La decisión de suprimir la PAES 2020 es una posible respuesta al fracaso de la continuidad pedagógica… no hay otra interpretación; si se decide cambiar el patrón de evaluación y perder la trazabilidad que tenemos desde 1997 es porque el sistema educativo no cumplió con sus objetivos y metas en el marco de la pandemia de COVID19, pese a los esfuerzos que se realizaron.
Obviamente, el cierre abrupto de las escuelas, institutos y universidades fue traumático; no obstante, inmediatamente se diseñaron múltiples estrategias para garantizar la continuidad pedagógica: plataformas on line, guías, TV educativa, call center, radio educativa, refuerzo educativo telemático, entre muchas otras. La mejor medida para verificar si las medidas funcionaron o no y garantizar si los estudiantes aprendieron es evaluar con herramientas confiables y válidas, entre ellas las pruebas estandarizadas.
Y conste: NO importa la “nota” de la PAES de cada alumno o el promedio de una institución, departamento o país, sino evaluar la eficacia, pertinencia y significado de los esfuerzos educativos; para eso se diseñó la PAES…
De hecho, la Ministra de Educación en su cuenta de Twitter ha declarado “no realizar una prueba se desconocería el esfuerzo realizado” (26 de mayo) y además lo siguiente:
- “El año escolar no está perdido, el Ministerio hace y haremos todo lo posible por llevar la educación a todos los estudiantes, por eso trabajamos con la enseñanza multiplataforma” (11 de agosto)
- “La educación no puede parar y para eso necesita adaptarse, por eso estamos trabajando con las guías escolares impresas, con el micrositio, con radio y televisión. Estamos trabajando con la cooperación internacional para hacer frente a este gran desafío” (27 de mayo)
- “La pandemia nos está dando la posibilidad de mejorar la educación de nuestro país” (26 de mayo)
En función de lo anterior nos preguntamos ¿por qué no realizar la PAES?; no omito manifestar que técnicamente la PAES, como prueba estandarizada, se puede diseñar calibrando los niveles de dificultad, taxonomía y discriminación; también se pueden configurar los ítems conforma a lo estrictamente enseñado; es decir, si de las ocho unidades del programa de Matemática se enseñaron cuatro o cinco, evaluar específicamente lo tratado en clase y así sabremos sobre la calidad, eficacia y pertinencia. También se aprovecharía para tener información valiosa sobre los métodos alternativos no presenciales.
La PAES es la única estrategia de política educativa que ha trascendido a todos los gobiernos de 1997 en adelante, transformándose así en una verdadera política de evaluación de Estado; quebrar esta tradición me parece fatal, pese a las ideas “innovadoras y transformadoras” de esta administración. Le recordamos al equipo del Ministerio que lo que no se mide –de modo confiable y válido- no se conoce y menos se puede mejorar.
La PAES –querida y odiada– es una prueba estandarizada que nos ha permitido obtener información valiosa para intervenir y mejorar; ha sido un termómetro que nos ha indicado el estado “febril” del sistema educativo, pero lamentablemente nunca hemos utilizado sus resultados para mejorar, tampoco hemos tomado los “antibióticos” para erradicar la fiebre. Entonces, no es culpa de la PAES que tengamos una calidad mediocre, tampoco es culpa del termómetro que tengamos fiebre. Pero al menos, esta prueba durante 23 años nos ha servido para señalar las deficiencias pedagógicas, didácticas, falta de laboratorios y problemas con el calendario escolar, QUE NINGÚN MINISTRO HA PODIDO O A QUERIDO SOLUCIONAR. Y visto así, la PAES estorba…
Entendemos que están diseñando una evaluación alternativa por el mandato del artículo 57 de la Ley General de Educación; ojalá que la nueva herramienta –que debería ser on line- garantice científicamente la objetividad, confiabilidad y validez de los resultados, así como el “aprendizaje, aptitudes, rendimiento y eficacia de las diversas áreas curriculares”.
Sé que las cartas están echadas, pero era mi responsabilidad técnica advertirlo: Eliminar la PAES no es sólo un error, sino revelar que no confiamos en lo que hicimos… El debate sobre este tema es técnico, hasta podría ser “semántico”, pero nunca político.
PD: Quien le maneja la cuenta de Twitter a la Ministra deja mucho que desear, es más política que educativa.
Investigador Educativo
opicardo@uoc.edu