Truman, expresidente de Estados Unidos y el hombre que ordenó lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, además de destruir la mayoría de las grandes ciudades alemanas, dijo que si a alguien no le gusta el calor, que se salga de la cocina…
Precisamente, “salirse de la cocina” es lo que ha hecho el señor Fiscal General, no interviniendo de inmediato por la desobediencia de funcionarios a órdenes judiciales de la Sala de lo Constitucional y yéndose a Washington cuando Bukele ataca a la misma Sala, a jueces, familias y medios, además de cuestionarse crecientemente el uso de billones de dólares por su régimen.
Se informó que una de las reuniones del Fiscal en Washington fue con “el secretario general de la OEA”, lo que suena muy, muy importante y que apantallará a los menos pensantes, que no comprenden que el dicho secretario es el personaje más desteñido imaginable, que siempre califica las denuncias contra Bukele como “reacciones histéricas”.
Este “Secretario General de la OEA” no toca “ni con el pétalo de una rosa” a ninguno de los gorilas, narcotraficantes, pájaros de cuenta que pululan en nuestro Hemisferio, nada que pueda incomodar a los narcos que saquean Honduras, a Ortega, a Maduro, al camarada presidente de México…
Imaginemos lo que un grupo de personas dicen a un policía:
Señor agente, están asaltando allá, en el sur de la capital, no en el norte donde usted marcha a toda velocidad…
Es comprensible que el policía se haya ido corriendo en dirección contraria, pues ir donde puyan es peligroso y su equipo de fútbol en su barrio lo echará muy de menos. Más tratándose de energúmenos que agarran a palos a los que se ponen en su camino…
Los funcionarios deben cumplir con las tareas y funciones que la ley les asigna o que por tradición les corresponde desempeñar, no estar allí para devengar un salario ni mucho menos para robar o encubrir ladrones y mafiosos, además de que deben cumplir con los requisitos que se exigen para ser nombrados en tal posición, lo que no es el caso, entre otros, del nuevo presidente del Banco Central, que puede ser muy estimable pero no se trata únicamente de eso, como en el caso de la recién nombrada embajadora en Washington, el cargo diplomático más importante de El Salvador.
Ya hubo, en el desgobierno previo al actual, un ministro que nombró a su sobrina como embajadora en Washington, una joven que ni tan siquiera hablaba inglés.
Por creer que “él es la ley”, el desgobernante la pisotea
¿A quién le vendió la Lotería el régimen de Bukele? ¿Quién le pagó el viaje a Osiris? ¿Dónde están los billones de dólares que han recibido usando de excusa la pandemia? Estos son algunos de los hechos que el Fiscal tiene pendientes de investigar.
La camándula de casos que deben investigarse y procesar por abuso de autoridad, robo, transgredir funciones propias de indagatorias fiscales como es la negativa de varios funcionarios a responder cuestionamientos legislativos o simplemente negarse a presentarse a la Asamblea, los intentos de borrar las huellas de lo que gasta el desgobierno así como las ocasiones en que se saltan las “trancas legales”, son para ocupar a pleno tiempo al Fiscal, no para que se vaya de viaje o espere a que le “certifiquen”. Su proceder es una burla a su función legal, al país entero.
Solo considérese la pretensión del desgobernante de requerir sesenta millones de dólares al año para el funcionamiento del llamado “Hospital El Salvador”. En cinco años es casi el equivalente a lo que las autoridades acusan a Funes de haberse robado…