En sus mejores momentos, como resultado del aumento del consumo mundial de café y del precio internacional, El Salvador se integró al mercado internacional, fomentando la producción nacional y logrando mejoras significativas en materia de productividad, convirtiéndose a mediados de los 70 en el quinto productor mundial y cuarto país exportador, con cosechas anuales cercanas a los 5 millones de quintales.
El Salvador es un país productor de café diferente a otros, en donde se produce a través de un sistema de monocultivo, dado que el café se cultiva en sistemas agroforestales que se denominan bosques cafetaleros.
Actualmente, El Salvador ha disminuido la producción de café por varias razones: la afectación de la roya; el bajo precio, lo que provoca que también disminuyan sus áreas de cultivo; y a todo esto se suma el factor del cambio climático, con el que los inviernos y veranos prolongados se han vuelto un serio problema para las zonas cafetaleras, al igual que toda Centroamérica. Esto se traduce en que cada año las zonas de cultivo van en disminución y por ende el bosque. Según el Consejo Salvadoreño de Café (CSC), actualmente el 11% del territorio está cubierto de bosques y el 7% constituido por cafetales y árboles de sombra cultivada y de montaña.
El bosque y los cafetales de las subcuencas permiten que se potencie la infiltración del agua y hacen que ésta se encuentre disponible para que la sociedad pueda aprovecharla en las distintas actividades socioeconómicas. En un terreno con cobertura boscosa se verifican mejores tasas de infiltración de un volumen de agua determinado (en función del tiempo). En promedio, el bosque es capaz de infiltrar agua a una tasa del 68.9% en un plazo de 1 hora; en comparación, con una cobertura bajo pasto, lo hace a 24.8%. Y un suelo sin cobertura vegetal, infiltra el 6.3%.
Debido a lo anterior, es de valorar la importancia de concientizar a la población sobre el valor ambiental y económico del café para el país, para la gente; a fin de iniciar e impulsar una política de reactivación de la caficultura nacional por medio de un proceso gradual de renovación del parque cafetalero y otras medidas de soporte al caficultor.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para buscar soluciones que incrementen la resiliencia del bosque cafetalero al cambio climático, con el propósito de mantener los servicios ecosistémicos asociados a éste, propone un Préstamo de Inversión Específica. Este préstamo pretende generar soluciones concretas que efectivamente incrementen la resiliencia del bosque cafetalero, con financiamiento a programas específicos de largo aliento, con un componente importante de inversión.
Es de suma importancia el fortalecer las organizaciones asociativas en gestión organizacional, empresarial y financiera, a través del establecimiento de vínculos con cadenas de alto valor para la comercialización y la transformación adaptativa a otros cultivos y que a su vez contribuya fortaleciendo la resiliencia al cambio climático.
Cuando existe voluntad política podemos poner de ejemplo a Perú. El gobierno peruano anunció la implementación del Plan Nacional del Café, que contempla una inyección financiera 66 millones de dólares para reactivar ese sector productivo en 2020. se acordó la adopción de medidas reactivadoras para la producción cafetalera y, sobre todo, destinadas a mejorar los ingresos de las más de 200,000 familias dedicadas a la actividad económica. Se destaca la importancia de fomentar la asociatividad de pequeños productores para que puedan acceder a financiamiento de programas estatales.
El CSC, establece que sólo el 36% de los 23,579 productores están organizados. El escaso capital social limita las opciones para el encadenamiento de valor, generar volúmenes y calidades de mayor atractivo para la exportación.
Exministro de Economía.