¡Nunca más el 9F ni otro descarado atropello! es el consenso en la Asamblea

Tal parece que al ministro de Defensa no le importa que hace poco la Sala de lo Constitucional les advirtió que los funcionarios responden personalmente por las violaciones a la Constitución y no pueden alegar que estaban “obedeciendo órdenes” ni que “sólo iban pasando...”

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Un comerciante informal aprovecha la afluencia de mujeres que entran a una maquila para vender sus productos. La actividad económica avanza progresivamente. Foto EDH / Jessica Orellana

Por El Diario de Hoy

2020-08-25 6:00:03

Nunca más se va a permitir un asalto a la Asamblea o a cualquier institución pública o privada, como el acontecido el 9 de febrero, el 9F. Este fue el consenso mayoritario de la Legislatura después de la interpelación al ministro de Defensa, el pasado viernes.

“¡Nunca más un 9F!”, enfatizó el diputado Rodolfo Parker, resumiendo la postura generalizada de la Asamblea el pasado viernes.

El ministro se desligitimó con el atropello del 9F, como asimismo con sus socarronas respuestas, sus cantinfladas y sus insultos al pleno y a algunos diputados, burlas que son al país, a los mejores momentos de nuestra Fuerza Armada  —fundada por el prócer General Manuel José Arce— y a todos los salvadoreños.

Tal parece que al ministro de Defensa no le importa que hace poco la Sala de lo Constitucional les advirtió que los funcionarios responden personalmente por las violaciones a la Constitución y no pueden alegar que estaban “obedeciendo órdenes”. Una orden ilegal y violatoria de los derechos fundamentales no se puede acatar ciega e incondicionalmente porque tanto el jefe como el subalterno responderán incluso con cárcel, dijo la Sala.

Como concluyó el general Mauricio Vargas, la obediencia militar no debe ser total ni ciega, sino basada en la legalidad, y esta legalidad se fundamenta en la Constitución y no en el voto de masas de incautos.

A una diputada, el ministro le espetó irrespetuosamente que “él no tenía la culpa de que ella no tuviera las capacidades de comprender la respuesta que él había dado”, pero quien por las señas no logra comprender la enormidad de su falta, de lo que hizo, es precisamente el Ministro, aunque diga que “solo iba pasando”.

Los diputados coincidieron en que, con el vergonzoso hecho, Bukele instrumentalizó a la Fuerza Armada y constituye un claro intento de golpe de Estado, da pie a la Fiscalía para procesar al ministro y a los jefes que encabezaron la toma de la Asamblea, aun considerando los jadeantes meneos de la institución para no tocar tal clase de asuntos, lo que perjudica su imagen y trayectoria.

El Ministerio Público recogió y presentó nuevas pruebas sobre el desfalco de más de cincuenta millones de dólares por el prófugo Funes y su grupo en el caso de El Chaparral, lo que en estos momentos es primordialmente un distractor de atención sobre saqueos más perniciosos.

Más de alguno ha dicho que lo del 9F le recuerda el eslogan que durante un tiempo tuvo una prestigiosa firma que elabora hamburguesas: “La mordida de mi vida”, la que no se logró….

No les dan sino que los  ponen allí donde pueden hacer “su agosto”

Las lealtades de ciertos grupos y en particular la del gabinete de desgobierno, que al lado de personas estimables como las ministras de Relaciones Exteriores y Educación, se integra, como se ha señalado muchas veces, por bachilleres, vendedores de motos, un par de profesionales y aprovechados, los que han puesto no “para darles sino donde hay”, hay a través de compras y contratos entre los miembros de esa argolla, adjudicaciones que se otorgan a dedo, suculentos sobreprecios como con la compra de granos a Sinaloa, “etcétera, etcétera, etcétera”.

Lo usual es asignar a tales allegados enormes salarios y diversas prebendas, inflar presupuestos como con los costos en los que imaginariamente se incurrió en montar el Hospital “El Salvador”, cifras gelatinosas e imprecisas.

Y sigue la fiesta, la fiesta cuya factura se pasa a los salvadoreños de toda condición, a los desplumados salvadoreños, a sus hijos, a los hijos de sus hijos y así hasta que San Juan baje el dedo.

En la novela anónima del Lazarillo de Tormes, uno de los grandes clásicos de la literatura española, el Lazarillo inicia su vida cargando a un ciego, que lo lleva aprisionado con sus piernas y no lo suelta ni un minuto, además de darle unos pocos mendrugos al día.

Hasta que en una oportunidad, en medio de una tormenta, el joven se libra de esa maldición y sigue en sus aventuras y desventuras…

Roberto Rubio, de Funde, y Salvador Samayoa han coincidido en que de continuar más tiempo en esta calamidad tomaría 25 años o más recomponer a nuestro saqueado El Salvador…