La causa de parte del éxodo de miles hacia Estados Unidos es relativamente fácil de adivinar: el tráfico de drogas ha empobrecido a la región, además de alentar la violencia, lo que se agrega a las causas por las cuales tantos emigran hacia el Norte.
En Honduras el empobrecimiento de las clases trabajadoras y la falta de oportunidades de empleo —lo que se suma a la corrupción y el saqueo atribuidos al grupo gobernante— ha causado que la gente no tenga posibilidades de cubrir lo esencial de sus necesidades básicas, que las familias se vean en problemas para alimentarse, educar a sus hijos, curarse.
En El Salvador después del saqueo de los efemelenistas y la incierta situación política causada por el intento de golpe de Estado del 9F o el popularmente llamado “bukelazo”, a lo que suman los problemas derivados de la creciente epidemia del coronavirus, más y más familias buscan donde emigrar, tanto para escapar de la pobreza como ponerse a salvo de la violencia.
Pero como en las películas en las que los protagonistas no quieren reconocer que el ser diabólico está en su entorno, toda América, de norte a sur, esquiva entrarle a la causa del problema: la narcodictadura venezolana y el eje La Habana-Managua-Caracas, a lo que debe agregarse el gobierno de Pedro Sánchez en España aliado con los grupos políticos más despreciables, encabezados por los descendientes del asesino de Paracuellos, Santiago Carrillo.
Es tal la complicidad que la vicepresidenta de la narcodictadura fue recibida en Barajas por uno de los ministros de Sánchez, pese a la prohibición de la Unión Europea de que ningún secuaz de Maduro toque suelo europeo.
Trump mismo ha dicho que los carteles de la droga son grupos terroristas, más después de la masacre de una familia mormona perpetrada por unos narcos en el norte de México, un crimen espantoso que fue condenado por mexicanos y no mexicanos.
Pero nada, por hoy, hace que los Estados Unidos tomen acciones efectivas contra esa banda que ha empobrecido a uno de los países más dotado de riquezas en el mundo, después de que Hugo Chávez llegara al poder con el voto de incautos venezolanos, el gran problema de todas las democracias.
El actual régimen en nuestro país amenaza y persigue a sus críticos
Después de amenazar diciendo que todas las opciones están sobre la mesa, incluyendo la militar, ahora tanto europeos como estadounidenses abogan por una “salida pacífica a través de elecciones libres”, como si es concebible que Maduro, Ortega, los Castro, Putin y la teocracia iraní van a permitir elecciones libres, que no recurrirán a fraudes como hace muy poco Maduro y Ortega, este último que tajantemente ha dicho que no van a celebrarse elecciones en Nicaragua, que fue un grave error dejar que Violeta Chamorro fuera electa a la presidencia.
De igual manera como el agua no se mezcla con el aceite, no existen medios de información libres e independientes en dictaduras, pues rápidamente las derrumbarían.
La libre información es la libertad que tutela el resto de libertades, pues sin ese derecho es imposible denunciar abusos, corruptelas o actos contrarios a un orden democrático.
El actual régimen viene ejerciendo toda clase de presiones y amenazas contra sus críticos, llegando a usar fondos públicos para humillar a quienes discrepan de sus posturas o denuncian sus arbitrariedades, no digamos denunciar el intento de golpe de Estado.