Dictadura comunista china arrecia la persecución religiosa

La religión en una teocracia se interpone entre la persona y la Divinidad, como sucedió durante los oscuros años cuando Iglesia y poder temporal eran la misma cosa, lo que les llevó a inmolar en la hoguera a sus enemigos y detractores.

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Neymar del PSG celebra tras marcar el primer gol de su equipo durante el partido del grupo H de la Liga de Campeones de la UEFA entre el Manchester United y el PSG en Manchester, Reino Unido, el 02 de diciembre de 2020. Foto / EFE

Por El Diario de Hoy

2020-12-02 8:41:26

Carlos Marx, cuyas prédicas causaron más de cien millones de muertos en cien años, dijo en algún momento que “la religión es el opio del pueblo”, dictum que Carlos Marighella, analista brasileño, corrigió: “La revolución es el verdadero opio del pueblo”, la quimera que embriaga y seduce a tantos en el mundo desde hace más de un siglo, siendo los pobres minipensantes de Bolivia los últimos en tragarse el anzuelo y re-elevar al poder a ese gran charlatán y corrupto que es Evo, que en más de una ocasión viste plumas para invocar en las alturas andinas a los dioses indígenas y, significativamente, al dios de la coca, cultivo que ha traído enormes caudales y poder a los “capos” que operan desde ese bastión del narcotráfico.
Volvamos al dictum original de Marx: “La revolución es el opio del pueblo”. Siendo “el opio” una sustancia que somete la mente, que ejerce control sobre ella, el paso obligado siguiente es hacer de la religión un instrumento de control mental y, por lo mismo, de sometimiento, lo que conduce en nuestro tiempo a teocracias como la iraní: la religión es el fundamento de control humano, no de elevación espiritual.
La religión en una teocracia se interpone entre la persona y la Divinidad, como sucedió durante los oscuros años cuando Iglesia y poder temporal eran la misma cosa, lo que les llevó a inmolar en la hoguera a sus enemigos y detractores.
Giordano Bruno, un extraordinario pensador renacentista, fue quemado vivo por afirmar que no era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra, sino la Tierra la que giraba alrededor del Sol, una estrella más entre un número infinito de otras estrellas, lo que la ciencia ha demostrado desde hace muchos siglos y que los griegos ya sabían.
El discípulo y amigo de Bruno, Galileo, fue desterrado de Roma y tomó refugio en Florencia, inventó el telescopio y demostró que Bruno estaba en lo cierto.

Las religiones cristianas en China están siendo forzadas a integrarse a lo que llaman “la Iglesia Patriótica”, el primer paso para imponer un “arroz con mango” estatal, una única “religión” que será parte esencial del sometimiento de la población a una dictadura sin piedad.
Según se denuncia, las autoridades chinas han cerrado más de 70 iglesias en el último año, confiscan biblias, detienen a fieles y reprimen a los musulmanes uigures y la secta Falun Gong.

Como los cristianos bajo Nerón, sobrevivan y luego libérense

Esto que sucede, una tragedia para China y el mundo, como se sufre en Irán y países del Medio Oriente, pone de relieve un hecho fundamental de la condición humana, de ser hombre, un ser dotado de dignidad pero por igual sujeto a elevarse hasta el infinito o hundirse en las peores infamias: la comunicación de cada uno con la Divinidad, con “su Dios”, con su libertad interior, con su raciocinio, es lo que nos faculta a ponernos de pie y maravillarnos con la majestad del universo.
Ese contacto con el esplendor del cosmos, saber que “no estamos solos”, lo compartimos con los caldeos que edificaron sus zigurats y con los egipcios que levantaron sus prodigiosas pirámides para hablar con su panteón de sugerentes y tan coloridas deidades.
Religiones obligadas las hubo en todas las épocas. Todas van a contrapelo de la emoción esencial de cada persona que atesora su fuero interno; como los cristianos de las catacumbas, perseveren hasta derrumbar a los opresores…