Meditemos y renovemos la mente

La palabra meditar viene del verbo latino “meditare”, que significa tratar, cuidar, de donde también viene la palabra medicina. La meditación es medicina para nuestra mente

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Foto Pixabay

Por Salvador Gómez

2019-12-13 7:09:37

A través de San Pablo, Jesús nos invita a la verdadera transformación de nuestra vida. “El cambio de mentalidad (metanoia) es el esfuerzo de asimilar los valores evangélicos que contrastan con las tendencias dominantes en el mundo” (San Juan Pablo II Iglesia en América #28).
L a metanoia lleva a aceptar y hacer propia la nueva mentalidad que supone el abandono de la forma de pensar y de actuar del mundo que tantas veces condiciona fuertemente la existencia.
Como recuerda la Sagrada Escritura, es necesario que muera el hombre viejo y que nazca el hombre nuevo, es decir, que todo ser humano se renueve “hasta alcanzar el conocimiento perfecto según la imagen de su Creador”.
Esa es la tarea que tenemos de ser transformados por el Señor mediante la acción que ejerce en nosotros su Palabra.
Jesús nos puso una meta que parece inalcanzable: “Sean perfectos como es perfecto su Padre Celestial”. (M5,48).
Es una invitación constante a la superación, a salir de nuestra zona de confort para mostrar en los actos de cada día la mejor versión de nosotros, convencidos que se trata de una lucha constante. Como dice San Pablo, “Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante”. Eso se logra reconociendo con honestidad y humildad, las áreas de nuestra vida que necesitan ser transformadas y fijándonos, más que en nuestras limitaciones, en el poder que Él tiene para transformarnos.
Jesús nos invita a ver el futuro con esperanza, como lo hizo Pedro cuando estaba a punto de quedarse anclado en su pasado de hombre pecador, y como a Él nos dice: “No temas de hoy en adelante, serás pescador de hombres”.
La decisión es tuya.
¿Te quedas estancados en tus debilidades o te dejas transformar por su poder? Pregúntate cada día.
¿Cómo diría Jesús lo que estoy diciendo?
¿Cómo actuaría Jesús frente a las circunstancias que estoy viviendo?
Si aceptas el reto de dejarte iluminar y transformar por la Palabra de Dios serás un ser humano renovado hasta el punto de decir, como San Pablo: “Ya no soy yo. Ahora es Cristo el que vive en mí”.
Hay un factor clave en esto. Al comenzar cada prédica casi siempre pido a los presentes que, puestos de pie, repitan esta oración:
“Habla, Señor, que tu siervo escucha y dame un corazón como el de la Virgen María, que escuchó tu Palabra, la guardó, la meditó, la encarnó y la dio a luz para compartirla”.
María es modelo que los que se gozan meditando la palabra de Dios de día y de noche y ponen en práctica el consejo que le dio Moisés a Josué: “Leerás continuamente el libro de esta ley y lo meditarás para actuar en todo según lo que dice. Así se cumplirán tus planes y tendrás éxito en todo: Yo soy quien te manda: esfuérzate, pues, y sé valiente”.
María no solo escuchó la palabra, la meditó y luego la puso en práctica. Meditar es detenerse a profundizar el significado de la palabra y cómo ese mensaje afecta positivamente nuestras vidas.
La meditación nos ayuda a hacer una pausa en la carrera de la vida diaria, mejora nuestra concentración ayudándonos a establecer prioridades eligiendo pensamientos positivos que nos ayudarán a mejorar nuestra vida. Nos hace personas más consientes con propósitos, metas y objetivos que deseamos realizar para mejorar lo que somos y lo que hacemos. Meditar nos da la oportunidad de estar en crecimiento continuo y nos vuelve personas más reflexivas y sanas.
La palabra meditar viene del verbo latino “meditare”, que significa tratar, cuidar, de donde también viene la palabra medicina. Las personas que meditan se convierten en médicos, ya que van a la raíz de la mayoría de enfermedades que se producen en el desorden de nuestras ideas, en nuestros temores, en nuestros pensamientos destructivos, tales como la culpabilidad y los resentimientos.
La meditación es medicina para nuestra mente ya que nos ayuda a aclarar y ordenar nuestros sentimientos , sana el estrés y la impaciencia. Meditar nos hace capaces de madurar para establecer relaciones sanas con las personas que viven a nuestro lado.
Por eso y por muchas razones conviene hacer una pausa diaria, empezando por la mañana y dedicar unos minutos en un lugar adecuado para comenzar con mejores propósitos, con más fortaleza para superar los obstáculos y realizar la misión que Dios nos ha confiado.

Predicador católico.

Salvadorgomezoficial@gmail.com