OPINIÓN: Por nuestros salvadoreños varados

.

descripción de la imagen

Por Aída Betancourt

2020-04-08 6:00:35

La crisis generada por el COVID-19 no se parece a nada que hayamos vivido antes; y por lo tanto ha requerido medidas extraordinarias, como la cuarentena obligatoria y el cierre de negocios y otras actividades, con el fin de prevenir los contagios y proteger la salud de los salvadoreños. Las instrucciones del Gobierno han sido claras: hagamos un esfuerzo por quedarnos en casa.

En nuestro país, es una realidad que no todos pueden quedarse en sus casas. Hay demasiadas personas cuya subsistencia depende del trabajo diario. Esta es una oportunidad para que reflexionemos acerca de los retos que debemos enfrentar después de superar esta crisis, como invertir más en nuestro sistema de salud que en publicidad y construir un sistema real de protección social, en un país con tantas desigualdades.

Pero mientras tanto, hay retos inmediatos a los que debemos atender. Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores, que ha creado un Centro de Operaciones de Asistencia Consular Remota, hay 4,224 salvadoreños en distintas partes del mundo que no pudieron volver al país debido al cierre de fronteras decretado el 11 de marzo. Se están enfocando en hacer un censo y darles seguimiento a estas personas, con medicamentos para algunos y alimentación para otros.

La necesidad de darle una solución a estas personas también fue discutida en la Asamblea Legislativa, donde se propuso gestionar vuelos humanitarios para repatriarlos, pero el Presidente Bukele no ha aprobado este decreto transitorio.

Desde Nuestro Tiempo, trabajamos una propuesta de un Plan Nacional de Repatriación para facilitar el regreso de estos salvadoreños que quieren volver a sus hogares, con sus familias, a pasar esta crisis. Este Plan fue enviado a la Canciller Hill y la Vicecanciller Portal, así como a miembros del cuerpo diplomático.

Nuestra propuesta no implica privilegios. Las cinco medidas que incluimos son: la creación de una base de datos, clasificada según categoría de riesgo, definidas por epidemiólogos; y la conformación de una mesa técnica con las instituciones públicas involucradas, desde Cancillería hasta CEPA, y la PDDH para garantizar la adecuada logística y el respeto de los derechos humanos.

También proponemos adecuar albergues especiales y hacer pruebas obligatorias a estas personas, y en caso de resultar negativas, después de 14 días, puedan cumplir la cuarentena en sus casas.

El financiamiento de estas medidas puede hacerse con el presupuesto de publicidad de Cancillería y la reducción de salarios de funcionarios públicos que pueden ser dirigidos al Fondo de Emergencia, para garantizar su debida fiscalización.

Nuestros compatriotas llevan semanas en la espera. Y en la cadena nacional del pasado lunes 6 de abril, el presidente Bukele les dio una respuesta: no los van a repatriar, porque significan mucho riesgo.

Este mismo mensaje invade las redes sociales con reacciones de profunda discriminación, y que deben ser condenadas: que se queden, que no nos traigan el virus, no podemos arriesgar a todo el país por traer a algunos que andaban de vacaciones – aunque esta no sea la realidad de muchos, fuera por estudios, por trabajo, por salud.

Son historias humanas. He tenido la oportunidad de conversar con muchos de ellos, en Estados Unidos, Panamá, Guatemala, Costa Rica, México, Colombia, quienes esperan una solución concreta de parte del Estado, con los ánimos y la esperanza golpeados.

Nosotros mismos estamos estigmatizando, expulsando, rechazando a nuestros compatriotas, que están lejos de sus familias, incurriendo en gastos económicos imprevistos o sobreviviendo con ayudas de gente altruista, para muchos insostenibles, incluso algunos con condiciones médicas.

Cada caso es único, pero todos tienen los mismos derechos, incluyendo el de volver a su país.

Según estudios, los desastres naturales como terremotos y huracanes despiertan olas de generosidad y colaboración, pero las pandemias suelen provocar lo contrario: miedo, odio y egoísmo.

Demostremos que esta crisis puede sacar lo mejor de nosotros, hagamos un esfuerzo de generosidad y de empatía. Sigamos exigiendo para que estas personas, estos salvadoreños, puedan volver a casa.

Directora de Proyectos y Alianzas de Nuestro Tiempo