¿El fin de la educación pública…?

Lo cierto, en resumidas cuentas, es que seguiremos en educación a distancia mediada por internet unos cuántos meses más, y la gente está pagando este servicio, lo cual complica más aún las finanzas domésticas; un problema adicional para los más pobres y un desafío extra para las brechas ya existentes. En efecto, la educación ya no es ni pública ni gratuita, está mediada forzosamente por empresas privadas y tiene un costo.

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Un video que circula en redes sociales muestra el momento en que parte del muro fronterizo de Trump se derrumba ante la fuerza de Hanna. Foto captura de video

Por Oscar Picardo Joao

2020-07-26 8:17:01

a habíamos escrito sobre la “desescolarización de la sociedad” (Ivan Ilich – Everett W. Reimer) por el fenómeno de la pandemia de COVID19; pero mi buen amigo Roberto Cuéllar me envío un breve texto demoledor: “Hemos llegado al punto en donde si no pagas el Internet no hay educación. Esto ya no la hace ni pública ni gratuita”, a esto le agregué: “Sumemos los gastos de equipo; en efecto, COVID19 no solo desescolarizó la sociedad, sino que también privatizó al sistema…”
En el artículo “La nueva normalidad, la nueva escuela” anotamos que en la nueva escuela lo asíncrono y lo ubicuo (M. Castells) podrán ser los nuevos entornos o escenarios educativos; pero sobre todo señalamos la necesidad de unas nuevas categorías pedagógicas (informacional) y didáctica (digital) en tres vertientes: 1) Alfabetización digital del docente; 2) Recursos tecnológicos para estudiantes y docentes (laptop o PC, Tablet, Móvil); y 3) Conectividad o ancho de banda. Luego, publicamos otra reflexión importante: “Empatía y mediación en entornos virtuales de aprendizaje”, un aspecto esencial para que la educación mediada por internet sea efectiva.
Pero más allá de lo anterior, lo que nos preocupa en esta reflexión es si estamos ante un fenómeno de privatización educativa estructural y estructurante (Lévi-Strauss), ya que la suspensión de clases por razones epidemiológicas obligó al sistema educativo a migrar a un formato virtual o digital, pero esto tiene un costo importante: Se necesita equipo y también acceso a internet, y éstos servicios son privados.
Un equipo de mediana calidad para poder correr plataformas educativas (Sakai, Moodle, BlackBoard) tiene un costo de US$ 500; y un paquete de internet para que puedan operar las plataformas virtuales, y utilizar materiales multimedia, requiere al menos 30 megas, a un costo mensual de US$ 60. En síntesis, el costo anual de servicios tecnológicos –sin software- pueden rondar los US$ 1,100 anuales. Un costo muy elevado para 2.2 millones de ciudadanos que viven en pobreza y pobreza extrema, cifra –la de la pobreza- que se pueda elevar con el efecto de la pandemia.
Si proyectamos este monto (US$ 1,100) por 1.3 millones de estudiantes para garantizar la gratuidad integral de la educación, el gobierno necesitaría invertir US$ 1,430 millones adicionales. El Estado ya subsidia en gran parte los salarios docentes y la operación administrativa de 6,000 escuelas, la Universidad de El Salvador y algunos centros más de carácter mixto. Obviamente, esta “educación gratuita” es financiada por los impuestos que pagan los ciudadanos; y con esta inversión llegamos al 3.3% del PIB (unos mil millones). Diversos informes han indicado la necesidad de llegar al 6% del PIB, todos los candidatos “mentirosos” a la Presidencia se han comprometido que lo harán, pero ninguno lo ha hecho. Y resulta que el 6% del PIB, en estos momentos, ya es insuficiente.
Salvo Costa Rica, Uruguay y Cuba, en la mayoría de países ya se privatizaron las telecomunicaciones en los años 90. Ahora estamos con las manos atadas. Algunos gobiernos de forma audaz han exigido a las empresas de telecomunicaciones subsidiar el internet en las escuelas públicas; otros han pactado beneficios fiscales por éste subsidio. Aquí no sabemos qué va a suceder.
Lo cierto, en resumidas cuentas, es que seguiremos en educación a distancia mediada por internet unos cuántos meses más, y la gente está pagando este servicio, lo cual complica más aún las finanzas domésticas; un problema adicional para los más pobres y un desafío extra para las brechas ya existentes. En efecto, la educación ya no es ni pública ni gratuita, está mediada forzosamente por empresas privadas y tiene un costo.
Ponemos el tema sobre la mesa y, los economistas de la educación, las autoridades educativas, las Secretarías o Ministerios de Hacienda deben pensar qué hacer y cómo hacerlo. También las empresas de telecomunicaciones podrían reflexionar sobre éste tema relevante para el futuro de los niños y niñas. ¿Democratizamos internet para la educación o asimismo que el titular es cierto?

Investigador Educativo. opicardo@uoc.edu