Tiempos de leyenda, cuando los abuelos hablaban hasta 15 idiomas

En estos tiempos tenemos la buena fortuna de perfeccionar lenguas en el Internet, leer textos, practicar, no depender únicamente de libros que con frecuencia son difíciles de conseguir.

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Las bajas ventas en los mercados han hecho que algunos comerciantes pierdan sobre todo cuando se tratan de productos perecederos como las frutas, verduras y vegetales. Foto EDH/ Francisco Campos

Por El Diario de Hoy

2020-06-29 10:13:49

¡Maravillosos tiempos aquellos, cuando muchos abuelos hablaban siete, nueve o quince idiomas….!
No quedan testigos que los hayan oído hablar, así que cada nieto o bisnieto debe atesorar esas leyendas, como con las edades de los más viejos de los viejos en el Génesis: la edad promedio de la gente era 30 años; alguien que llegara a los cien podía presumir de tener novecientos, como Matusalén. Los jóvenes los veían viejisisísimos.
En esto de los idiomas una cosa es chapucearlos para pedir direcciones o almorzar, y otra muy distinta leer literatura clásica en esa lengua o ir a una presentación teatral.
Para nosotros, hispanoparlantes, aprender italiano o francés es muchísimo más fácil que llegar a hablar alemán o ruso, no digamos latín o griego. Y que hay idiomas difíciles y otros menos lo indica un hecho:
Los alemanes advierten a quienes quieren aprender alemán, que die Deutsche Sprache ist eine schwere Sprache (el alemán es una lengua difícil). En cambio imaginemos que uno de nosotros se sienta a comer en una trattoria italiana y pide una pizza:
“Camarero io querer mangiar pizza…”
La respuesta del camarero:
“Signore, ¡lei parla benissimo il italiano!” (señor, usted habla requetebién el italiano…).
Cualquiera sale feliz no solo por la pizza sino por saber que su italiano es buenísimo…
Harina de otro costal es el griego, antiguo o moderno, que ni el traductor Google es capaz de descifrar, un hecho que lleva a los anglosajones a decir, cuando algo es incomprensible, “thats greek to me”, eso es como el griego para mí.
Se dice que Heinrich Schlieman, el padre de la arqueología, descubridor de Troya y de Micenas, la patria de Agamenón, el gran jefe de los aqueos que vencieron a los troyanos, hablaba superficialmente o a profundidad 30 lenguas, siguiendo un método que aquí recomendamos a nuestros lectores:
Schliemann leía dos o tres veces en el idioma que quería aprender, una obra que ya conocía en alemán u otro idioma. En esa forma don Heinrich se evitaba aprender una nueva gramática, memorizar listas de palabras, repetir conjugaciones…
Una persona muy cercana a nosotros aprendió italiano estudiando en Alemania, siguiendo el mismo método…

Hoy en día aprender bien lenguas diversas es muchísimo más fácil

Cada idioma tiene un vocabulario base, que todos los nacionales de ese país conocen, pero además hay términos y expresiones propias de cada actividad o profesión; los médicos tienen sus terminologías; los deportistas, otra; los interesados en literatura, otra; los vendedores, otra.
A esto se suman las dificultades de los dialectos, que hacen que un italiano de Sicilia no necesariamente entiende cuando dos genoveses conversan, aunque un catalán puede entender mas o menos lo que ellos están diciendo.
En estos tiempos tenemos la buena fortuna de perfeccionar lenguas en el Internet, leer textos, practicar, no depender únicamente de libros que con frecuencia son difíciles de conseguir.
Volvamos a la historia del descubridor de Troya: Schlieman llegó a Grecia empeñado en descubrir Troya, poniendo un anuncio en un diario de que se casaría con una joven que recitara La Ilíada en griego. Llegó la joven, cumplió con lo pedido y Schlieman le preguntó por qué lo hizo. “Porque mi madre me dijo que tenía dinero…”.
Schlieman la despachó, se arrepintió, la llamó y forjaron entreambos una legendaria historia de amor…