Quieren dialogar y dialogar hasta meter el gato en la bolsa

Los “diálogos” solo les sirven a las dictaduras y a los grupos terroristas para lamerse las heridas, reagruparse y volver a la carga, como Hezbollah en el Líbano. Solo hay que ver los teatros de diálogos montados en Venezuela y Nicaragua solo para darles respiro a los dictadores.

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Brenda Carolina Santos asesinada junto a su madre Elvira Melara Guzmán. Su hija de tres años sobrevivió al ataque.

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2018-08-06 8:51:24

El acuerdo suscrito entre los partidos políticos el 11 de julio no generó mayor entusiasmo entre los principales sectores del país y pasó inadvertido para la ciudadanía, nos dice Luis Mario Rodríguez, columnista muy apreciado en estas páginas.

A su juicio, “la falta de entusiasmo sugiere que los ciudadanos abandonan poco a poco la esperanza en el diálogo” y que “un pacto de esta naturaleza debió ocupar las primeras planas en los medios de comunicación”.

Cuando se habla del tema siempre recordamos que etimológicamente diálogo es buscar la verdad a través de la razón, del logos, no ponerse a negociar asuntos y mucho menos las burdas versiones de lo que se entiende por diálogo que usan los socialistas del Siglo XXI y los políticos entre otros, una especie de arreglos entre vendedores y compradores de carros usados, o, lo que es peor, el expediente del que echan mano dictadores para darle largas a su partida del poder.

En 1992 hubo un compromiso de las partes de restablecer la democracia y fortalecer las instituciones esenciales de un país, pero la izquierda violenta y fanática lo ha utilizado solo para llegar al poder, intentar instalar un régimen totalitario y exprimir a la ciudadanía. Con ese expediente, nada más grotesco que montar anuales “arreglos de paz” hasta tener al gato metido en la bolsa.

Aún los diálogos en el sentido callejero deben llenar varias condiciones para que sirvan de algo, las que el mismo sentido común reconoce, lo que la gente de por sí piensa que deben cumplirse por ambas partes:

—no mentir ni aportar datos falsos, lo que en el caso del efemelenismo es lo usual, como el cortinaje de humo de la “privatización del agua” para que la gente no se fije tanto en el “robo del siglo” de 351 millones de dólares de las arcas del Estado, por el que se juzga a Funes y Pignato y que fue perpetrado en el primer gobierno efemelenista;

—no variar de posiciones, lo que hace de toda reunión una farsa, como cuando Bukele dice que nunca se aliaría con partidos tradicionales y ha ido de puerta en puerta viendo dónde le daban posada;

—no recurrir a amenazas ni violencia para presionar…

Hay entendimiento
con pensantes, no con
fanáticos y violentos

Cuando se habla de las dictaduras rojas en el Hemisferio, lo único que se le ocurre a la “comunidad internacional” es que se “dialogue”, que se “convoque a elecciones” sabiendo que no se dialoga ni se discute ni se trata con sicópatas ni menos narcos, o que simplemente oyen esas propuestas como oír llover.
Y en esto la respuesta que dio Ortega al Congreso de Estados Unidos, que pidió elecciones, es muy simple: no las habrá, pues como dictador de izquierda nadie va a proceder contra él. Muy distinto sería que Ortega fuera dictador de derecha, como el Shah de Irán o Somoza: le harían la guerra física de inmediato.

Los “diálogos” solo les sirven a las dictaduras y a los grupos terroristas para lamerse las heridas, reagruparse y volver a la carga, como Hezbollah en el Líbano. Solo hay que ver los teatros de diálogos montados en Venezuela y Nicaragua solo para darle respiro a los dictadores.

Es distinto cuando grupos de naciones que han estado enfrentadas durante siglos deciden trazar nuevas rutas, como sucedió después de la Segunda Guerra, con Alemania devastada por los bombardeos, que hay un esfuerzo para labrar una paz permanente, en este caso a través de la Unión Europea.

Pero nade debe hacerse ilusiones con respecto a la posibilidad de que un movimiento movido por el odio y la ignorancia va a razonar.