Pseudo feminismos

“Si queremos mejorar los complejos problemas que enfrentan las mujeres en todo el mundo, necesitamos recuperar el arte de construir coaliciones a través de profundas diferencias. Las necesidades de las mujeres son urgentes, y no podemos abordarlas si el feminismo se convierte en una lucha por un único tema”.

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Por Carlos Mayora Re

2022-01-07 4:23:37

Una feminista (o un feminista) es una persona que piensa que las mujeres han vivido -y viven- condiciones de desigualdad en relación a los hombres, tanto política, como sociológica, como legalmente. Y que -aunque parece una perogrullada- ese hecho: la desigualdad social, no debería ser; y, por lo mismo, debe corregirse desde instancias públicas (legalmente, por ejemplo) y privadas.

Sin embargo; también hay quienes parecen haber hecho un reduccionismo de la causa feminista convirtiéndola de hecho en un movimiento simplemente progresista; de modo que para esas personas, por ejemplo, es inconcebible luchar por los derechos de las mujeres y dejar por fuera el acceso legal a la posibilidad de deshacerse de un hijo no deseado antes de que nazca.

Tish Harrison Warren, columnista del New York Times, intenta poner alerta a la sociedad sobre esta paradoja. En uno de sus artículos, escribe con diáfana claridad:“Si para ser feminista uno no puede simplemente estar en contra de la opresión de las mujeres, sino que también debe defender el aborto u otras causas progresistas de izquierda, entonces el feminismo no existe realmente como movimiento. Es simplemente progresismo proaborto comercializado para mujeres”.

Un punto de vista por demás actual y muy interesante. Y es que bastantes activistas parecen tener esa visión de la jugada: se trata de un paquete de reivindicaciones, de un set de derechos, que deben ser aceptados en su conjunto, con una especie de “lo toma o lo deja”, propia del pensamiento ideológico.

Bien mirado, esas actitudes no hacen más que debilitar las luchas auténticamente feministas pues excluyen de sus filas a una gran minoría (la autora cita estudios que colocan en un 43% el número de mujeres jóvenes en los Estados Unidos que se identifican como pro vida), rompiendo uno de los principios más queridos del feminismo: la unidad para reivindicar los derechos de las mujeres.

No hay duda de que tanto en los países más desarrollados, como en los demás, la lucha feminista tiene todavía muchos problemas que abordar: pobreza, desigualdad salarial, violencia de género, abusos sexuales, acceso a la educación, sanidad de calidad, etc. Y, precisamente por ese amplio abanico de retos, centrar la lucha en un solo tema, o darle tanta importancia que termine por opacar los demás, es un flaco servicio al movimiento.

Una actitud de esta naturaleza tiene dos dificultades importantes: en primer lugar la exclusión de muchas mujeres que estarían dispuestas a sumarse a la causa con la condición de que se trate de manera diferente el tema del aborto; y en segundo lugar, la imposibilidad de defender desde una plataforma que identifica feminismo-pro aborto, derechos tales como impulsar políticas que faciliten la maternidad, la atención sanitaria, la crianza y la educación de los hijos (especialmente de las niñas).

Claro está que tampoco las promotoras de la defensa de la vida, tanto de la de la madre como de las criaturas no nacidas, podrían acaparar las plataformas feministas para convertirlas en territorio en contra del aborto sin más.

Por esto, la columnista concluye diciendo que “si queremos mejorar los complejos problemas que enfrentan las mujeres en todo el mundo, necesitamos recuperar el arte de construir coaliciones a través de profundas diferencias. Las necesidades de las mujeres son urgentes, y no podemos abordarlas si el feminismo se convierte en una lucha por un único tema”.

La promoción de un feminismo verdadero cuenta desde hace años con un moto propio: “We should all be feminist” (todos deberíamos ser feministas), tal como Chimamanda Ngozi Adichie tituló su célebre charla TED, y que luego utilizó para titular un libro suyo, en la que expone ideas muy poderosas; como por ejemplo, cuando dice que “los problemas con el género comienzan cuando alguien intenta decir a los hombres y mujeres como deberían ser, sin apenas haber puesto atención a lo que hombres y mujeres realmente son”.

Ingeniero/@carlosmayorare