Un problema que no debemos ignorar

Se debe hablar del progreso del país respecto a fuentes de energías renovables. De la misma forma, invito a los ciudadanos a tomar consciencia sobre sus acciones y su efecto negativo en el ambiente.

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Según el reporte brindado el lunes 27 de diciembre por las autoridades sanitarias entre el 1 de diciembre y esa fecha habían atendido 68 infantes con quemaduras provocadas con pólvora. Foto EDH / Archivo

Por David Eleazar Solís Segovia

2021-01-01 6:31:08

Todos podemos coincidir en que el 2020 ha sido uno de los años más caóticos que hemos vivido. Muchos sienten insatisfacción y miedo ante lo que podría suceder en distintos aspectos de la realidad salvadoreña. Los reflectores están puestos en lo concerniente a la economía, la salud, la educación y la situación política, pues sus efectos son más perceptibles en el día a día de la población. Sin embargo, durante esta crisis no se puede desatender un punto que juega un rol muy importante para nuestro bienestar: el medio ambiente.
Este problema, a pesar de no cobrar tanta relevancia entre el mar de líos provocados por la pandemia, permanece vigente y resulta decisivo de cara al futuro si no se toman medidas desde ya. A lo largo del año, se han visto los efectos del cambio climático, los cuales hemos pagado tanto con daños materiales como con pérdidas humanas. Además, aunque a causa de la cuarentena se haya reducido la contaminación, su efecto no durará por siempre y se debe tomar acción para mantener un mínimo de calidad ambiental.
A primera vista, podría parecer descabellado preocuparnos por el impacto ecológico si buscamos restablecer la economía lo más pronto posible. Durante esta crisis se puede argumentar que el impacto de explotar los recursos o de limitar la contaminación implica ineficiencia —pues en estos momentos lo mejor es maximizar la producción en favor de la sociedad— o que, asimismo, son restricciones que impiden un nivel de rendimiento óptimo y que solo entorpecen la economía. Desde esta perspectiva, quizá algunos opinarían que enfocarnos en el impacto sobre el medio ambiente nos impediría progresar o, si fuera más radical, que el calentamiento global no existe.
No obstante, para tener un mejor panorama sobre las consecuencias de dejar de lado los asuntos ambientales, podemos observar lo que sucedió en nuestro país a lo largo del año. El fenómeno de la Niña en el océano Atlántico —causado por un aumento excesivo de la temperatura en la zona debido al cambio climático— provocó huracanes y tormentas tropicales, los cuales, como fichas de dominó, fueron pasando uno detrás del otro. Estos generaron pérdidas humanas y materiales a lo largo de la región, agudizando así la crisis presentada por la pandemia y el cierre de la economía. Estas tragedias son ejemplos de lo devastador que puede llegar a ser nuestro planeta por culpa de nuestro descuido, lo cual únicamente nos perjudica a nosotros mismos.
Del mismo modo, lo acontecido en este 2020 puede suceder de nuevo. A lo largo de estos últimos años, los ciclones de 4 y 5 en la escala de Saffir-Simpson se han vuelto cada vez más comunes y esta tendencia no parece ir a mejor. Adicionalmente, si no se hace nada al respecto, pronto se volverán a alcanzar los mismos volúmenes de contaminación de antes del confinamiento o incluso se superarán. Así, a causa de nuestras prácticas enfocadas solo en la gratificación instantánea, las futuras generaciones estarían lidiando con peores escenarios, que harían que las pérdidas actuales se vieran insignificantes en comparación. Tales predicciones parecen muy negativas y desalentadoras, pero deben ser los motivos para comenzar a cambiar nuestros hábitos como sociedad mientras haya tiempo.
Por lo tanto, se debe comenzar a trabajar desde ahora. Aún con las circunstancias adversas que nos asolan e imposibilitan, hay que velar por el futuro. Para ello, ya existen iniciativas a nivel internacional para lidiar con las diferentes problemáticas ambientales como el Acuerdo de París, el cual próximamente Estados Unidos firmará de nuevo según las propuestas del presidente electo. Así, se espera la reducción de gases de efecto invernadero en la atmósfera, siempre y cuando se alcancen las metas de reducción de emisiones.
Igualmente, como país tenemos la misma responsabilidad. En El Salvador, ya existen varias organizaciones ambientalistas en acción que se pueden apoyar. Además, debemos apoyar a quienes aspiran a representarnos o a los funcionarios que ya lo hacen que consideran el daño que generamos al medio ambiente y sus consecuencias desastrosas, y tienen propuestas para limitar la contaminación y procurar la modernización. Por ejemplo, se debe hablar del progreso del país respecto a fuentes de energías renovables. De la misma forma, invito a los ciudadanos a tomar consciencia sobre sus acciones y su efecto negativo en el ambiente. De esa manera, aseguramos un escenario sano donde nosotros y las próximas generaciones podamos desarrollarnos apropiadamente.

Estudiante de Ingeniería de Negocios

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)