Nuestro Tiempo y la ideología

Este momento de la historia demanda grandes acuerdos entre individuos y colectivos que, sin pensar de la misma manera, seamos capaces de impulsar un proceso de diálogo y toma de acuerdos sobre una agenda común

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El perro que era aparentemente sano, en abril comenzó a presentar mucosidad espesa en la nariz y dificultad para respirar. Foto de referencia Poxabay.

Por Ramiro Aníbal Navas

2020-07-29 8:29:23

En los últimos días el debate sobre la relación entre los partidos políticos y las ideologías se ha ganado un lugar importante en la conversación pública de cara al futuro inmediato del país y, en concreto, ante la contienda electoral del próximo año. Una pieza gráfica publicada por Nuestro Tiempo, en la que se hablaba sobre “ir más allá de las ideologías”, despertó reacciones interesantes y puso sobre la mesa la necesidad de abordar esta situación de forma más extendida.
Naturalmente, el asunto de la definición ideológica es crucial para cualquier proyecto político que se tome con seriedad el servicio público. Está claro que cualquier intento de minorizar o evadir las posturas no es una señal de tener claridad sobre lo que realmente se pretende impulsar en el caso de acceder a espacios de toma de decisión, que es el objeto de todo proyecto político-electoral. Razón tienen quienes afirman que ese tipo de mensajes más bien se acercan a la demagogia, una práctica que precisamente en estos momentos es crucial contrarrestar.
Nuestro Tiempo desde sus primeros días sostuvo una discusión sobre su propia definición ideológica y en los últimos días esta conversación se ha retomado, ampliado y profundizado de una forma que, para nosotros, ha generado un eco positivo al interior del partido. Para nadie es un secreto que en NT convergen diferentes corrientes de pensamiento, desde quienes se identifican con valores más cercanos a la derecha, pasando por liberales y socialcristianos, hasta quienes nos definimos como personas de izquierda. Esa convergencia ha configurado nuestro proyecto político y es una de las virtudes más importantes por las que consideramos que vale la pena repensar la forma en la que se ha entendido la política partidaria en países como el nuestro.
Por esa razón, el debate abierto sobre la definición ideológica no solo es importante para nosotros, también hemos comprendido la necesidad de impulsarlo para dejar suficientemente clara nuestra posición al respecto: que este momento de la historia demanda grandes acuerdos entre individuos y colectivos que, sin pensar de la misma manera, seamos capaces de impulsar un proceso de diálogo y toma de acuerdos sobre una agenda común para garantizar los avances democráticos, la garantía de los derechos fundamentales y la lucha contra la corrupción como pilares intocables del orden político y social.
Una mirada a la historia de nuestro país demuestra que los momentos más importantes que han marcado cambios de época y avances significativos en la profundización de la democracia son aquellos en los que las convergencias sociales e ideológicas han impulsado una agenda compartida. La Huelga de Brazos Caídos en 1944, la consolidación de la Unión Nacional Opositora en los años 70 e incluso la firma de los Acuerdos de Paz son ejemplos bastante claros al respecto. La construcción de esas convergencias es la premisa fundamental sobre la cual hemos decidido impulsar un proyecto político que aspira a ser un referente de servicio público sensato, coherente y diferente.
Para los días cercanos queda pendiente la gran tarea de profundizar en cómo se entiende el “centro-humanismo” como definición ideológica, pero además abordar cómo se configuran las contradicciones de pensamiento con respecto a los temas “difíciles”. Esas contradicciones que, por supuesto existen, no deben ser vistas como un punto ciego en la naturaleza de un proyecto de amplia proyección como el nuestro, sino todo lo contrario: son la base de una diversidad que plantea, más allá de los eslogan publicitarios, la forma de ejercer política en un momento histórico que podrá reconfigurar el escenario político en El Salvador. Un momento que, como hemos dicho y seguiremos diciendo, es el tiempo de la ciudadanía.

Miembro d e Nuestro Tiempo