El 6-A, desafío para la escuela

El 6-A fácilmente puede convertirse, en algunas escuelas públicas especialmente, en una avalancha de padres de familia depositando a sus hijos, más allá de un ordenamiento preestablecido, que desborde las puertas de las escuelas

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El entrenador colombiano Jorge Luis Pinto. / Foto Por EFE

Por Ricardo Bracamonte

2021-03-16 6:53:33

El 6 de abril (6-A) podría convertirse en el día más feliz para la niñez y la juventud salvadoreñas, ansiosas de regresar a las escuelas o colegios luego de más de un año de confinamiento o quedar señalado como el día en que se recrudeció el contagio del COVID-19. Todo depende de la organización que los ministerios de Salud y Educación pongan en práctica, no sólo el 6 de abril, sino antes, durante y después de esa fecha.
Directores, docentes y estudiantes han manifestado, a través de diferentes medios, la emoción por el reencuentro. Incluso, algunos padres de familia han expresado la necesidad de que se abran las escuelas porque “ya no hallan qué hacer” porque sus hijos frente a un televisor o frente a una computadora, no tienen ambiente para soltar su energía o compartir con sus compañeros.
Hogares donde ambos esposos trabajan tienen que dejar a sus hijos con la abuela (hay que llevar a la abuela de otra casa, peligro de contaminación) o contratar una persona para que ayude (traslado en transporte urbano, posibilidad de contagio).
El 6-A fácilmente puede convertirse, en algunas escuelas públicas especialmente, en una avalancha de padres de familia depositando a sus hijos, más allá de un ordenamiento preestablecido, que desborde las puertas de las escuelas. Parecido a la descarga de necesidades que se dio luego del anuncio de la entrega de los trescientos dólares por familia.
En varios países latinoamericanos han elaborado planes para volver a las escuelas. No hay duda que la necesidad de regresar a la normalidad genera urgencias y estimula a la acción. Costa Rica, por ejemplo, ha elaborado un plan que contempla medidas preventivas en el traslado de los estudiantes de la casa al centro escolar en transportes masivos; luego, el ingreso al centro escolar; inmediatamente después, la incorporación de los estudiantes al aula y su permanencia en ella. Prevén el orden durante los recreos, durante el refrigerio y en el comedor estudiantil. Incluso, recomiendan medidas higiénicas por si antes de ingresar a la escuela, los niños y sus acompañantes van a una tienda o compran algo en la calle.
Incluyen el uso de mascarilla todo el tiempo, llegadas puntuales al centro educativo o a la salida del mismo de grupos previamente informados, toma de temperatura, higiene permanente de todos los objetos o lugares que el estudiante toque, higienización constante en corredores, paredes, patios y aulas.
Más allá de la alegría del encuentro, esto supone una enorme responsabilidad, una fina organización y, por supuesto, recursos adecuados y suficientes no sólo para el primer día, sino para todos los días, mientras el virus sea una amenaza latente. Muchas escuelas públicas carecen de agua potable o la tienen limitada. Carecen de lavamos y ya no digamos de inodoros en condiciones aceptables. Además, la limpieza frecuente de todas estas áreas requiere de personal específico.
Los maestros están demandando ser vacunados. Los colegios privados recomiendan, incluso, vacunar al sector administrativo que tiene contacto con los estudiantes; ¿se logrará esto en un mes? También habría que tener en cuenta, el regreso de los niños a las casas ¿van contaminados? El temor de los miembros de la familia estará presente.
La Organización Mundial de la Salud indica otros aspectos que deben controlarse tras la reapertura de la escuela: eficacia de las actividades de notificación de síntomas, vigilancia, pruebas rápidas y rastreo de posibles casos de covid; efectos de las medidas en los resultados de aprendizaje, en la salud y el bienestar de los niños y sus familiares.
El A-6 está a la vuelta de la esquina.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación Educativa