Conmemoramos la llegada de los Tres Reyes Magos a Belén

Lo que viola, pisotea, desconoce los principios morales, lo racional, lo decente, lo que va en contra de la buena ley y la verdadera justicia, lo que se vale de la barbarie y la sinrazón, de la violencia para imponerse sobre sus semejantes, actúa contra la ley de Dios, contra la enseñanza que en su luminoso apostolado legó al mundo el Niño nacido en Belén...

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Por El Diario de Hoy

2022-01-05 7:40:24

El seis de enero se conmemora la llegada de Tres Reyes Magos a Belén a rendir homenaje a Jesús, al Niño Dios.

Dulces historias, poéticas imágenes, portentosos presagios se tejen alrededor de la llegada al mundo de Nuestro Señor Jesucristo, que el apóstol San Lucas sitúa durante el censo realizado por los romanos en el Cuarto Año de nuestra era.

El Nacimiento de Jesús se liga con la llegada a Belén de Tres Reyes Magos, procedentes de los confines de la tierra y guiados por una estrella, para ofrendar oro, incienso y mirra, pero que luego desaparecen con sus dones, una preciosa leyenda ligada a la adoración de los pastores, la historia del pesebre y los cánticos que desde las alturas anunciaban la llegada del Mesías.

La estrella, para algunos, fue el cometa Halley, que cada 75 años surca los cielos, en ocasiones iluminando todo el firmamento como fue a principios de Siglo Veinte, en otras siendo un punto más luminoso pero sin especial esplendor.

Las crónicas tampoco registran la matanza de niños ni la persecución de la Sagrada Familia en el desierto, hechos atribuidos al rey Herodes el Grande, pues el Nacimiento se sitúa casi una década después de la muerte del monarca, según historiadores.

Sin embargo, los Tres Reyes Magos en el arte cristiano representan las tres edades del hombre, el joven, el adulto y el viejo, que al llegar de tres remotos confines afirman que la majestad de Dios abarca toda la Tierra, que su divinidad está por encima de todo poder temporal: el don del incienso dice que todas las alabanzas son pocas frente a las que debemos a Dios; la mirra, con que se unge a los reyes, reconoce que Dios concede toda grandeza y puede por lo mismo quitarla; el oro, el poder temporal, el que asimismo está sujeto a Su voluntad. Dios son los principios morales, la razón, lo espiritual, la majestad del Universo, lo inexorable de las leyes de la naturaleza, de lo que mueve galaxias y rige las partículas subatómicas. Dios es libertad, un don que comparte con el hombre, creado a su semejanza.

Con igual contundencia, la Declaración de Independencia de Estados Unidos plasma esas verdades: hay derechos, libertades, principios que están por encima de lo temporal, de lo que decidan hombres, legislaturas, generaciones.

Lo que viola, pisotea, desconoce los principios morales, lo racional, lo decente, lo que va en contra de la buena ley y la verdadera justicia, lo que se vale de la barbarie y la sinrazón, de la violencia para imponerse sobre sus semejantes, actúa contra la ley de Dios, contra la enseñanza que en su luminoso apostolado legó al mundo el Niño nacido en Belén.

Los principios morales, lo racional es la esencia del mensaje de Jesús

Es un milagro que un pequeño grupo de pescadores, todos emparentados entre sí, hayan esparcido por el mundo conocido de entonces las enseñanzas de Jesús, comenzando por la principal de ellas: cada uno es responsable de su destino; ningún ser humano acarrea pecados ajenos o maldiciones como las que persiguen a tantos víctimas de la intolerancia.

En los largos siglos que anteceden nuestra época, el hombre no tenía explicación ni para lo bueno ni para los horrores que sufría, desde las guerras que esclavizaban y asesinaban hasta las pestes que en ocasiones acababan con comarcas enteras.

La forma más gráfica y accesible era invocando milagros, como la hermosa historia de Tres Reyes, guiados por una estrella, hincados ante un pesebre, en la noche más luminosa de todas...