No cesan de reunirse para conspirar contra la libertad y la decencia

“La izquierda debe proponerse la toma de todas las instituciones y no solo de la presidencia y las diputaciones. Es importantísimo la toma del poder judicial, los aparatos militares y los medios de comunicación...” (Foro de Sao Paulo, Managua 2017).

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Durante su ponencia, Tom Cochran recordó que la verdadera transformación digital no se enfoca exclusivamente en la tecnología. Foto EDH: Salvador Melnéndez

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2018-07-18 7:18:45

La izquierda más recalcitrante, formada por grupos a los que se considera conspiradores contra la democracia, los derechos y libertades de la persona, contra la convivencia pacífica, se reunió en La Habana para asistir a otra encerrona del Foro de Sao Paulo.

Al Foro van delegaciones de grupos que se dicen de todos los países de nuestro Hemisferio, desde la narcoguerrilla colombiana, los brasileños con Lula preso por enriquecimiento ilícito y representantes diversos, incluyendo gente cercana al presidente electo de México, López Obrador. Y, por supuesto, allí están orteguistas de Nicaragua con sus manos ensangrentadas como los maduristas de Venezuela.

No faltaron los representantes salvadoreños llevando sobre sus espaldas la vergüenza del escándalo del saqueo de 351 millones de dólares de las arcas del Estado durante el primer gobierno efemelenista con Funes a la cabeza.

No olvidemos que, como dice El Nacional de Caracas, “el Foro de Sao Paulo y sus integrantes sucumbieron ante Odebrecht, la diosa medusa de los sobornos y la corrupción en América Latina”.

Para agregar al bochorno, el gobierno efemelenista expresó su apoyo al régimen represivo de Ortega, que ha sofocado a sangre y fuego toda muestra de oposición y ha causado cientos de muertos en los últimos tres meses.

Ya estuvo el Foro en San Salvador, donde una mayoría de presentes competían entre sí para ser más virulentos en sus diatribas.

El objetivo no declarado de los Foros es re-encender la envidia, los odios de clase, empujar a nuevas agresiones contra la civilización, la decencia, el Orden de Derecho.

Una sustancial parte de ese afán consiste en inventar nuevas justicias, como si tal cosa fuera posible sin violentar lo honesto, torcer el orden racional del universo y lo que son principios morales irrefutables, como no hacer a otros lo que no quieres que te hagan a ti, pues recoger dinero asaltando bancos no encuentra justificación en nada ni aun considerando que no hay cabida a bancos en la imaginaria perfecta sociedad socialista como no los hay en Cuba.

Pero eso tiene un altísimo costo que año con año pagan las naciones hispanoamericanas a través de su lento crecimiento económico, lento en comparación no solo a países europeos o de Asia, sino a naciones africanas como Kenia, cuyos centros urbanos dejan atrás a las grandes urbes de nuestros países.

El invitado que no se
menciona: el sostén de
la droga a las dictaduras

El invitado silencioso, el que no se ve pero que está allí, son las denuncias internacionales que pesan sobre las dictaduras socialistas del siglo XXI sostenidas por la droga.

Con sus economías en ruinas, su producción de bienes y servicios en declive o en cifras cercanas a cero, con los costos de extraer petróleo (como en Venezuela) por encima del precio del crudo en el mercado, la droga es la tabla de salvación para tales regímenes. Y de allí la metamorfosis de un régimen de exabruptos y expropiaciones como el chavista, a una narcodictadura “hecha y derecha” bajo la égida del segundo a bordo.

Los cónclaves deberían aprovechar el viaje y darse una vuelta por la dilapidada Habana o a Caracas, visitar los consultorios médicos donde ni siquiera tienen alcohol para desinfectar, ir a los dispensarios de anaqueles vacíos y sin color ninguno…

Pero el fanático no ve nada de eso, como el protagonista de la película “Amor ciego”, que tenía de novia enorme de obesa pero la veía como una esbelta chica… o como decía Arias empujando su carretilla con las mieles del capitalismo, “en Cuba se vive mejor que aquí en esta tierra”.

Pero si ellos están bien, lo que suceda al pueblo les importa un bledo.