¿Fue un sueño o una alucinación colectiva el saqueo de Funes?

Todo eso, lo de las “percepciones”, no son espejismos como el de “transparencia” quisiera que todos creyéramos, sino realidades, cosas muy tangibles, residencias que pueden fotografiarse desde un drone y que el personaje alquilaba a los prestanombres.

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Fachada de la sede central de la Policía Nacional Civil conocido como Castillo. Archivo.

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2018-06-25 7:00:06

El secretario de “Transparencia” se burla de la inteligencia de los salvadoreños y dice que “es un asunto de percepciones” la acusación que la Fiscalía ha hecho a Funes de robarle al país trescientos cincuenta y un millones de dólares, los que levantaba en parte a través de los amigables (para él) servicios del Banco Hipotecario.

El Banco fue la institución, en aquel entonces, que más billetes de cien dólares sacaba del Banco Central por hacer menos bulto al meterlos en bolsas o carterones negros.

¿Percepciones? Como si este multimillonario robo fuera un alucinación de todos los salvadoreños, comenzando por el Fiscal General.

Los colaboradores del ahora fugado dicen que su función no era la de realizar auditorías, como si fuera necesario hacer exámenes contables para darse cuenta de que “había algo de podrido en Dinamarca” (Hamlet lo habría dicho de El Salvador) cuando solo los ciegos o los que participaban de la fiesta podían desconocer que era muy extraño, surrealista, que tal sujeto pasara de pequeña casa alquilada a grandes mansiones, grandes viajes, viajes para la parentela política, etc. a menos que se hubiera encontrado una mina de oro, sacado sucesivamente la lotería española cada mes, o abierto un túnel debajo de Fort Knox, donde se guarda gran parte del oro del mundo.

Y a quien tenía que revisar el origen de esa enorme fortuna lo han enviado a México para que un juez honesto no le obligue a abrir la boca.

¡Percepciones!

Funes no hizo más que aplicar en su provecho lo que es norma, casi deber, de todo marxista: embolsarse lo ajeno, público o privado y, además, quedarse con lo embolsado. Y lo que han decomisado a sus prestanombres vale un Potosí (la ciudad de Bolivia donde había minas casi inagotables de plata, del metal).

Fincas, cien camisas sin estrenar y otro número igual de zapatos italianos de las mejores marcas, dos avionetas para sus hijos y las suntuosas residencias, además de engrandecimientos corporales a su amiga y un Spa de dos millones de dólares abandonado, más todo lo que gasta a manos llenas en Nicaragua.

Pues todo eso, lo de las “percepciones”, no son espejismos como el de “Transparencia” quisiera que todos creyéramos, sino realidades, cosas muy tangibles, residencias que pueden fotografiarse desde un drone y que el personaje alquilaba a los prestanombres, alquilaba como pasar de un bolsillo a otro.

No se necesita hacer auditorías o pesquisas complicadas para saber cuándo un funcionario está robando: su tren de vida lo delata, como el caso de un efemelenista que pasó de chaqueta de cuero de mercado a trajes Armani línea corrupto más viajes al Mundial, etcétera…

El peor ciego es el que no quiere ver

Hace unos años en una marina de la Bahía de Jiquilisco, un enorme yate hizo su entrada, un yate más grande que los de capitalistas allí reunidos… ¿Quién es el dueño de ese yate?
Es un diputado suplente…

Obviamente ningún diputado, ni propietario ni suplente, tiene los chililines para comprar un yate, una gran mansión, avionetas si no es que roba o anda en narcotráfico o lava dinero. Como el sacristán que en sus ratos libres vendía velas y que, o se sacaba la cera de los oídos, o metía en agua caliente las velas de la iglesia para recoger “remanentes”.

Es asunto de “percepciones” para los que niegan realidades, encubren corruptos, tapan información, desinforman, engañan, son cómplices.