Llega el Secretario de Estado, Mike Pompeo, a un país martirizado

El Salvador no puede, por sí solo, combatir el crimen organizado, que en gran medida se sostiene con el menudeo de la droga de Venezuela. Y mientras se mantenga en pie tal narcodictadura, no se puede esperar que en la región centroamericana baje la presión para emigrar.

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Imagen de referencia. Foto EDH/ Archivo

Por El Diario de Hoy

2019-07-18 7:57:14

Mr. Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, llega este domingo a El Salvador para analizar la situación del país y encontrar formas de reducir la migración hacia el Norte, causada principalmente por dos factores:

el primero, el maltrecho estado de la economía, resultado de quince años de regímenes corruptos y abismalmente incapaces;

el segundo, la violencia de pandillas criminales, herencia de la guerra de los años 80 desencadenada por la guerrilla marxista, de pactos con dichas bandas, el desquiciamiento social provocado por las extorsiones y fallidas tácticas de combate contra la criminalidad.

El ilustre visitante encontrará un país desangrado, saqueado, envilecido y triste.

En las negociaciones entre el Gobierno constituido y los efemelenistas se forzó en 1992 el desmantelamiento de la Guardia Nacional en lugar de depurarla, lo que generó un vacío de autoridad en todo el territorio que han llenado las pandillas, que calcan de la exguerrilla sus estructuras y estrategias.

Nuestro país no puede, por sí solo, combatir el crimen organizado, que en gran medida se sostiene con el menudeo de la droga proveniente de Venezuela. Y mientras se mantenga en pie tal narcodictadura, no se puede esperar que en la región centroamericana baje la presión para emigrar.

La actual situación que se sufre es consecuencia de que la exguerrilla nunca abandonó sus planes de obtener el poder total por medio de la violencia, por lo cual siguieron promoviendo la anarquía, el odio de clases, el envenenamiento de la juventud y el bloqueo al desarrollo del país.

Siempre hay que ir tras las causas que han arruinado naciones en lo moral y lo económico, que como plagas eventualmente contagian a sus vecinos.

A la par de personas y familias que huyen de la violencia y la pobreza, hay ralea y delincuentes que infestan los sitios donde ponen pie, como el caso de las “maras” que el presidente Trump etiqueta como las más peligrosas de la actualidad.

Combatir el crimen requiere mucho más que enviar policías y tropa a las ciudades y barriadas bajo el asedio de la delincuencia, pues cuando el policía y el soldado se retiran, los malvados salen de sus escondrijos.

Falta reforzar la inteligencia estatal, aplicar tecnología para hacer un mapeo de los grupos criminales, requisar las cárceles a fondo y con frecuencia, remover a jueces que por complicidad liberan a facinerosos capturados por agentes policiales incluso a un gran riesgo personal.

Persiste la semilla de la violencia resultante de la guerra de los años 80

Es esencial ir tras los sicópatas que secuestraron y asesinaron a personas inocentes, abominables hechos que son causa de lo que llamaremos “la tristeza nacional”, la amargura de un pueblo saqueado, cuya infraestructura fue arruinada, que perdió sus majestuosos puentes sobre el Lempa, levantados por la firma que construyó el Golden Gate.

La semilla de violencia que se implantó ha llevado a los feminicidios, a la crueldad contra niños, al miedo generalizado.

Los países no prosperan a base de ocurrencias ni imposiciones, sino adoptando las fórmulas exitosas de nuestra época, fundamentadas sobre el libre mercado para así devolver la paz y la convivencia pacífica a las naciones.