Muerte de Qassem Soleimani: acto preventivo o preparación a la guerra

El presidente Donald Trump había decidido actuar después del ataque contra la Embajada de los Estados Unidos en Bagdad este fin de año. Todos en Washington guardan en memoria las imágenes de la Embajada norte americana en Teherán cuando fue tomada el 4 de noviembre de 1979. Hubo 52 rehenes que fueron liberados cuando Ronald Reagan tomó posesión en enero de 1981.El Presidente norteamericano quería mandar una señal fuerte y decidió neutralizar el hombre más fuerte en Medio Oriente.

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En Tripolí más de 5,000 personas han resultado heridas de diversa consideración y más de 100,000 se han visto obligadas a abandonar su hogar y convertirse en desplazados internos. Foto EDH / AFP

Por Pascal Drouhaud

2020-01-06 4:30:53

“Si vis pacem, para bellum”, decía la Roma antigua. Si quieres la paz, prepárate a la guerra. Esta fórmula podría resumir el espíritu de las explicaciones del Presidente Donald Trump después de la operación que provocó la muerte del militar más emblemático y poderoso del régimen iraní en Medio Oriente: Qassem Soleimani.

Para evitar la guerra se tuvo que llevar a cabo un acto “preventivo”. En noche del 2 hasta el 3 de enero, llegando en Bagdad desde Siria, el jefe de la fuerza Al Quds, los guardianes de la revolución iraní, encargado de las operaciones exteriores en lo particular, Irak, Líbano, Gaza y Afganistán, Qassem Soleimani, murió en un ataque de drones contra los vehículos en los cuales se encontraba.

Inteligencia al suelo, acción tecnológica, el blanco escogido es sumamente emblemático. Con el general iraní murieron cuatro personas, entre las cuales figuraba el número 2 de la milicia pro-iraní, Hachd Al Chaabi, (Movimiento popular), integradas en el Estado iraquí, MP en Irak, Abu Mahdi Al Mouhandis.

El Presidente de los Estados Unidos dio la luz verde a este operación pocas horas antes, tomando una decisión histórica: parece que se consideró que el peso y la influencia del general Soleimani eran muy grande y constituían una amenaza directa e inmediata para los Estados Unidos. Nacido en 1957, este hijo de campesino iraní integró, después de la revolución de 1979 que vio caer el régimen del Sha Mohamed Reza Pahlavi, el cuerpo de los bassidiis, milicia de jóvenes luchando contra Saddam Hussein durante la guerra Irán-Irak (1980-1988).

Miembro de los guardianes de la Revolución, asumirá la dirección de este grupo, que constituye la élite del ejército iraní del régimen de los ayatollah, en la frontera afgana. Al final de los años 1990, encabeza la fuerza Al Quds, nuevo grupo de élite encargado de las operaciones en el exterior y de una parte de inteligencia.

Qassem Soleimani se convertirá en los años siguientes, a raíz de los eventos tan importantes como los atentados del World Trade Center, la caída de Afganistán a mano de los talibanes, la caída de Saddam Hussein a raíz de la intervención norteamericana, como uno de los responsables iraníes más importantes y, hoy en día, más populares en Teherán.Salió a la luz durante el conflicto en Siria, volviéndose en unos de los mejores apoyos de Bachar Al Assad.

En Irak creó y desarrolló las milicias pro-iraníes que combatieron Daesch y ante las cuales era considerado como un ídolo.

Aparecía desde unos años como el verdadero hombre fuerte de la diplomacia iraní, a tal punto que el canciller en función, Mohammad Javad Zarif, parece haber presentado su dimisión, negada, en 2018. Es decir, la fuerza y la importancia de su muerte estriba en el vacío que deja y que tendrá consecuencias políticas en materia de seguridad en el Medio Oriente.

