Resultados esperados

Los resultados en la PAES, un año más, no serán buenos. Las desigualdades mencionadas al inicio de este artículo y la falta de trabajo concienzudo en las aulas pueden ser dos razones que se podrían invocar para explicar tales resultados.

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Raquel Avoleván, Alejandra Costa, Luiza Manga y Alejandra Ochoa son algunas de las famosas que se han pronunciado contra la violencia infantil. Foto EDH / Instagram

Por Jorge Alejandro Castrillo

2019-10-11 6:11:46

La realidad nacional sigue siendo muy disímil en todos los aspectos: artísticos, culturales, educativos, salud física y mental, infraestructura, arquitectura, en la economía de los hogares. Esas disparidades tuvieron mucho que ver en la génesis del conflicto interno de los años 80, quiérase aceptar o no. Del país que vivimos entonces, poco —si algo— va quedando. Para bien y para mal, nuestras actuales generaciones no tienen ni cercana idea de lo que vivimos entonces. Viniendo de donde venimos, mal se podría esperar ahora que la bonanza y la prosperidad sean características principales de la realidad salvadoreña, lo que no debe ser óbice para que realmente nos empeñemos en conseguirlas, individual y socialmente. Hay lastres importantes que debemos soltar si hemos de conseguirlas: a) la falta de verdaderas políticas públicas en aspectos esenciales de la realidad, abrazadas por la ciudadanía y todas las fuerzas políticas; b) la corrupción rampante en la sociedad, lo que significa cero tolerancia al corrupto y al corruptor; c) la actitud de plañimiento, que debe dar paso a una cultura de trabajo serio y a la búsqueda de la excelencia.

Indicadores económicos como el PIB, el monto de la deuda externa, la renta per cápita, el coeficiente de Gini han ido de mal en peor en lo que llevamos del siglo, pero a nadie se le ocurre sugerir que el BCR deje de medirlos. Pican pican los mosquitos, pican con gran disimulo en invierno, pero a nadie se le ocurre sugerir que el MINSAL deje de llevar registros epidemiológicos. El ISSS sigue acopiando datos del número y tipo de consultas servidas e intervenciones realizadas aunque los derechohabientes y los excluidos de sus servicios sigan teniendo la percepción de que allí se atiende a destiempo, con desgano e insuficiencia de recursos. Pero ¿algún desorientado tuitero ha sugerido que se deje de llevar estadísticas y medidas? ¡Ninguno! Sí resulta difícil de entender que, conociendo esa precaria situación, los señores y señoras de la Asamblea Legislativa decidieran ampliar la cobertura del ISSS y complicar así irresponsablemente su funcionamiento.

Los resultados en la PAES, un año más, no serán buenos. Las desigualdades mencionadas al inicio de este artículo y la falta de trabajo concienzudo en las aulas pueden ser dos razones que se podrían invocar para explicar tales resultados. Pero aquí, sí, todos plañen por su eliminación. Plañen las gremiales de maestros, plañe la Asociación de Colegios Privados, plañen los estudiantes. Meter la cabeza en un hoyo ante los pobres resultados no nos hará mejorar. Como cualquier alcohólico lo sabe bien, el primer paso para salir de la adicción es aceptar que se tiene el problema, reconocer íntimamente que necesita ayuda y actuar en consecuencia para superarlo. “Este día no me tomaré un solo trago” es la frase que ha salvado la vida de miles de personas. Esos miles salvaron su vida no porque hayan dicho tal frase, sino porque, efectivamente, no se tomaron el trago.

Las nuevas autoridades de Educación declararon tempranamente que la PAES se realizaría en un solo día. Acertada declaración: para un solo día de aplicación fue diseñada y triste bachiller sería aquella persona que no pueda resolver 100 preguntas básicas en cuatro horas. (Se había sugerido, incluso, aumentar a 120 el número de preguntas para cubrir mejor los programas).También me parece acertada la sugerencia de revisar la prueba para ver si se puede mejorar el actual instrumento y su forma de administración.

Dadas las actuales circunstancias nacionales, no parece sensato pensar que todos los que se sometan a la PAES habrán de aprobarla, por lo que tampoco se debe esperar que los promedios suban aceleradamente. Lo que sí podemos exigir es que los actores educativos mejoren –desde enero del otro año- su desempeño para mejorar los aprendizajes de los alumnos, como ya lo hacen muchas instituciones públicas y privadas. Tampoco parece acertado pensar que todos los bachilleres merezcan asistir a la universidad, ni parece que deba ser obligación del estado ofrecer universidad para todos. Más real y justo parece exigir del Estado un sistema educativo en coordinación estrecha con el sistema productivo (mayor oferta de estudios técnicos vis a vis con una mayor oferta laboral) y ofrecer estudios universitarios gratuitos solo a quienes se hagan merecedores de ellos. Que ese merecimiento no tenga nada que ver con las posibilidades o limitaciones económicas de sus padres, sino de los buenos resultados que, fruto de su personal y sostenido esfuerzo, ellos mismo obtengan en pruebas de rendimiento académico bien elaboradas.

Psicólogo.