Esperamos que no ocurra con el Fiscal lo mismo que con la Corte

Así como vamos no sería extraño que quieran hacer un “combo” con las elecciones de magistrados y Fiscal General, con el riesgo de escoger atropelladamente, por aquello de que “en río revuelto, ganancia de pescadores...”.

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La embajadora de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, dejará el país el 31 de julio. Foto EDH / Archivo

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2018-10-25 7:41:54

La Asamblea Legislativa tiene próximo el tiempo en que debe elegir al Fiscal General y esperamos que para entonces ya haya nombrado a los cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia y sus suplentes.

Confiamos en que el oficialismo y sus aliados no vayan a entorpecer esa elección, como lo han hecho con los magistrados, con lo cual no habría instancias superiores para recurrir por posibles abusos e ilegalidades en las próximas elecciones.

Han pasado más de cien días sin que los diputados hayan elegido a los cuatro miembros de la Sala de lo Constitucional que faltan, lo que mantiene en una especie de Estado de Sitio a los salvadoreños porque no hay un tribunal superior que tutele sus derechos fundamentales.

Necesitamos que haya magistrados independientes que frenen los abusos de poder y la corrupción, como lo hicieron los magistrados de la anterior Sala de lo Constitucional.

El Salvador no puede quedarse sin Fiscal General que siga impulsando los juicios contra la corrupción y la impunidad que se han abierto, entre ellos los de Funes, Saca y otros.

Lo decimos porque realmente esperamos que los diputados no le den muchas largas y lleguemos a la fecha de las elecciones sin Fiscal, como ha ocurrido con los magistrados, sin que parezcan siquiera ruborizarse por ello.

Por mandato de la Constitución, el Fiscal es el defensor de los intereses del Estado y la sociedad, algo así como el apoderado o abogado de todos.
Aunque hay un Fiscal Electoral que verificará los comicios presidenciales, es clave que haya un Fiscal General nombrado para que sea el soporte de la supervisión.

Así como vamos no sería extraño que quieran hacer un “combo” con las elecciones de magistrados y Fiscal General, con el riesgo de escoger atropelladamente, por aquello de que “en río revuelto, ganancia de pescadores…”.

El Salvador necesita instituciones
fuertes para preservar la democracia

Un país en el cual grupos de fuerza hagan de las suyas con las leyes para servir sus objetivos, que nunca pueden ser limpios, sanos o convenientes, es un país que puede desintegrarse, como está sucediendo a la narcodictadura venezolana, que no es “una opción de gobierno” sino una variante más de dictadura, de brutalidad. Y ciertamente nadie en su sano juicio quiere tal cosa, un especie de campo de concentración como los que hubo bajo el nacional-socialismo de Hitler, bajo Stalin y bajo Mao, este último el mayor genocida de la historia con sesenta millones de víctimas en su haber.

Todos sufren cuando el Orden de Leyes, el Estado de Derecho se derrumba, pues todos quedan vulnerables, como está sucediendo en muchas partes del país. Pero obviamente los que más pierden son aquellos que con su esfuerzo e iniciativa han logrado formar patrimonios de saber, de experiencia, de prestigio profesional, de habilidades, lo que también afecta a los sectores menos capacitados, pues pierden la dirección y parte de las oportunidades para hacer algo de sus vidas.

Los grandes desplomes nacionales de la historia se dieron cuando en conflagraciones o revueltas, sus mejores figuras se pierden, como cuando un ejército cuyo estratega y conductor cae en combate, como el caso del tebano Epaminondas de la antigua Grecia, que murió en la batalla en que vencieron a Esparta, lo que llevó a que ambos imperios desaparecieran.

La Asamblea Legislativa tiene en sus manos el grave problema de romper el candado de la sinvergüenzada, como al mismo tiempo del deber de elegir a un Fiscal probo y capaz, que parejamente actúe siguiendo el lema de “o todos en el suelo o todos en la cama”.