Un año lleno de ataques a la democracia y el bienestar de El Salvador

En este 2020 hemos sufrido la mayor sacadera de dineros públicos, bienes del colectivo, que registra nuestra historia, mientras tercamente el régimen rehúsa dar cuentas del uso de los presupuestos públicos, de sus adquisiciones, de pagos que hace, como de transacciones efectuadas

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Entrada área de emergencias del Hospital Rosales. Foto EDH Archivo

Por El Diario de Hoy

2020-12-30 2:52:45

El año que llega a su final —annus horribilis se diría en latín— deja tras de sí una estela de horrores, partiendo del hecho de que ha sido el año en que más se ha golpeado la democracia en el mundo.
A ello se agregan los estragos causados por la pandemia, un morbo que intencional o accidentalmente ha causado más de un millón de muertos, arruinado o golpeado gravemente a los sectores productivos del “mundo mundial”, dejado sin hogar a millones de personas.
El 2020 ha sido un año de desastres naturales, desde graves sequías en África que provocaron éxodos de millones de personas en busca de agua y tierras de labranza, hasta la época que más huracanes y tifones ha sufrido en la historia reciente, azotando tanto las costas de Norteamérica como diversas regiones del Pacífico.
Los salvadoreños hemos sido afectados por graves inundaciones, vendavales, intensos calores y persistentes lluvias, deslaves de tierra que destruyeron hogares y sepultaron personas, tragedias que enlutan a la inmensa mayoría de connacionales.
En este 2020 y por todas las señales que se tienen, hemos sufrido la mayor sacadera de dineros públicos, bienes del colectivo, que registra nuestra historia, mientras tercamente el régimen rehusa dar cuenta del uso de los presupuestos públicos, de sus adquisiciones, de pagos que hace, como de ventas efectuadas, principalmente de la Lotería Nacional, concesión que solo puede aprobar la Asamblea Legislativa, al igual que destinar un bien estatal, las instalaciones del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO) para instalar en ellas un hospital que ningún comunicador independiente ha podido visitar.
El régimen ha venido desmontando todo el sistema de pesos y contrapesos al poder, lo que incluye las entidades fiscalizadoras del gasto público por imposición directa de sus funcionarios, a los que nadie puede llamar “funcionarios”, sino individuos al servicio incondicional del aspirante a dictador.
Muy grave es la retención, forzada, de fondos para pagar el FODES, salarios de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema, retenciones que constituyen delito, como lo dice tajantemente el alcalde de Soyapango, Juan Pablo Álvarez, un delito por el cual personalmente tendrán que responder.
Lo más desvergonzado fue la entrega de más de veinticinco millones de dólares (se habla de treinta y cinco) de los fondos de reserva del Seguro Social, propiedad de los asegurados, de los cuales tampoco rinden cuentas.

Un año lleno de desastres, de sufrimiento, de opresión

La sombra más siniestra sobre nuestro país son los “desaparecimientos” y extorsiones de las bandas criminales que operan desde que se suprimió la Guardia Nacional por presión de los efemelenistas.
Como ya hemos reseñado, el año que finaliza se marca por graves atentados a las libertades, tanto a través de dictaduras como la China, que acabó con la libertad y la independencia de Hong Kong, pero que además persigue implacablemente todo asomo de disidencia. En el 2020 se consolidaron dictaduras como la de Erdogan en Turquía, el fomento del terrorismo a nivel mundial de la teocracia iraní, el encarcelamiento de activistas por los derechos de la mujer en Arabia Saudita, envenenar opositores por Putin…
Para cerrar con escándalo el “annus horribilis”, Donald Trump aún se niega a reconocer su derrota frente a Joe Biden, propagando falsas teorías sobre conspiraciones en su contra, una actitud que golpea la democracia de la gran nación y que causa daños que pueden perdurar por mucho tiempo…