Desde que inventaron la pólvora es causa de muertes y tragedias

Nunca hay que dejar a niños solos reventar cohetes, pues además de los riesgos muy altos de la pólvora, los induce a probar cigarrillos para encender los petardos, lo uno muy malo, lo otro mortal a la larga

descripción de la imagen
Juan Sorto entrega juguetes a infantes de varias comunidades de San Miguel y La Unión. Fotos EDH / Iliana Ávila.

Por El Diario de Hoy

2019-12-29 9:04:13

La tradición recoge la historia de un chino al inicio de la unificación de su país por Qin Shi Huang, hace dos mil trescientos años, que construyó una plataforma y le colocó cohetes para ser el primero en ir al espacio impulsado por ellos, con los resultados que no cuesta nada imaginar, como le sucedió a los primeros que quisieron poner en práctica el diseño de ave voladora realizado por Leonardo da Vinci, cuyo Quinto Centenario de su muerte se cumplió en mayo pasado.
La conquista del espacio es una de las más fascinantes páginas de los últimos doscientos años, iniciada cuando en dirigibles inflados los franceses intentaban detectar los movimientos de los ejércitos alemanes desde arriba, como a la inversa, los alemanes los del ejército francés.
Fue durante la Primera Guerra Mundial que se escenificaron batallas en el aire y surgieron los primeros ases, entre ellos el barón Manfred von Richthofen, “The Red Baron”, finalmente abatido por artillería enemiga.
El tema que nos ocupa hoy no es el de la aviación sino el de la pólvora, que año con año causa tragedias entre quienes la manejan, se trate de los fabricantes y empleados de coheterías, de niños quemados, de casas incendiadas.
La variedad de juegos artificiales, una tradición que se remonta a los chinos, alegra fiestas, conmemora sucesos, se considera una barbarie por muchos, pero es casi impensable que haya un 24 o 31 de diciembre en que no se marque por ruidos estruendosos. O que con frecuencia se revienten cohetes y se ilumine el cielo con esplendorosas luces en cualquier momento del año como en Panamá, donde pueden darse esas alegrías casi cotidianamente.
Pero peligros terribles siempre hay, como el caso de la muchachita que encendió unas chispitas que hicieron explotar un basurero lleno de sustancias combustibles, lo cual le costó la vida.
Nunca hay que dejar a niños solos reventar cohetes, pues además de los riesgos muy altos de la pólvora, los induce a probar cigarrillos para encender los petardos, lo uno muy malo, lo otro mortal a la larga, cuando destruye la salud del enviciado, que a los cincuenta tiene el aspecto de alguien de setenta.
Para contener el peligro, las autoridades marcan espacios para las ventas de pólvora, aunque ya se ha dado que todo el conjunto estalla.
Lo deseable es que una empresa o una asociación, como ya hacen algunas, realice un show vistoso que toda la ciudad pueda contemplar sin correr riesgo.

Nunca hay que dejar que niños manipulen pólvora sin supervisión

La pólvora no es un juguete sino un explosivo, como la dinamita inventada por Alfredo Nobel. Y todo explosivo es una amenaza grave, como lo demuestran los espantosos atentados de jihadistas que en un solo acto pueden matar a cientos de personas inocentes que asisten a una ceremonia, sea religiosa o una boda.
Y, hay que recordar, explosivos usó la guerrilla contra las líneas de transmisión eléctrica y las cajas telefónicas en los años 80, además de destruir y arrasar desde puentes majestuosos hasta la economía de una nación.
No se puede insistir lo suficiente en la necesidad de que el manejo de cohetería se vigile en todo momento, pues ni adultos ni mucho menos niños están a salvo de sufrir desde quemaduras graves hasta invalidez o muerte.
El chino de hace dos mil trescientos años no logró machacar la lección…