¿Si no crecemos, cómo mejoramos salarios?

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María Funes entregó su reinado a Helen Ramírez, le acompaña el alcalde de Zacatecoluca, Francisco Hirezi. Foto/ Cortesía Alcaldía de Zacatecoluca

Por Ricardo Esmahan 

2019-12-09 7:07:54

Dos de cada tres salvadoreños ocupados en actividades no agrícolas se desempeñan en el sector informal de la economía, un índice que se coloca en la cuarta proporción más alta entre los países centroamericanos. La informalidad en el sector laboral, los bajos niveles de tributación y la poca inversión en innovación y desarrollo, son algunos de los frenos que enfrenta el país en materia de competitividad.

Y es el bajo crecimiento del país, el que básicamente incide en insuficientes oportunidades de trabajo para la mayoría de familias, dificultando su progreso y el desarrollo de una vida plena. Algo irónico cuando una importante ventaja que debería aprovechar El Salvador es su población en edad para trabajar, que representa el 72% de los habitantes del país.

De cada diez personas en edad de trabajar, cuatro son inactivos, es decir, se quedan fuera de la fuerza laboral; y es parte fundamental de las causas que provocan que más salvadoreños no ingresen a la fuerza laboral, el bajo crecimiento, a lo que se suma el hecho que muchas personas se desalientan al no encontrar trabajo y dejan de buscarlo. La informalidad es un fenómeno estructural, ya que desde 1998 se mantiene en 70%.
La informalidad presenta consecuencias negativas en las personas y en la sociedad.

Por ejemplo, los trabajadores informales no cuentan con seguridad social, lo cual los expone a los efectos negativos de contingencia de salud, incluso ocupacional; a esto se suma que no ahorran para disponer de una pensión, aumentando el riesgo de pobreza en la vejez. Es de entender, que quienes más pierden por la falta de crecimiento económico son las microempresas, los informales, los jóvenes, los que viven en las zonas rurales, y no se diga, las mujeres.

Los costos de la formalidad son un factor importante que explica por qué muchas empresas pequeñas y micro, con baja productividad, no tienen capacidad de pagar su contribución a la seguridad social, en tal sentido, es necesario buscar mecanismos para incrementar la productividad de éstas.

Los jóvenes mayormente salen graduados y siguen desempleados, buscando oportunidades, repartiendo currículums, asistiendo a innumerables entrevistas en las cuales condicionan experiencia, con la esperanza que los contrate una empresa formal. Los salvadoreños siguen migrando a tasas altas, debido a la falta de oportunidades, la delincuencia y por unirse con la familia que migró antes.

Un pacto por el empleo productivo debería ser la principal tarea central del gobierno. Estudios internacionales muestran que muy pocas naciones en el mundo han logrado la proeza de crecer alto y sostenidamente para reducir la pobreza y aumentar la calidad de vida.

Un alto crecimiento inclusivo crearía las oportunidades para impactar positivamente en grupos sociales importantes, como a las mujeres, las microempresas y los jóvenes. En virtud de la estabilidad del desempeño entre el empleo y la expansión de la economía, el crecimiento económico debería rondar el 6% cada año, lo que implicaría realizar un importante esfuerzo para superar el promedio de 2% de los últimos años.

Con todas estas realidades dramáticas en el orbe, se espera que la instalación del Consejo Nacional Salario Mínimo sea el inicio del respeto del diálogo tripartito por parte del Gobierno, cumpliendo su papel de ser un facilitador para la toma de decisiones entre los sectores representativos del sector empresarial y laboral salvadoreño, en las instancias tripartitas. Enviar al interior del Consejo señales de transparencia y de apego a la Ley, es el mensaje positivo de certidumbre jurídica que propiciaría y materializaría las condiciones necesarias para la generación de empleo e inversión, beneficiando a los salvadoreños.

Columnista de El Diario de Hoy.