El presidente Donald Trump había decidido actuar después del ataque contra la Embajada de los Estados Unidos en Bagdad este fin de año. Todos en Washington guardan en memoria las imágenes de la Embajada norte americana en Teherán cuando fue tomada el 4 de noviembre de 1979. Hubo 52 rehenes que fueron liberados cuando Ronald Reagan tomó posesión en enero de 1981.El Presidente norteamericano quería mandar una señal fuerte y decidió neutralizar el hombre más fuerte en Medio Oriente.

Siempre, visto del lado occidental, el debate lleva sobre la necesidad de medir las consecuencias de actuar o no en un contexto político externo. Para sectores norteamericanos, son dos muertes simbólicas y con consecuencias políticas enormes desde los años 1940: el Amiral Yamamoto (planificador del ataque contra Pearl Harbor), cuyo avión fue abatido por un escuadrón de aviones norteamericanos el 18 de abril de 1943, y Qassem Soleimani. Es decir que Washington consideró que la amenaza que representaba Qassem Soleimani vivo era más importante que la idea de posibles represalias. Por cierto, la política de la actual administración norteamericana hacia Irán es radicalmente diferente de la de su predecesor.

La meta para Washington es parar la expansión regional e influencia iraní. Hasta el ataque contra el general Soleimani, Donald Trump quería obligar Irán a aceptar nuevas negociaciones, más restringidas que las del acuerdo de Viena de 2015, sobre su potencial nuclear, incluyendo el programa de los misiles balísticos y las cooperaciones exteriores de Irán.

Difícil de aceptar para Teherán que quería el levantamiento de las sanciones económicas antes de una supuesta retoma de negociaciones.

Además, se hizo la meta de una no intervención militar a unos meses de la elección presidencial en noviembre de 2020.Al nivel regional, los frentes son claramente definidos: para Israel, la amenaza inmediata es la constitución de bases permanentes en Siria, además de las del Hezbollah que Al Quds había constituido en los años 1980 en el sur de Líbano.

Para Irán, su potencial balístico a mediano alcance, cuyo blanco es Israel, constituye una disuasión tanto como muestra de fuerza para mandar un mensaje claro: no ataquen nuestras instalaciones estratégicas nucleares. Israel denuncia el “círculo de fuego” que constituyen los misiles del Hezbollah libanés, los desplegados en Siria, Irak y Gaza. Las sanciones norteamericanas han acelerado el ritmo de manifestaciones en octubre-noviembre pasado, largamente reprimidas por el régimen iraní.

Reforzó su presencia en el exterior empezando por Irak, donde movimientos populares dirigidos contra la presencia de las milicias iraníes fueron también ahogados.¿Qué pasará en Líbano con la nominación del nuevo Primer ministro Hassan Diab con el apoyo del Hezbollah?Las elecciones legislativas en Irán en febrero próximo deberían dar una mayoría a la franja dura del régimen, tendencia reforzada por la tensión máxima actual.

Prevención a la guerra para unos, acto de guerra para los demás, lo cierto es que ya llegó la hora de la disuasión para que no se expande la tensión, abriendo las puertas a represalias que pondrán mecánicamente en marcha, la lógica de guerra: el presidente Trump afirma que “52 sitios” blancos han sido definidos si las amenazas iraníes siguen.Por su parte, Irán llama a represalias y pone la bandera roja por encima de su mezquita mas sagrada en Jamaqran como símbolo de la aproximación de la guerra. El General Soleimani ha sido remplazado por su adjunto: el general Esmael Ghaani, que tiene la misma experiencia que el difunto general.

Continuidad para Al Quds con una voluntad de venganza aún más fuerte.Al nivel político, el parlamento iraqí votó una resolución exigiendo la salida de las fuerzas norteamericanas de Irak. Quizás Afganistán y Siria tomaran la misma decisión.

Pueda ser que es lo que quería el Presidente Trump en este año electoral, pero las consecuencias geopolíticas serán inmensas tanto como se puede abrir un espacio para justificar el uso de la fuerza. Más que nunca, la tensión es extrema en el Medio Oriente.