Madame Bovary y un mundo que iba camino de la luz

Pareciera como si al lado de las fuerzas que avanzan hacia delante, de colectivos que se esfuerzan por ser más refinados, más honestos y más felices, hay tendencias contrarias que jalan hacia la barbarie, el oscurantismo, el mal, la hechicería.

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Sidney Blanco, magistrado de la Sala de lo Constitucional y coordinador de la Comisión de Ética y Probidad de la CSJ. Foto EDH / Archivo

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2018-05-29 9:44:43

Afortunados somos de haber nacido en la era de los anestésicos, de los quirófanos impecablemente esterilizados, del agua potable, de la electricidad, de automóviles y desodorantes…

En una obra maestra de la cinematografía, Madame Bovary, basada en la obra de Gustavo Flaubert, se muestran los contrastes de un mundo civilizado pero con resabios de un pasado todavía cruel , cuando para oír música una persona tenía que ejecutarla en un instrumento (Enma Bovary era una excelente pianista), y de un lado a otro en carruajes tirados de caballos que llevaban a sus pasajeros de las aldeas cercanas a París (ahora todas integradas a la gran urbe) a oír un recital de música…

Enma se casa con un médico de pueblo, que ella luego califica como carnicero más que cirujano.

Las operaciones quirúrgicas, realizadas por médicos y en algunos casos por barberos, se efectuaban en la presencia inmediata de amigos y familiares, para dar valor al pobre que iba a ser descuartizado vivo, lo que obviamente incrementaba grandemente los riesgos de infecciones.

El esposo de Enma, médico de pueblo, corta el tendón equivocado en medio de los gritos y los sollozos del paciente, que luego contrae una infección y muere…

Mientras mejor organizada está una sociedad las prioridades y las necesidades de sus miembros, de la gente, son satisfechas con menos trauma y menos fatiga para obtenerla. Hasta enfermeras prácticas hoy en día usan jeringas desechables (en Rumania en tiempos de la Unión Soviética hubo una terrible epidemia de sida porque los médicos usaban las mismas jeringas sin desinfectarlas, pues todo, en “los países socialistas” escasea, la usual e inevitable miseria que va aparejada con el comunismo).

Enma Bovary se convierte en la víctima de sus propios anhelos de amor, de elegancia, de conocer y ser parte del mejor y más elegante mundo de su época.

Los trajes, pero especialmente los sombreros que Enma usa, una muestra del color y la gracia que las mujeres más refinadas de entonces portaban, son un deleite visual, un regalo al espectador.

Ese esplendoroso mundo, que brillaba muy por encima de otras capitales europeas y no digamos del resto de continentes, que inclusive al día de hoy van a la zaga, cautivos de sus propios fanatismos, religiones, estructuras sociales basadas en castas…

En África sigue existiendo el canibalismo como parte de rituales contra enemigos…

La apuesta del oficialismo no es ni abundancia ni libertad

Pareciera como si al lado de las fuerzas que avanzan, de colectivos que se esfuerzan por ser más refinados, más honestos y más felices, hay tendencias contrarias que jalan hacia la barbarie, el oscurantismo, el mal, la hechicería.

Lo estamos sufriendo en este suelo, donde el grupo en el poder, fanatizado a extremos asombrosos, no apuesta por el desarrollo, la vida en democracia, la abundancia y la convivencia tranquila, sino que busca imponer esquemas de servidumbre, donde a la gente se le diga lo que debe hacer, cómo vivir y a quienes servir, servir a la casta en el poder, a lo que el cardenal Rodríguez Maradiaga califica como “capitalismo de un reducido grupo de ladrones”, como lo que prevalece en la narcodictadura venezolana, sus grandes y admirados (por los efemelenistas salvadoreños) chero y socios en el oscurantismo, en idolatrar lo que en cien años causó cien millones de muertos.