Los resultados de un reciente estudio coordinado por la prestigiosa London School of Economics (LSE) sugieren que el tipo de estrategia implementada por el Gobierno de El Salvador para contener la pandemia no solo es inefectivo, incluso puede empeorar la situación.
El abordaje salvadoreño es de corte punitivo, ya que la adhesión a las normas sanitarias dictadas por las autoridades se basa en el efecto disuasivo de capturar a quienes las violen y enviarlos a sufrir las precarias condiciones en los centros de contención. La Policía ha sido utilizada como la principal herramienta para asegurar que las disposiciones de salud se cumplan.
Dicha estrategia, lógicamente, implica un mayor número de contactos entre la policía y ciudadanía. En otros países se han tomado medidas precisamente para evitar estas interacciones por el riesgo de contagio que conllevan. En El Salvador, no obstante, algunos justifican el uso de la Policía, a pesar del peligro de contagio que eso implica, argumentando que es la única forma de hacer respetar las medidas sanitarias. Sostienen que el salvadoreño solo entiende a garrotazos.
El estudio de la LSE refuta ese argumento y revela que las estrategias punitivas pueden tener un efecto contrario al deseado. La investigación fue desarrollada en Inglaterra. Criminólogos de distintas universidades inglesas estuvieron encargados de su diseño y análisis. El objetivo del estudio era identificar los factores asociados con el respeto y violación de las normas sanitarias implementadas para controlar la pandemia en Inglaterra. La investigación, hasta el momento, ha recolectado dos olas de data en abril y mayo. La estrategia inglesa incluye normativa en la que se establecen reglas de comportamiento para reducir el contagio y sanciones para las personas que las violen. Sin embargo, a diferencia de El Salvador, estos castigos son empleados como último recurso. Los resultados del estudio indican que la aprobación de este tipo de leyes es importante porque clarifica a la ciudadanía qué conductas son aceptables y cuáles no lo son. También tiene un efecto simbólico, ya que envía el mensaje de que el respeto de las disposiciones está alineado con el bien común.
Según los datos, las leyes aprobadas para la pandemia en Inglaterra, a pesar de contener sanción es para quienes las irrespeten, no tienen un efecto disuasivo. Las personas no se adhieren a ellas por temor a ser castigadas por las autoridades sino por un sentimiento de identidad compartida y responsabilidad colectiva. Los autores explican que las estrategias de corte punitivo, enfocadas en el impacto disuasivo de los castigos impartidos a quienes violan las normativas, convierten la adhesión de las personas a las reglas en algo individual. Es decir, quienes irrespetan las medidas sanitarias lo hacen asumiendo que el castigo al que se arriesgan no impactará a nadie más en su entorno social. Esto incrementa las probabilidades de que las personas decidan violar la normativa y, por lo tanto, aumenta el riesgo de contagio.
Según el estudio, el que Inglaterra adoptara una estrategia distinta, en la que la sanción legal es el último recurso y no el primero, permitió que se abandonara el individualismo, trasladará la responsabilidad al colectivo y, consecuentemente, se desarrollara un sentimiento de responsabilidad compartida. Estos resultados son especialmente relevantes para la idiosincrasia salvadoreña. En El Salvador se premia socialmente al más vivo. La viveza muchos la igualan a burlar a la autoridad. La estrategia punitiva actual alimenta ese lamentable rasgo cultural y el individualismo que está a su base. Es necesario adoptar una estrategia distinta para trasladar la responsabilidad del individuo al colectivo. Hacerlo explotará la innegable cualidad solidaria de los salvadoreños que brillado en la movilización ciudadana surgida consecuencia del abandono del gobierno en esta pandemia.
Criminólogo.