decir que pagaran los veinticinco millones con cincuenta perros valorados en quinientos mil cada uno… Se embolsaron los veinticinco millones y embolsados quedan.

Se denunció que el desgobierno entregó la Lotería Nacional pese a que es atribución de la Asamblea Legislativa otorgar tales concesiones, como asimismo disponer de bienes del Estrado, lo que tampoco se cumplió al apropiarse de las instalaciones del Centro Internacional de Ferias y Convenciones para instalar en ellas un “hospital”, el que ningún informador independiente ha podido visitar.

Además los ingresos de la Lotería, se dice, se emplearán en obras patrocinadas “por la primera dama”, es decir, destinos inciertos.

La furia es contra los grupos sociales que rehúsan avalar una cleptocracia vitalicia

El infernal embrollo, que está empobreciendo rápidamente a muchas familias y grupos sociales, está destruyendo el futuro de centenares de miles de niños que merecen otro destino, se apoya en una trágica realidad: que mucha gente en esta tierra comulga con adobes, se deja dar atol con el dedo. Valiéndose del apoyo de los incautos el desgobierno embiste contra la democracia, el orden de leyes, la decencia, la racionalidad.

Se ha llegado al extremo de nombrar a una embajadora en Washington que, según muchos salvadoreños amparados en el TPS, lleva la misión de apoyar una repatriación masiva, pese a que son personas y familias que pagan impuestos, no reciben servicios pero contribuyen con su trabajo al bienestar de la nación donde residen y al de sus familiares en El Salvador enviando remesas.

El más reciente chantaje del régimen ha sido no pagar los salarios a los trabajadores y diputados de la Asamblea Legislativa, alegando que “no tiene dinero”, aunque sí lo tiene y muchísimo —más que cualquier otro— a base de endeudamiento, donaciones e impuestos.