Un país donde la amenaza se aplaude

Más que ignorancia, es maldad, cuando en la cadena de odio número un millón volvió a amenazar a los magistrados diciendo que “los hubiera fusilado a todos o algo así, si fuera de verdad un dictador. Salvás (sic) mil vidas a cambio de cinco…”.

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El presidente Nayib Bukele durante la cadena nacional emitida ayer por la noche. Foto: Cortesía / @PresidenciaSV

Por José Miguel Fortín Magaña

2020-08-10 9:05:33

Bienvenidos a El Salvador, un país en donde la amenaza se aplaude y donde el autocrático presidente se “toma” la televisión y radios casi todas las semanas para hacerse publicidad, insultar a sus adversarios y amenazar a magistrados, diputados y cuanta persona se cruce en el camino del remedo de dictador.
La ignorancia del bachiller es descomunal, pero su soberbia es todavía mayor, y lo mismo pretende dar clases de doctrina constitucional a los abogados especialistas, que explicarle al Colegio Médico cómo manejar la pandemia, porque está convencido de que haber cursado “ciencias naturales” en tercer grado es sinónimo de ser virólogo, infectólogo e intensivista; y detrás suyo, los flamantes ministros aplauden cual focas todo cuanto el supremo líder diga o haga.
Más que ignorancia, es maldad, cuando en la cadena de odio número un millón volvió a amenazar a los magistrados diciendo que “los hubiera fusilado a todos o algo así, si fuera de verdad un dictador. Salvás (sic) mil vidas a cambio de cinco…”. Gravísimas palabras las de este señor, que por el cargo que mal ostenta se siente libre para poner en riesgo a las personas y a las instituciones, siempre detrás de la infantil condición de no sentir responsabilidad en ninguna de sus acciones, mintiendo constantemente para responsabilizar a los demás de sus pésimas decisiones.
Dictador es, en palabras sencillas, aquel que desoyendo a los otros poderes del Estado, legisla por mano propia, interpreta las leyes y decide qué es constitucional y qué no, para finalmente ejecutarlas según su antojo; y eso exactamente es lo que define por hoy al señor Bukele, quien, por otro lado, todavía no ha llegado a asesinar (como él propone por fusilamiento) a sus enemigos políticos, con lo que llegaría a la categoría de genocida, cosa que sobre él todavía nadie ha dicho.
La ignorancia es atrevida, pero la maldad y la mentira lo son más; por eso los funcionarios del nuevo régimen se atreven a tanto; por eso sus candidatos juegan sin empacho con el honor de sus oponentes y se escudan unos y otros en las legiones de troles que los escudan. Por eso las cadenas del primer empleado de la Nación solo sirven para publicitarse y para despotricar contra los enemigos del régimen; y por eso las nuevas ideas de esta gente, son las más antiguas, pero también las más perversas de todas: la calumnia, la infamia y la cobardía del anonimato.
En eso se ha convertido nuestra patria; en la casa de un puñado de funcionarios, que siendo los peores de todos, creen personificar al Pueblo y se sienten tan sobre la ley que impedirán el ejercicio del Derecho, bloqueando que ellos sean cuestionados por la Asamblea o sujetados por la Constitución; y al tenor de su presidente, los demás de esa camarilla, actúan con una prepotencia inaudita, como cierta doctora del sistema que se rehusó atender a don Juan Antonio, un paciente que fue referido por anemia profunda, con 5 de hemoglobina y que fuera despachado con una cita de control para dentro de 4 meses.
El caso anterior es real, ocurrió en el Seguro Social, y cuando se le pidió a través del paciente que esa mala doctora atendiera la llamada del buen médico que lo refirió, la señora en cuestión solo informó que ella nada tenía que decir y que ahí todo se hacía como el presidente ordenaba.
Estamos en medio de la oscuridad producida por la enfermedad de la maldad y por un virus que cobra más vidas en El Salvador que en Costa Rica, por ejemplo, debido al pésimo manejo del gobierno, quien hundió ya la economía; pero como siempre y a pesar de todo, ha de brillar la esperanza y la prosperidad, cuando al final, y con la ayuda de Dios, llegue el fin de esta era de turbulencia; y los buenos, de cualquier signo político, recobren el control de la República.

Médico psiquiatra.