La xenofobia ha causado más episodios vergonzosos en los últimos días, como el de un hombre que insultó y amenazó a una anciana de color que iba en el asiento de al lado en un vuelo entre Barcelona y Londres, sin que la tripulación hiciera algo al respecto.
En Colorado precisamente, un Estado con un nombre muy español como el de casi todos los Estados del oeste de Estados Unidos (Nevada, California, Arizona, Montana (de “montaña”), con ciudades como Los Ángeles, Sacramento, etcétera, una mujer hostigó a dos compradoras en un supermercado por hablar español y les increpó el “estar destruyendo nuestro país”, eco de la xenofobia desatada contra los hispanos.
Todo ese inmenso territorio, que incluye Texas, nombre también hispano, era parte del Imperio Mexicano, que lo perdió cuando un coronel llamado Sam Houston lo independizó y propició su posterior incorporación a los Estados Unidos.
La agresora fue capturada por la policía para responder por cargos de acoso e insultos, pues cualquier idioma que se hable en una nación es válido si quienes lo hablan lo hacen voluntariamente: el yidish por algunas comunidades judías en Nueva York, donde en la “Pequeña Italia” hablan italiano, y en los barrios de alemanes hablan el alemán.
Y en Miami más personas hablan español que inglés…
¿Qué hacían en el supermercado las dos señoras que hablaban español? Comprar, naturalmente, lo que indica, como es lógico, que ambas señoras trabajan o son parte de familias que trabajan, lo que, a su vez indica que contribuyen con su trabajo al bienestar del país, indistintamente si se trata de los pobladores que hablan inglés, de los que hablan español o que hablan lo que les da su real gana de hablar.
Y se debe además partir de una realidad: el incidente tuvo lugar en Co-lo-ra-do, no “in the red state”…
Los inmigrantes también
constituyen una fuerza económica
En una economía libre, como es con sus pequeñas excepciones la de Estados Unidos y la del mundo occidental, todo trabajo, todo intercambio beneficia a las partes involucradas. Si un comerciante vende una prenda, es porque valora más el dinero que recibe que la prenda que entrega, se beneficia con la venta.
Por su parte, el comprador valora más la prenda que recibe que el dinero que entrega (de no ser así, no compraría), lo que comprueba que es ganancioso al comprar. Y es la suma de todos esos beneficios, de los que venden por una parte y los que compran por la otra, que va enriqueciéndose una nación.
Solo aquellos que no entienden estas elementales realidades llegan a creer que los inmigrantes o los hispanos son una carga para el país, pues constituyen una fuerza económica si trabajan honestamente, sin robar a nadie ni involucrarse en negocios ilícitos como la venta de drogas.
En otros términos, la economía no es una especie de situación en la que para que uno gane otro tiene que perder, como desafortunadamente está detrás de las guerras comerciales que la actual presidencia de Estados Unidos lleva a cabo.
Las guerras comerciales son una vuelta al mercantilismo de viejos tiempos, cuando las naciones procuraban vender lo más y comprar lo menos, acumulando oro con la idea que el metal “es la riqueza”, lo que es y no es cierto, pues eventualmente acumular oro no conduce a una mejoría de una nación, como sucedió en Inglaterra antes de que el país se abriera al comercio y al hacerlo, sacara a gran parte del mundo de la pobreza y miseria que azotaba a la humanidad desde que el hombre es hombre.