Aún tienen una deuda con el sector salud: el Decreto 630

Que la muerte de la licenciada Jennifer Quezada no sea en vano, que su legado de luz sirva para que entendamos la fragilidad humana y que a pesar del riesgo que enfrentamos día a día, saber que la muerte de la compañera, de la amiga, servirá para que las autoridades tomen cartas en el asunto y aprueben el Decreto 630

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Jorge Aguilar Zarco (derecha) junto al ministro de Medio Ambiente, Fernando López Larreynaga. Foto EDH / archivo

Por Ricardo Lara

2020-06-26 9:45:19

Una compañera de trabajo fallece, en tiempos en que la muerte ya no sorprende a nadie. La partida de una gran compañera como era Jennifer golpea y golpea con fuerza. Enfermera que laboraba junto a este servidor deja un enorme vacío en todos aquellos que tuvimos el honor de trabajar día a día con ella.
El tiempo pasa, la pandemia se sale de control y el decreto 630 duerme el sueño de los injustos en alguna gaveta de la Corte Suprema de Justicia; en ese decreto se busca proteger a todo el personal de salud brindándoles un seguro de vida al fallecer por #COVID_19; si el matrimonio está constituido por profesionales de la salud se busca que uno de ellos quede en casa y el otro salga a trabajar, así como otros puntos a favor del personal de salud que está en la línea de fuego.
Mientras el país se desangra, los tres órganos del Estado vuelven la mirada hacia otro lado cuando es hacia el sector salud que se debe poner atención. Somos nosotros los que día a día luchamos contra la muerte atendiendo pacientes y trasladando pacientes hacia otros hospitales y por más protección que se use, el riesgo existe, es un riesgo enorme. Perder a una compañera de trabajo es difícil, seres humanos que vinieron al mundo a hacer de él un lugar mejor; no podemos ser indolentes y pasar inadvertida la muerte de una compañera, pues hoy es ella, mañana puedo ser yo u otro colega. El personal de salud está extenuado, agotado, lleva tres meses con una sobre carga de trabajo y no es el bono de $150 dólares lo que nos motiva a seguir en la lucha sino el amor al prójimo, el amor al paciente, a nuestra profesión.
Sabemos que es una emergencia y, como tal, debemos actuar y responder a una crisis que sufre el país; sin embargo, debe la muerte de Jennifer servir para que el personal de salud reciba algún soporte, saber que si morimos en el cumplimiento del deber habrá siquiera una compensación económica para un hijo que queda sin padre o sin madre. ¿Cómo podemos comparar un seguro de vida de un político al seguro de vida de una enfermera que da la vida por su prójimo? ¿Cómo se puede pensar en comprar seguros de vida por un monto de 465,000 dólares para los diputados cuando una enfermera no la protege nada en caso de defunción?: ¡Qué vergüenza! No hay comparación y en ningún momento podemos ver que el escenario o campo de batalla sea el mismo, ni por un segundo un diputado o magistrado o ministros corren el riesgo que todo el personal de salud enfrenta y no se trata de ver quien es más importante para una sociedad, ¡todos somos importantes!
Sin embargo, la pandemia está golpeando al país como nadie imaginó y el personal de salud sigue a la deriva, sin que se les brinde la protección adecuada, el descanso apropiado y el merecido respeto. Realmente los funcionarios visitan los establecimientos de salud, los hospitales de la red nacional y ven las carencias que abaten a todos los que estamos al frente; lamentablemente estamos contra el tiempo y aun ni eso parece preocupar a las autoridades de salud.
Cada día el número de contagios aumenta. Los hospitales no disponen de una tan sola cama para la atención del paciente, médicos y enfermeras mueren y lamentablemente en un país donde reina el caos, hasta la muerte tiene color político.
Cuando alguien muere, surgen las palabras de ánimo, dar fortaleza a los seres queridos, se dice que “Jennifer estará en un mejor lugar” pero seres humanos maravillosos como ella deben seguir acá, dando lo mejor de sí. Que estas líneas sirvan para que los responsables de aprobar el decreto 630 vean la seriedad de la actual situación y sabemos que la muerte del personal de salud es una realidad durísima y debe siquiera los beneficios del decreto resarcir apenas la muerte de una madre laboriosa, de una mujer ejemplar.
Tres meses de mantener al mismo personal traerá graves consecuencias, todos estamos cansados y debe el MINSAL tener un plan donde haya ya una segunda línea para que todos los que empezamos a trabajar en turnos y horarios cargados podamos recuperar fuerzas, mejorar nuestro sistema inmunológico y que la muerte de la licenciada Jennifer Quezada no sea en vano, que su legado de luz sirva para que entendamos la fragilidad humana y que a pesar del riesgo que enfrentamos día a día, saber que la muerte de la compañera, de la amiga, servirá para que las autoridades tomen cartas en el asunto y aprueben el Decreto 630 y así poder proteger a cada miembro que formamos el equipo salud. Mi amiga, mi compañera, siempre vivirá en nuestros corazones pues su ejemplo de vida nos llama imitarlo. ¡Hasta siempre, Ely!

Médico.